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Arte y poder en la labor de mecenazgo de los Ponce de León

La relación entre el arte y el poder durante la Edad Moderna, y específicamente en el reinado de los Reyes Católicos y los inicios del Imperio español, estaba significativamente marcada por la representación y proyección del poder y la magnificencia de la monarquía. En aquel entonces, el arte no solo se apreciaba por su valor estético, sino también por su capacidad de comunicar el lujo y la autoridad de los gobernantes. Los Reyes Católicos, por ejemplo, utilizaron símbolos y gestos en ceremonias y eventos para reafirmar su posición ante los súbditos. Esta práctica fue heredada de la corte de los duques de Borgoña y continuada por la casa de Austria en España durante los siglos XVI y XVII​​.
Las festividades cortesanas, como las entradas triunfales, los festejos caballerescos y las ceremonias religiosas, eran momentos clave para la manifestación del poder a través del arte. En estos eventos, la decoración de espacios y la ornamentación personal adquirían un papel esencial, utilizando elementos como tapices, armaduras y joyas para impresionar y manifestar poder. La itinerancia de la Corte y la transformación de espacios urbanos en escenarios para estas representaciones de poder eran comunes, como lo fue en la ciudad de Valladolid durante el reinado de Carlos V​​.
La Casa de Ponce de León, una prominente familia de la nobleza, también participó activamente en este intercambio cultural y político a través del arte. Durante el mandato del Duque Rodrigo Ponce de León Álvarez de Toledo, se establecieron conexiones con artistas de renombre como Zurbarán, Murillo y Ribera. Por ejemplo, Zurbarán fue comisionado para pintar una serie para la sacristía de la iglesia matriz de San Juan Bautista en Marchena. Murillo, por su parte, visitó Marchena y se interesó por la obra de Ribera, lo que influyó en su propio estilo. Además, se cree que Ribera pudo haber pintado obras por encargo del virrey de Nápoles, que residía en Marchena, y que algunas de estas podrían haber adornado conventos y otros edificios religiosos de la ciudad​​.
Estos intercambios demuestran cómo el arte no sólo era una manifestación de la devoción religiosa o la búsqueda de la belleza, sino que también era un medio para exhibir y solidificar el poder social y político. Las obras de arte encargadas o coleccionadas por la Casa de Ponce de León no solo decoraban sus residencias y espacios religiosos, sino que también funcionaban como una proyección de su influencia y estatus en la jerarquía social y política del momento.
En los templos de Marchena se conservan tesoros del arte como obras de Ribera, Murillo, Zurbarán, Durero y Lucas Jordán. Aqui te proponemos una ruta virtual para conocerlos de cerca y te contamos su historia.
LA SERIE DE ZURBARANES DE LA SACRISTIAN DE SAN JUAN
Bajo el mandato del Duque Rodrigo Ponce de León Álvarez de Toledo en 1630 se construye el convento de la Concepción (1632), Capuchinos (1651) o el inicio de San Agustín (1649-1675) y se relaciona con los principales pintores sevillanos como Zurbarán que pinta en este periodo la serie de la sacristía de la iglesia matriz de San Juan Bautista, Murillo, que viene a Marchena por diversos motivos y Ribera de quien aún se discute la autoría del San Agustín del convento homónimo.

El crucificado que pintó Zurbarán para Marchena datada entre 1635 y 1637 ha participado en la exposición internacional sobre Zurbarán llevada a cabo en Nueva York, París y Madrid. En 1998 por el IV centenario del nacimiento del extremeño en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Y en 2014 por el 250 aniversario de la muerte del artista en la propia Marchena.

El encargo de estas obras está documentado en el Tomo IX de las Cuentas de Fábrica de la parroquia por orden de Don Cristóbal Méndez de Porras en 1633. En el Libro de Cuentas de Fábrica, en el Tomo X, en la página 351, aparece el encargo a Zurbarán en 1637, con su realización e instalación en las dependencias parroquiales.

Los expertos relacionan este crucificados de Marchena con el pintado para el Museo de Bellas Artes de Sevilla o el crucificado del Museo de Bellas Artes de Asturias (1638-40) siguendo un mismo modelo aprendido en el taller de Francisco Pacheco, el modelo de crucificado con cuatro clavos sacado de n grabado del Calvario de Alberto Durero realizado hacia 1523, en el taller donde Zurbarán y Velázquez lo pudieron aprender.  Actualmente, este grabado se conserva en el Museo Británico de Londres expone FÉLIX SEVILLANO MALDONADO, colaborador de la Delegación de Patrimonio de la Archidiócesis de Sevilla.

