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Así era la ruta que seguían los esclavos desde Cádiz hasta el Caribe en el XVI

En 1678 los mercaderes gaditanos Juan Barroso del Pozo y su yerno Nicolás Porcio, firmaron un acuerdo con la corona española para el comercio de esclavos africanos con América, obligándose a introducir 10.000 esclavos negros, que trabaja de forma velada para el holandés Baltasar Coymans, comerciante textil y miembro del ayuntamiento de Haarlem y miembro de la compañía holandesa de indias occidentales.

A cambio de autorizarles el Rey les impone que debería llevar en los barcos dos frailes mercedarios, para asistencia espiritual, Antonio de San José, confesor, fraile mercedario descalzo, natural de Vejer, y Luis de la Presentación, lego mercedario descalzo, natural de Marchena.

El Rey autoriza la expedición de 1683 en el navío Nuestra Señora de la Trinidad que va a Cartagena de Indias y Portobelo y sugiere la necesidad de que les acompañen varios frailes.  «Juan Pozo a cuyo cargo está el asiento de negros se me ha presentado  para poner remedio en los atrasos sucedidos y sería de gran conveniencia y utilidad que don Nicolás Porzio, su yerno pasarse a las Indias, lo que podría facilitar si tuviese el consuelo de llevar en su compañía a su confesor fray Antonio de San José, religioso descalzo de la orden de nuestra de la Merced, natural de la ciudad de Vejer  y fray Luis de la Presentación, su compañero religioso Lego de la misma orden de la villa de Marchena».

El Rey pide que se permita entrar en los reinos de Indias los dichos religiosos «como se ha hecho con otros que no tienen fundaciones en la India» a pesar de que la ley lo prohibía.  La Ley 14 de la nueva recopilación de las Leyes de Indias disponía «que no puedan pasar a ella religiosos de órdenes que no tengan conventos en aquella provincia aunque lleven cédulas».  «Aunque por esta vez y para lo que toca «la dispenso y derogo quedando en su fuerza y vigor para lo demás adelante que así es mi voluntad» escribió el Rey.

Los Porcio eran deanes de la catedral de Cádiz, donde vivían. Nicolas Porcio fue capitán del San Antonio y Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza,  de 189 toneladas, en ruta de Curaçao y las islas de Barlovento, y de allí a Cumaná, Caracas, La Habana, Cartagena de Indias, Portobelo y Honduras, donde se venderían los negros comprados en la factoría holandesa. El navío Nuestra Señora de las Mercedes, hacía la ruta hacia Curaçao y de allí a Cartagena de Indias. En 1690 Antonio de Otaiza era capitán del navío Santísima Trinidad y San Antonio Abad, los tres de la familia Porcio.

La sublevación de Portugal de 1640 hizo que del número de esclavos introducidos en la América española cayera, ya que era un negocio controlado por judíos y conversos sefarditas portugueses desde el medievo.

Aunque desde 1651 el comercio de esclavos está en manos de la Universidad de Mareantes de Sevilla, en la práctica eran los judíos sefarditas portugueses los que se dedicaron a esta actividad, desde el siglo XV. Cuando fueron expulsados de España y Portugal se hicieron con el control del esclavismo en el caribe holandés, con base en la Isla de Curazao controlando toda la ruta desde las costas de Africa, hasta su fondeo en el puerto de Cádiz, Curazao y la América española.

En 1640 los Genoveses aprovechan el vacío dejado por los esclavistas portugueses,  para hacerse con el comercio esclavista. Domingo Grillo y Ambrosio Lomelíno obtuvieron contratos con el Rey de España en 1662 y desde entonces el contrabando de esclavos negros creció. Grillo solicitó los servicios de Holanda que controlaba la isla de Curaçao, a la vez que en Africa tenía factorías arrebatadas a los portugueses.

Una vez registrados en la casa de la Contratación previa petición de licencia y fondeo en Cádiz, los barcos partían hacia Curaçao, Jamaica o Barbados donde compraban los esclavos, dirigiéndose a partir de ahí a los puertos españoles de América, Cartagena, Portobelo y Veracruz.