La sal de la Bahía de Cádiz se vendía a precio de oro por toda Europa cuando Rodrigo Ponce de León fue dueño de la ciudad. A esto se unían el atún de las almadrabas, las telas y los esclavos. Este comercio convirtió a los señores de Marchena en uno de los más ricos de España y dejó espectaculares obras de arte en Marchena bajo mecenazgo ducal.
En el Palacio de Marchena se consumía cada año atún que venía de las almadrabas gaditanas y de Rota, desde tiempos del Duque de Arcos. En la paz de Marchenilla, firmada en el castillo de Alcalá de Guadaira se acordó que las Almadrabas de Hércules en la ciudad de Cádiz y Rota fuesen para el Señor de Marchena.
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Las cuentas del Concejo de Cádiz 1486, del Estado de Arcos indican que la primera pesca de estas almadrabas de Cádiz y de Hércules, se enviaban a Marchena. Allí trabajaban armadores, atalayas, caloneros, mayordomo de la mojama, mayordomo de pilas, candelero, cloquero, sastre, mozos, etc.
Los comerciantes del puerto de Cádiz tenían el monopolio del comercio con África para España y Portugal por privilegio de Alfonso X el Sabio confirmado por los Reyes Católicos y por el Rey de Portugal en 1493. Así en la ciudad se instalan importantes colonias de mercaderes genoveses y judíos creando una red de contactos en los municipios del Estado de Arcos y el resto de Andalucía.
Desde 1466 hasta 1493 la ciudad de Cádiz forma parte del Estado de Arcos, señores de Marchena, lo que supuso que desde el Palacio de Marchena se controlaba buena parte del comercio internacional del arco Atlántico, desde Africa a Inglaterra donde los comerciantes gaditanos se enriquecían comerciando con la sal, los esclavos, el corso y otros productos de la bahía gaditana mas los productos agrarios de la campiña sevillana.
En un periodo de guerras contra el reino de Granada, y contra la Casa de Medina Sidonia, un privilegiado grupo de familias del Cádiz y Jerez medieval, que se expande por todo el Estado de Arcos, bajo el mando de Rodrigo Ponce de León se enriquece con el comercio del Golfo de Cádiz, y acaban teniendo un papel protagonista la conquista de las Islas Canarias.
Almadraba de la ciudad de Cádiz propiedad de Rodrigo Ponce de León.
Durante siglos y ya fuera del control del Estado de Arcos estas familias siguieron controlando la ciudad y siguieron teniendo un papel importante en todos los municipios del Estado de Arcos.
Los corsarios y piratas al servicio de Rodrigo Ponce de León fueron muy activos a finales del XV mientras las ciudad de Cádiz fue parte del Estado de Arcos, 1467 – 1493. Cádiz era uno de los principales mercados de esclavos. Durante el mandato del Señor de Marchena comerciantes judíos y genoveses ganan peso específico en el gobierno de la ciudad y aparecen como prestamistas de los Ponce en Marchena.
En viernes, 2 de Diciembre de 1485 «vino Alfonso Cheryno» ayudado por Antón Bernal, de quienes Juan Gil afirma era judeo-converso, «con sus carabelas , que andavan de armada en el Estrecho, y traxo 30 moros dellos feridos y dos moras con dos niños e vna niña, e ocho cabeças de judíos e judías, grandes e pequeños, que son todos 153 cabeças; e çinquenta e çinco madexas de seda». «Y la de Antón Bernal ovo 36 cabeças de moros e moras e judíos e 158 madexas de seda».
Chirino fue el principal comprador de este cargo que se vendió en ocho días, por «seteçientos e nouenta e seys doblas castellanas que montan a cada vna dozientas e nouenta mill e quinientos e quarenta marauedís». La seda era la principal fuente de riqueza de los granadinos.
Y así encontramos familias como la de Chirino, Pedro de Vera, mercenario y mano derecha de Rodrigo Ponce de León, natural de Jerez y con familia en Paradas, protagonizando episodios sangrientos en la conquista de Canarias.
Castillo de la Villa en Cádiz construido por Rodrigo Ponce de León.
Una conocida familia de judeo conversos al servicio del Marqués de Cádiz fueron los Frías, uno de los cuales fue médico o físico, -como se les llamaba entonces- de la Casa Real. Un obispo de Cádiz apellidado Frías financia una de las primeras expediciones a Canarias protagonizada por Juan Sánchez de Cádiz, Pedro Cabrón, y Pedro de Vera, los mayores colaboradores de Don Rodrigo Ponce de León.
Pedro Cabrón pagó casi dos tercios de la conquista de la isla de La Gomera y Pedro de Vera llega a cortar la cabeza a uno de los jefes guanches y además de hacerse famoso por el empalamiento masivo que hizo a los indios guanches. Posteriormente la implantación de los sistemas esclavistas y azucareros en las Islas Canarias fue liderada por comerciantes gaditanos y así comienza a llegar azúcar desde Canarias hasta el Cádiz de los Ponce de León.
Pedro Fernández Cabrón, pirata y corsario, otro colaborador habitual del Marqués de Cádiz, señor de Marchena participa en cabalgadas e incursiones marítimas en el norte de Africa.
Tal como expresa Javier Fornell historiador gaditano Rodrigo Ponce de León tenía potestad para dar patentes de corso a aquellos aventureros que quisieran adentrarse entierras enemigas, algo solo reservado a los reyes.
En marzo de 1486 Rodrigo Ponce de León ordena desde Marchena a Lope Díaz de Palma, «mi recabdador en mi çibdad de Cádiz» que de qualesquier moros que vinieren de qualesquier presas a esa mi çibdad de Cádiz o la villa de El Puerto de Santa María, conpréys de mis dineros vno dellos, que sea bueno e mançebo, por el mejor preçio que pudiéredes. E lo déys a mi pariente, espeçial amigo, señor mosén Diego de Valera»,
Los corsarios tenían un documento llamado patente de corso que gracias a un acuerdo comercial y autorización de Rodrigo Ponce de León podían apresar y atacar barcos de cualquier nacionalidad siempre que fueran enemigos de la corona castellana quedándose el Señor de Marchena con una cuarta parte, un 25% de toda mercancía confiscada.
De hecho el mismo Cabrón y Juan Sánchez de Cádiz, otro notable gaditano, protagonizan una cabalgada llevando por barco a con 2000 jinetes contra la ciudad marroquí de Azamor y poco después cargan contra Salé.
Casi el 80% de los esclavos que entran en España en el periodo medieval entran por el puerto de Cádiz bajo mando de Rodrigo Ponce de León lo que lo convertía en el principal Señor esclavista de su tiempo en Europa según expone el historiador Javier Fornell.
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