Federico García Lorca fue asesinado hace hoy 87 años pero está más vivo que nunca. «Cuando yo era niño viví en un pueblecito muy callado y oloroso de la vega de Granada. Todo lo que en él ocurría y todos sus sentires pasan hoy por mí, velados por la nostalgia de la niñez y por el tiempo. El monstruo de la política le quitó su virginidad y su luz. En ese pueblo yo nací y se despertó mi corazón. En ese pueblo tuve mi primer sueño de lejanías. En ese pueblo yo seré tierra y flores…».
Los lugares donde vivió el poeta se han convertido en la Ruta de Lorca por tierras granadina que puede descuribrse a través del proyecto Universo Lorca.
Federico García Lorca vino al mundo en la casa de la calle de la Trinidad número 4 de Fuente Vaqueros (hoy calle Federico García Lorca) a “las doce de la noche” del cinco de junio de 1898 y fue bautizado seis días más tarde con el nombre de Federico del Sagrado Corazón de Jesús.
LA INFANCIA FELIZ DEL POETA MAS AMADO
Una compañía de marionetas llegó un año a Fuente Vaqueros y cautivó al niño, tanto que empezó a producir sus propias funciones. “Todos nosotros nos reconocíamos en los títeres de Federico: mi madre, don Antonio, la servidumbre y yo… Del mismo modo nos reconocimos más tarde en una u otra de sus obras”, explica Carmen Ramos.
Su juego favorito consistía en decir misa. “En el patio había un pequeño muro donde colocaba una imagen de la Virgen y algunas rosas tomadas del jardín. Delante de ese improvisado altar nos hacía sentar a su hermano Francisco y a mí”, cuenta Carmen Ramos. Y ya acomodados los espectadores y cubierto él con vestidos de telas rameadas oficiaba la misa con una condición: que la audiencia rompiera a llorar durante el sermón.
Manuel Ángeles Ortiz recuerda cómo Federico, en la Residencia de Estudiantes, “nos decía misa casi todos los días”. “Envuelto en unos viejos brocados que yo tenía, llegaba incluso a darnos la comunión con trozos de bizcocho”.
“Siendo niño”, declaró en 1934 en Buenos Aires, “viví en pleno ambiente con la naturaleza. Como todos los niños, adjudicaba a cada cosa, mueble, objeto, árbol, piedra, su personalidad. Conversaba con ellos y los amaba”.
En el patio de la casa había una fila de chopos musicales que parecían hablar entre sí cuando el viento movía sus ramas. “Yo solía pasarme las horas acompañando con mi voz la canción de los chopos. Otro día me detuve asombrado. Alguien pronunciaba mi nombre, separando las sílabas como si deletreara: ´Fe… de… ri…. co´. Miré a todos lados y no vi a nadie. Sin embargo, en mis oídos seguían chicharreando mi nombre. Después de escuchar largo rato, encontré la razón. Eran las ramas de un chopo viejo que, al rozarse, producían un ruido monótono, quejumbroso, que a mí me pareció mi nombre”.
A los ocho años Federico conocía más de un centenar de romances populares.
“Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales” dijo en otra ocasión en su pueblo.
PEPE EL ROMANO FUSILÓ A LORCA
Cuando Federico se muda a Valderrubio conoce allí la historia real de Frasquita Alba que vivía en la casa de al lado de la de su tía. El propio Federico escribe «había en el confín del patio un pozo medianero, sin agua, y a él descendía para espiar a esa familia extraña cuyas actitudes enigmáticas me intrigaban. Y pude observarla. Era un infierno mudo y frío en ese sol africano, sepultura de gente viva bajo una férula inflexible de cancerbero oscuro. Y así nació La casa de Bernarda Alba,
Cuando se publica La casa de Bernarda Alba, provoca un enfrentamiento entre los Alba y los Lorca al narrar los hechos y personajes reales de la familia Alba. Además el poeta usó la historia de los Alba para algunas escenas de Yerma y Bodas de sangre. Los Lorca dejaron de ir a veranear a Valderrubio cuando compran la Huerta de San Vicente.
Una de las hijas de Frasquita Alba Martirio sufría unas fiebres de origen desconocido. Pepe el Romano o Pepico el de Roma (a los del pueblo cercano de Romilla se les llamaba “romanos”) se casó con una de las hijas de Frasquita pero murió pronto. Martirio se casó luego con su cuñado Pepe el Romano, José Benavides Peña que participó en el fusilamiento del poeta.
El Museo de la Casa Natal de García Lorca se inauguró el 29 de julio de 1986 en el 50 aniversario de su fusilamiento. La vivienda fue adquirida en 1982 por la Diputación de Granada. Posteriormente, en 1998, con ocasión del centenario del nacimiento, se abrió el Centro de Estudios Lorquianos en el edificio de las antiguas escuelas, para guardar y poner a disposición de los investigadores el importante archivo lorquiano procedente de compras y donaciones.
LA HUERTA DE SAN VICENTE
La principal residencia de Federico García Lorca en Granada fue la Huerta de San Vicente, la casa de campo donde la familia pasó todos los veranos a partir de 1926; el lugar donde fueron escritas o trabajadas obras como Yerma, Bodas de sangre, el Romancero gitano, Doña Rosita la Soltera, El Público o Así que pasen cinco años, entre otras,
“Hay tantos jazmines en el jardín y tantas damas de noche que por la madrugada nos da a todos en casa un dolor lírico de cabeza”. (A Jorge Guillén, 1926)
El dormitorio de Federico se conserva en su estado y orientación originales. “Granada enfrente de mi balcón, tendida a los lejos con una hermosura jamás igualada”.
En 1936, Lorca viajó de Madrid a Granada, tras muchas dudas. “Rafael”, le dijo a su amigo Martínez Nadal antes de tomar el tren, “estos campos se van a llenar de muertos. Está decidido. Me voy a Granada y sea lo que Dios quiera”. El seis de agosto se presentó en la Huerta un grupo de falangistas buscando una supuesta emisora de radio a través de la cual Lorca se comunicaba con la Unión Soviética y que, según sus sospechas, escondía en el piano.
“Estoy en plena bucólica, todo el día comiendo exquisita fruta y cantando en el columpio con mis hermanos, y hago tantísima tontería que a veces me avergüenzo de la edad que tengo”. (A Sebastià Gasch, 1927)
El 9 de agosto, tres días después, se presentó en la Huerta otro grupo al mando de un sargento retirado de la Guardia Civil: buscaban al casero Gabriel Perea para que confesara el paradero de sus hermanos. Gabriel fue atado a un cerezo y maltratado. La noche de ese mismo día, el 9 de agosto, el chófer de la familia llevó a Lorca a la casa de los Rosales, a solos unos centenares de metros del Gobierno Civil.
Tras los asesinatos de Lorca y de Manuel Fernández-Montesinos, la familia permaneció dos años refugiada en la Huerta hasta que, atemorizada y vulnerable, se mudó a un piso en la calle Manuel del Paso En agosto de 1940 la familia huyó a América.
“Yo trabajo mucho. Ahora mismo mi casa está llena de canciones de cuna para dormir a la niña, y ya están dormidas mi mamá, mis hermanas, mi papá, los árboles y los perros, menos la niña, que no se duerme nunca”. (A Carlos Morla Lynch, 1931)
EL MISTERIO DE LA TUMBA DE FEDERICO