Eñ Archivo Historico Provincial presenta un nuevo documento del mes sobre la figura de Pedro Roldán, un faro en el panorama artístico andaluz, destacándose no solo por su habilidad escultórica, sino también por su versatilidad en la arquitectura y la pintura. La vida y obra de Roldán, a pesar de ser menos conocida que la de otros contemporáneos, encierran historias fascinantes y un legado que ha marcado profundamente la identidad cultural sevillana.
PEDRO ROLDAN MAESTRO DE MAESTROS
Nacido en 1624, Roldán pronto se distingue en el mundo del arte. Su aprendizaje comienza bajo la tutela de su maestro, Alonso de Mena, en Granada, donde absorbe el naturalismo granadino y, posteriormente, en Sevilla, donde se enriquece con la influencia de Juan Martínez Montañés. Sin embargo, Roldán no se limita a seguir las huellas de sus predecesores; él trae un estilo propio, más libre y dinámico, en el que se entrelazan influencias flamencas y clásicas.
El año 1647 marca un hito en su carrera: Pedro Roldán acoge en su taller, ubicado en la collación de San Marcos, a un joven aprendiz llamado Pedro Mauricio, a quien se compromete a enseñar el oficio. Este gesto evidencia no solo su destreza como artista, sino también su habilidad para transmitir su conocimiento y perpetuar su estilo.
La tragedia de la epidemia de peste en 1649, que asola Sevilla y reduce drásticamente su población, trae consigo un cambio significativo para Roldán. La muerte de Martínez Montañés deja a Roldán como el principal referente escultórico en la ciudad, recibiendo encargos de toda índole, tanto de la metrópoli como de otras localidades andaluzas. En este contexto, su obra evoluciona, incorporando elementos barrocos de aire flamenco, gracias a la influencia de Juan de Arce.
Roldán se convierte en un maestro reconocido por su habilidad para trabajar distintos materiales, desde la piedra hasta la madera. Su talento se extiende a la arquitectura y la pintura, colaborando con artistas como Juan de Valdés Leal y Bernardo Simón de Pineda, y realizando obras significativas como las rejas de la Puerta del Príncipe de la Real Maestranza de Sevilla.
Sin embargo, es en su faceta como imaginero donde Roldán deja su huella más profunda. Sus obras para la Semana Santa sevillana, como Nuestro Padre Jesús Nazareno de la cofradía de Nuestra Señora de la O, documentada en 1685, y el Cristo de la Expiración en Écija, reflejan la maestría y el impacto emocional de su arte.
Roldán no solo se dedicó a crear; también formó un prolífico taller, el más grande de su tiempo en Andalucía, que incluía a sus hijos y colaboradores. Este taller se convirtió en un crisol de talento y creatividad, extendiendo su influencia mucho más allá de la vida de Roldán.
Pedro Roldán fallece en 1699, dejando tras de sí un legado artístico invaluable. Su obra se encuentra dispersa por toda Andalucía, en iglesias, conventos y colecciones privadas, siendo testimonio de una época y un estilo que siguen admirándose hoy en día.
Una de las casas de Pedro Roldán actual calle Pedro Duque Cornejo, 22-24 fue adquirida por su nieto, Pedro Duque Cornejo, y con posterioridad, en 1878, sería la casa donde nació Juan Manuel Rodríguez Ojeda el famoso bordador.
Había una fundición de su hermano en la trasera de la finca, donde se realizaron varias de las campanas de la Giralda y la estatua de Velázquez que hoy preside la plaza del Duque.
PedroRoldán cambió mucho de domicilio, arrendando, tomando atributo, comprando o vendiendo casas en las distintas collaciones de la ciudad (principalmente en San Marcos, Santa Marina o La Magdalena), ya fuera para vivir para aumentar el taller o para arrendar.