Teresa Avellaneda fue la primera mujer pregonera, la segunda religiosa después de Melchor Vara, sino que ha sido el primer pregón franciscano de Marchena. El pregón pasó hace cuatro años pero ella quedó en nuestros corazones.
El espíritu franciscano que dio origen a la Semana Santa como hoy la conocemos con sus procesiones claustrales, sus cristos de pequeño tamaño, para ser portados a hombros, y que ideó los sermones y representaciones de la pasión, se expresó por boca de la pregonera Sor Teresa Avellaneda.
El alma de la Marchena Secreta, lo que hay en nuestro corazón y pocas veces se dice, fue hilo conductor del discurso con la intención de desvelar el secreto de la Semana Santa: Cristo y el amor.
Dejad que los niños se acerquen a mi dijo Jesús, y Sor Teresa Avellaneda los subió al altar mayor de San Juan, vestidos con las túnicas de las hermandades, o de monaguillos.
«Pensamos que el mandato es justo eso, Dios con el ordeno y mando, una ley, algo forzada, algo que hay que cumplir para salvarse, pero no. Qué va. No es eso: es justamente un regalo, es el mismo amor de Cristo en tu alma derramado».
Cristina, una niña que junto a su abuelo se escondió para ver como vestían a la Virgen de la Esperanza y que luego quiso ser vestidora de la Virgen, fue una de las anécdotas más celebradas de la pregonera con la intención de recoger anécdotas vividas en secreto popr muchos cofrades y que la pregonera ha dado forma e hilvanado en su pregón.
«Cuando la pena nos alcanza por un compañero perdido cuando el adiós es dolorido busca en la fe su esperanza» dice la marcha «La muerte no es el final» porque era la marcha favorita de su madre, que acaba de fallecer hace unos meses.
«Es marcha homenajea a caidos en guerra, yo vengo de Melilla y he querido dedicarle esa marcha a mi madre que murió hace unos meses y y o se quer esta asomada a los balcones del cielo y yo se que esa marcha a ella le dislocaba», explicó. «El pregón no es mío, sino que está escrito a pie de Sagrario»
Sor Teresa fue visitando las hermandades de Marchena cada viernes para conocerlas más en profundidad. «Alli me he enriquecido mucho con el trato directo con hermanos mayores, juventud cofrade, de lo que estaban viviendo en cada momento».
Así de esas hermandades se ha traido algunas cosas a su pregón «y yo también me traía lo que allí veia y escuchaba además me han regalado libros de historia de la hermandad». Cuando volvía de las visitas había algo que añadía. «Como este pregón no es mío, sino que está escrito a pie de Sagrario, cada vez que intentaba rectificar algo, lo intentaba en el ordenador y no podía. Así que lo que tenía que hacer era imprimir en el ordenador y me bajaba al sagrario de la iglesia y allí, quitaba, ponía, reorientaba. Osea, ese pregón está escrito al calor del Sagrario. No es mío, es del Señor. Allí meditaba, escuchaba la palabra, pedía inspiración, le preguntaba qué es lo que él quería decirle al pueblo y que yo fuera como su conducto, para el que va a refrescar la mente y el corazón del que escuche el pregón es El, que es el que tiene poder «.
«En mi pregón hay rostros, hay anéctoas, hay procesiones, costumbres, hay de todo» explicó. «Recoge toda la vida cofrade, hay un momento en que se describe la salida de una procesión, una levantá a pulso «aliviao», hay cosas tradicionales que hay que transmitir a nuevas generaciones. Hay mensajes, historias con nombres y apellidos que lo hacen vivo aunque no se les mencione. Hay personas que con esta virgen en esta o la otra procesión tuvo esta o aquella vivencia.