Un documento fechado 25 de Enero de 1525 confirma la existencia de un enterramiento de huesos «confesunos», es decir un enterramiento de judeo-conversos.
Los dominicos se instalan en Marchena en Santo Domingo en torno a 1530 aunque ya venían a Marchena desde finales del siglo XV por su trabajo al frente de la Inquisición que en ese tiempo estaba centrado en el control de judaizantes y moriscos.
Becerril dice que el dominico Fray Alonso de Zayas, hizo público que los Duques les habían dado en Marchena, un huerto propiedad de la Iglesia de Santa Maria -no especifica el lugar exacto- para construir el futuro monasterio dominico y se le pide a Zayas que entregue como vicario las citadas tierras a los dominicos.
Recibida del Duque la orden de entregar la huerta a los dominicos el Vicario se queja «porque yendo allí la orden de los Predicadores a quien la Santa Inquisición fue dada lo primero que hicieran fuera desenterrar los huesos confesunos que allí están enterrados y desterrar las hisopadas de agua que viene a echar un sastre en este pago de terreno sobre las sepulturas de sus antepasados. Y pues por no perder el templo y cobranza del huerto y las limosnas, sacerdotes y gentiles y conversos han hecho promesa (…) sobre quitarme la cera».
Los expertos explican que los enterramientos de judios o judeo conversos se ubicaban a la salida de la muralla. Por los datos que indica este documento podría tratarse del solar donde en 1530 se construye en convento dominico de San Pedro Mártir.
El documento muestra el enfrentamiento entre el Vicario de la villa, máxima autoridad religiosa, y los dominicos que acababan de llegar a la ciudad para instalarse en el nuevo convento de San Pedro Mártir y muestra a los conversos como un grupo importante de la localidad. Los conversos o cristianos nuevos eran mirados con desconfianza por los cristianos viejos.
Añade que «un niño que me sirve la misa algunas veces nieto del mesonero Vela, truxo el otro dia a unos rufianes de Gómez, que estaban en el huerto de San Miguel y cuando le preguntó porqué estáis aquí respondió uno que le dicen Benjumea dijo porque no nos vea el viejo ruín de tu amo».
Sigue diciendo «un cofrade dijo a Sánchez el carpintero que me dijese que me quitase de demandar la capilla y huerto si no temo que un dia me echen un rufián que me mate». «Hace año y medio que andan bramando contra mí por aventarme de los cristianos viejos que me oyen de buena gana».
Dice el Vicario Becerril que los Dominicos son «tan contrarios a lo que yo expreso en esta iglesia», que «han conspirado y declinado jurar diciendo que a San Pedro Mártir, que aunque fue hijo de judíos herejes, por santo y enemigo de ellos, ellos le mataron en asechanza». Añade que «no cesan de infamarme donde quiera que me tienen devoción en esta villa diciendo que eche estos sancteros de aquí por meterme en esta casilla que tenían».
Le pide al Duque: «Si algo le fueren a decir de mi que dañe mi honra no me condene sin ser oído» y añade «dos se ofrecieron y dijeron a un cofrade que acabaría con que vuestra excelencia me echase de San Miguel y aún de Marchena».
FUENTE: Dos cartas dirigidas al [I] duque de Arcos, [Rodrigo Ponce de León], tratando aspectos relacionados con esta Iglesia, con la capilla, el huerto, y la obligación de asistencia de los curas y clérigos a la misa que se hacía los miércoles a la «Limpia Concepción de Nuestra Señora». Marchena, a 20 y 21 de agosto de 1525. OSUNA,C.171,D.4-10. AHN. Archivos Estatales de España.