Treinta años después de su estreno en Marchena, la comedia ‘Dios’, de Woody Allen, ha vuelto a cobrar vida en el escenario de la Sala Carreras. No ha sido una representación más. Ha sido el regreso de una obra que marcó a una generación y, sobre todo, un emotivo homenaje a su primer director, José Cenizo, cuya vida quedó truncada en un trágico accidente en la carretera Marchena-Paradas.
Cenizo fue el alma de la compañía La Platea, un proyecto cultural nacido en los años 90 del entusiasmo de más de una veintena de jóvenes marcheneros que, movidos por la ilusión, se unieron para llevar a escena obras de gran calado. En su repertorio figuran títulos como El amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín, de Lorca, o la irreverente Dios, de Woody Allen, una obra que, entre carcajadas, reflexiona sobre el papel del teatro, la filosofía y el absurdo de la existencia.
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Ayer La Platea renació con una segunda generación de actores: los alumnos del Instituto Isidro de Arcenegui, quienes, bajo la batuta de Carmen Mari Leones, viuda de José Cenizo y profesora en el mismo centro, han devuelto a las tablas esta comedia que desafía los tiempos. La Platea 2, como han bautizado a esta nueva compañía, no solo recupera el legado de aquella primera agrupación, sino que demuestra que el teatro sigue siendo un espacio de descubrimiento y transformación para los jóvenes.
Entre el público, los antiguos miembros de la primera Platea se reencontraban con su pasado, viendo a los hijos de su proyecto dar continuidad a lo que ellos iniciaron con tanto esfuerzo y amor por el arte.
La historia de Carmen Mari Leones con el teatro es una herencia que se remonta generaciones atrás. Su abuelo, conocido como Mallete Rueda, fue una figura clave en las artes escénicas locales, no solo en el teatro, sino también en el carnaval con agrupaciones como Las viejas ricas. Su hermano, Paco Leones, sigue hoy vinculado a la escena a través de Amalgama Teatro, compañía que ha mantenido vivo el espíritu teatral en la localidad.
En un tiempo en el que los jóvenes parecen cada vez más alejados de la cultura con mayúsculas, el esfuerzo de Carmen Mari Leones y su equipo resulta doblemente valioso. Conseguir que un grupo de adolescentes no solo se acerque al teatro, sino que interprete con entusiasmo y brillantez una obra tan compleja como ‘Dios’, es una proeza que habla del poder transformador de las artes escénicas.