 Zurbarán se acerca así al estilo de Caravaggio con una iluminación irreal de eclipse lunar, modelando el cuerpo inerte y el aspecto casi escultórico; más espiritual y cercano rasgos propios de Francisco de Zurbarán expresando un realismo de forma sencilla, al estilo de Trento. 

 

La Marchena del quinientos atrajo a muchos artistas y desde Portugal llegó Vasco Pereira, lisboeta, quien se formó junto a Luis de Vargas y fue uno de los pintores más destacados de la ciudad en el último tercio del siglo XVI.  Destaca su Anunciación (Iglesia de San Juan de Marchena).

Anunciación de Vasco Pereira.

CUANDO MURILLO VINO A MARCHENA

Murillo vino a Marchena en 1646 a ver la Virgen con Niño de Ribera, que se estaba en el Palacio Ducal.

«Murillo sólo pudo copiar a Ribera ante un original y sólo pudo haberlo visto en Marchena o en Sevilla. Lo cierto es que le impactó y no lo olvidó nunca» indica Juan Luis Ravé, experto en Historia del Arte.

El original de esta obra se conserva en el Museo de Filadelfia. Está firmado por Ribera y fechado en 1646. Hasta su reciente restauración se leía 1648 pero la restauración ha adelantado a 1646, cuando el duque era el virrey. Hay una copia de gran calidad hecha por el taller de Ribera en la iglesia de Santa Isabel de Marchena y otra de menos calidad en San Andrés. Otra copia fue entregada por Murillo cuando entró en la hermandad de la Caridad de Sevilla.

«Es un Ribera poco riberesco. Porque en la madurez casi al final de su vida se hace luminoso. Conectando así con los gustos de Murillo que siempre lo admiró. Desde sus primeras obras se nota. Y este cuadro lo pudo ver muy pronto en 1651 y nunca lo olvidó» indica Ravé.

Ravé cree que el lienzo de Ribera pudo estar entre la producción artística que el Virrey de Nápoles, Rodrigo Ponce de León Duque de Arcos encargó a su pintor de cámara José de Ribera, pintor de los virreyes españoles ubicados en el Palacio real napolitano,  como también hiciera el Duque de Osuna con el mismo pintor.

El cuadro que copia Murillo de Ribera y que estaba en el Palacio Ducal de Marchena acabó vendiéndose se encuentra en el Philadelphia Museum of Art y es muy similar al que hoy está en Santa Isabel de Marchena.  Segun Rocío Magdaleno, a partir de esta obra de la Virgen de Belén, de Ribera en Marchena  Murillo pinta otro cuadro similar pero con su sello personal que Murillo entregó una copia de este cuadro cuando ingresó como hermano en 1665, probablemente, a propuesta de Miguel Mañara.

Virgen de Belén de Murillo

En plena crisis post epidemia de peste de 1649, Murillo, llega a Marchena el 28 de Julio de 1651 y el Duque Rodrigo Ponce de León y Álvarez de Toledo (1602-1658), Virrey de Nápoles le paga 200 ducados por entregar unos  lienzos hoy no localizados,  según el recibo firmado por el pintor.

En este tiempo los Neve, están entre los más ricos de Sevilla. Miguel de Neve tio y albacea de Justino de Neve, amigo personal y mecenas de Murillo, estaba casado con Francisca  Ramirez de Cartagena, hija del administradores del Duque de Arcos y caballero 24 de Sevilla Hernán Ramirez de Cartagena. En 1520 Hernán Ramírez de Cartagena secretario y contador mayor del Duque de Arcos la cédula de fundación del Convento de Santo Domingo, de Marchena.

Murillo

A la muerte de Hernán, su padre,  Miguel de Neve ejerce como administrador de los bienes de su hijo Fernando Ramírez de Cartagena, contra las justicias de Arcos, Marchena, Rota y Chipiona, para cobrar deudas del duque de Arcos según documento con fecha de 2 de Noviembre de 1630.

Virgen con Niño atribuida a Ribera conservada en el colegio de Santa Isabel de Marchena que destaca por el azul lapislázuli del manto. El lapislázuli es una piedra semi preciosa que se extraía de canteras en Nápoles.

Cuadro conservado en San Andrés atribuido a Murillo.

