Los romanos olían a canela, los egipcios a mirra y el Islam a almizcle
José Antonio Suárez López
En Egipto, la grasa de animales sacrificados en templos olía mal, hasta que un sacerdote decidió echar unos granos aromáticos al fuego sagrado. Desde entonces el humo se convirtió en el medio de esparcir aromas y dio nombre a la palabra latina «per” y “fumare”, cuyo significado es “producir humo”.
Los egipcios ya usaban el perfume en los templos, y agua perfumada para limpiar las imágenes sagradas a base de zumos de frutas, miel, flores, semillas y aceites esenciales. Prensaban la flor del lirio para obtener su perfume tal y como muestra un relieve conservado en el Louvre. El historiador Plutarco cuenta que se quemaba incienso por la mañana, mirra al mediodía y kyphi por la tarde.
En el Papiro Harris se dice: “He plantado para ti un rico tributo de mirra, para ir por el templo con la fragancia del Punt (origen de la mirra) para tu augusta nariz por la mañana temprano.”
Cada parte del cuerpo tenía su olor. Para las manos aceite de rosas, azafrán y violetas y para los pies extracto de almendra, miel, canela, azahar y alheña tal y como usaba la misma Cleopatra. De oriente los fenicios trajeron a España frascos de perfume hace 4.000 años, para uso medicinal, en los templos y casas.
Hipócrates (460 a.C. – 370 a.C.) trataba ciertas enfermedades mediante fumigaciones perfumadas y aspiración de olores mediante el arte de la espagiria= extraer y luego unir las esencias de plantas. En la Grecia clásica (2400 años) se recomendaba frotar con hierbabuena brazos y axilas, canela para el pecho, aceite de almendra para manos y pies, y extracto de mejorana para cabello y cejas.
Los ungüentarii romanos hacían ungüentos en crema con la almendra o el membrillo, perfumes con flores, especias y gomas trituradas en un soporte aceitoso o polvos con pétalos de flores pulverizados con especias. Los soldados romanos se ungían con perfumes antes de entrar en combate y perfumaban los teatros.
Los romanos olían a canela, y las mujeres a agua de rosas, moda introducida por Nerón (37 d.C.- 68 d.C), quien era capaz de gastar 30.000 € de hoy en perfumes para una fiesta nocturna.
El Corán dice que el paraíso olía almizcle. Los árabes introducen el alambique para destilar alcohol como base de perfume, y esto provoca un renacimiento de la industria perfumera que llega a occidente con Al Andalus.
Con la llegada del cristianismo la industria perfumera en occidente decae, por defender la humildad y sencillez cuando el perfume era síntoma de lujo con la excepción de Francia.
En el año 1190 el rey Felipe II de Francia (1165 – 1223) concedió un estatuto y reconocimiento de la profesión especial a todos los perfumistas y crea escuelas.
La reina Isabel de Hungría en 1370 fabricó el primer perfume con base de alcohol de la historia: El Agua de Hungría. En Colonia, Jean-Antoine Farina lanza la primera agua de Colonia.
Desde el medievo a bien entrada la edad contemporánea era normal que las calles fueran sucias y malolientes, caldo de cultivo idóneo para enfermedades y epidemias.
Dibujo de un pomo de perfume en 1570.
Se extiende entonces la costumbre de usar pomas perfumeras, cajitas con aromas para llevar en los bolsillos, colgada al cuello o a la cintura oliendo a rosa, la agalia, el almizcle, la lavanda, la violeta, el sándalo y el ámbar.
Ya en el Renacimiento llegados de España, y sobre todo de Italia con los Médicis, los perfumistas extranjeros se instalan en París y los guantes perfumados invaden Francia y otros países.
En 1880 Coty, creador vanguardista, se asocia con Lalique y convierte el perfume en un verdadero producto de lujo. En 1930 perfumes con aldehído una frescura inédita.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Christian Dior lanza el New Look y en los 50, todos los grandes nombres de la moda se habían concentrado en el perfume. En los 60 el pachuli se populariza en las calles. En los 70 el hombre accede al mundo del perfume fuera del momento de asearse. En 2000 los perfumes de celebridades alcanzan su máximo potencial.