«Yo Miguel de Neve como administrador que soy de los bienes de don Fernando y Don Manuel Ramirez de Cartagena, mis cuñados, hijos y herederos de Hernán Ramírez de Cartagena y veintucatros de esta ciudad y Luisa Fernández Colmenero, difuntos, en el pleito con los bienes del señor de Duque de Arcos» y asi lo reclama en un documento el 11 de Febrero de 1630. En 1631  el Duque de Arcos le debe  a Miguel de Neve tres censos.

La cuenta de las rentas de los tres censos «que debe el Duque de Arcos» a Miguel de Neve en 1631  (Archivo General de Andalucía, 5949.5) muestra la relación del prestamista Neve con el Señor de Marchena. «Cuenta de los corridos y costas que debe a Miguel de Neve, el Estado de Su Excelencia el Señor Duque de Arcos de tres censos, hasta fin de Diciembre de 1631».

Justino de Neve pintado por Murillo.

Luisa Francisca de Neve, hija de Miguel de Neve se casa con Juan Antonio Mañara, hermano del fundador de la Hermandad de la Caridad, Miguel de Mañara y a su muerte, en 1641 con Juan de Saavedra, conde de Castellar. La casa de Arias de Saavedra estaba emparentada con los Ponce de León desde finales del XV.

Miguel Mañara.

En 1534 Rodrigo Ponce de León, I duque de Arcos,  nombra a Juan Arias de Saavedra y Ponce de León (+1544) tutor de su hijo Luis Cristóbal Ponce de León y gobernador del Estado de Arcos.  Su nieto Juan Arias de Saavedra y Alvarado(Madrid 1617, +21-7-1687?) se casa con Luisa Francisca de Neve Ramirez de Cartagena.

Reglas de la Caridad de Marchena.

En julio de 1678 Miguel de Mañara envíó una carta a la Hermandad de la Caridad de Marchena en respuesta a su petición de confraternizar en la que afirma que las dos hermandades serán consideradas como una sola es decir que los Hermanos de la Caridad de Marchena serán además considerados hermanos de la de Sevilla y al revés. Murillo ingresó en la Hermandad de la Caridad de Sevilla en 1665, a propuesta de Miguel Mañara y comenzó a trabajar en las pinturas de la iglesia en 1667 y las terminó en 1670.

UNA POSIBLE PINTURA DE RIBERA EN SAN AGUSTIN DE MARCHENA

Ravé cree que varios lienzos de Ribera pudieron estar entre la producción artística que el Virrey de Nápoles, Rodrigo Ponce de León Duque de Arcos encargó a su pintor de cámara José de Ribera, pintor de los virreyes españoles ubicados en el Palacio real napolitano,  como también hiciera el Duque de Osuna con el mismo pintor.

Tras escapar de la rebelión de Massaniello, el Duque de Arcos se refugió en Marchena y mandó construir varios conventos como el de Capuchinos, que le habían salvado la vida en Nápoles. A cambio de recibir el cuerpo incorrupto de Sor Maria de la Antigua, funda Santa María y San Andrés. Este último tiene varias obras de arte de origen napolitano. Además en San Agustín de Marchena se conserva un lienzo de San Agustín, otra obra atribuida por Rave a Ribera.

San Agustin atribuido a Ribera en la iglesia de San Agustín de Marchena.

Los excesos del Duque de Arcos, Don Rodrigo, odiado por el pueblo, y la creación de un impuesto sobre las frutas motivaron una rebelión de Nápoles contra el rey de España sofocada en 1648 por Juan de Austria.

En enero de 1648, el Duque de Arcos vuelve a Marchena y deja el gobierno de Nápoles. Tras una estancia en Parma (1611) y Roma (1615), donde aprendió de los principales maestros italianos José de Ribera se convierte en el pintor oficioso de los virreyes españoles en Nápoles.

En 1616 estaba en Nápoles, donde se casó con la hija de Bernardino Azzolino, un importante pintor local de reconocido prestigio y vivió en dicha ciudad por el resto de su vida. El joven pintor fue  descubierto por el virrey español, el duque de Osuna, a través de quien entran sus obras a la corte española.

El Prado  conserva una obra de Ribera titulada San Agustín orando donde destaca la influencia del claroscuro de Caravaggio y los empastes de pintura densa que lo hicieron único para modelar el rostro y las manos.

San Agustin de Ribera del Museo del Prado.

San Agustin de Ribera de Marchena, convento de San Agustin.

Juan Luis Ravé en su obra para Codexsa sobre el templo de San Agustín de Marchena informa de que en el inventario de los documentos del Palacio Ducal marchenero llama la atención la existencia de un San Agustín obra de José de Ribera. La  comparación del cuadro del Prado con la pintura del mismo nombre, título, época y estilo que se conserva en el coro de San Agustín de Marchena indica que podemos tener en Marchena una joya del arte, a falta de una restauración y correcta datación por expertos. Para Ravé tanto si es un original como si es una copia de época es de gran valor e interés.

Una joya de Lucas Jordán en el convento de la Concepción de Marchena

Entre las piezas más importantes que la Duquesa Guadalupe Láncaster donó antes de morir a los conventos de Marchena, destaca una pintura de Lucas Jordán, «La Sagrada familia» que aún se conserva en el convento marchenero de la Concepción junto a una serie de grabados de Durero.
No es la única joya del arte de Guadalupe Láncaster donada a dicho convento. También conserva una sortija de diamantes con la que se casaban las duquesas. A través de los virreyes de Nápoles y de Ribera, Jordán llegó a la corte del rey español. Esta relación dejó en Osuna obras de arte como el Calvario de Ribera, y en Marchena otro San Agustín posiblemente también de Ribera que se conserva en el templo homónimo de Marchena.
Un cuadro exactamente igual al que se conserva en el convento de la Concepción, de Lucas Jordán, fue subastado por Christies en Nueva York en enero de 2005.
Según el informe técnico realizado sobre la pieza para dicha subasta, que por su similitud con la pieza de Marchena, podría aplicarse también a la nuestra, el experto Oreste Ferrari atribuyó dicho oleo sobre cobre a Giordano y  fecha la pintura hacia 1685, cuando el artista estaba ejecutando un Destino de la Virgen a gran escala para la iglesia de Santa María en Campitelli en Roma.
Ambas versiones se completaron antes del regreso de Giordano a Florencia, donde debía continuar la decoración del Palazzo Medici-Riccardi. Giordano nació en 1634 en Nápoles, donde se formó con su padre, el pintor Antonio Giordano.
A través del respaldo del virrey de Nápoles,-cargo que ocuparon los Duques de Osuna y Rodrigo Ponce de León, Duque de Arcos- el artista ingresó al estudio de José de Ribera.
Después de la muerte de Ribera en 1652, el joven Giordano se mudó a Roma, ayudando a Pietro da Cortona con importantes encargos. En 1674 había completado tres retablos para la iglesia de Santa Maria della Salute en Venecia, donde absorbió el rico colorido de Tiziano y Veronés.
De 1692 a 1702, Giordano fue pintor de la corte del rey Carlos II de España, decorando, entre otras obras importantes, los techos del Escorial, la Catedral de Toledo y el Buen Retiro de Madrid. Jordán o Giordano volvió rico  a su Nápoles natal, dejando la enorme suma de 300,000 ducados a su hijo en 1705.
La composición actual es un buen ejemplo del lenguaje personal de Giordano, una confluencia de la acción caravaggesca, la iluminación barroca romana y el color veneciano.
El tema de»La Sagrada familia» también llamado «El destino de la Virgen» prefigura una escena posterior de la vida de la Virgen, la Inmaculada Concepción. La veneración de la Virgen en el siglo XVII fue un resultado directo de la Contrarreforma, y ​​el tema de la Inmaculada Concepción, en particular, fue codificado en 1649 por el pintor y censor de arte español de la Inquisición, Francisco Pacheco.
En la composición íntima de Giordano, Ana y Joaquín sujetan a la joven Virgen, que sostiene sus manos en oración, mira a la Paloma del Espíritu Santo (una referencia a su papel en la Anunciación) y aplasta a una serpiente con su pie izquierdo (una referencia a su papel como la Segunda Eva, destinada a venir y vencer a Satanás en forma de serpiente).
La decoración hecha con grabados de diferentes épocas, agrupados por molduras de escayola y repartidos por muros y bóvedas de la iglesia y coro, enmarcados en el año 1715.
En el conjunto, destacan las obras de Durero, Callot, Galle, Carlo Morata, etc. Estos grabados proceden de la colección personal de Doña Guadalupe de Láncaster y Cárdenas, Duquesa de Aveiro y Maqueda, donados por su hijo el duque de Arcos, don Joaquín Ponce de León; entre ellos, Adán y Eva de Durero (1504).
Además de los grabados, existe una buena colección de miniaturas y relicarios. Hay otros cuadros con pinturas de Cristo, la Virgen María, San Juanito, El Pastor, santas y santos, un Via Crucis y un trabajo de taracea de madera y nácar, algunos con cartas manuscritas.