Juan Luiz Ravé, del Gabinete Pedagógico de BBAA de la Junta de Andalucía atribuyó este lienzo ubicado en el convento de San Andrés a Bartolomé Esteban Murillo tras la restauración realizada por José María Calderón con motivo de la exposición que se organizó en el convento en 2012 con motivo del 375 aniversario de su fundación.
Por su parte el Area de Cultura del Ayuntamiento de Marchena anuncia que para la próxima primavera se editará un cuadrno didáctico dedicado a Murillo en Marchena y también se hará una visita turística por la localidad a los cuadros y obras de arte existentes en Marchena relacionados con el maestro o su escuela.
La mayoría de los turistas que vienen a Marchena pasan de largo del convento de San Andrés. Desconocen que entre su clausura se conservan importantes joyas del arte, incluso muchos de ellos tampoco conocen que las monjas venden dulces para subsistir. De hecho es el convento hoy por hoy más humilde, necesitado y carente de ayudas en estos momentos.
De entre esas joyas que cuelgan de sus muros desde hace siglos sobresale este cuadro que normalmente no se muestra a los visitantes y que ya fue atribuido en 2012 a Murillo. Un cuadro conocido e inventariado por Fernando Amores, Angulo, Ravé Prieto y Ruiz Barrera.
¿Pero realmente es una obra de Murillo?. Participó como obra del maestro en la muestra Andalucia Barroca que se celebró en Ecija en 2008 organizada por la Consejería de Cultura.
Ravé destaca que la obra tiene el sentido del «color y la pincelada propios de la técnica que Murillo mostraba en los años 50» refiriéndose a los espléndidos «amarillos, rosas, rojos y azules» y añade «un cuadro de esta calidad con todas las contradicciones expuestas debe ser incluído en las obras del Murillo más joven».
Ravé recuerda que según la documentación histórica conservada Murillo estuvo en Marchena trayendo unos cuadros en 1651 a lomos de caballerías y cobró del Duque de Arcos 200 ducados. Pero además en este convento hay lienzos del divino Morales, tallas procedentes de Malinas, Bélgica, o una Madonna de Trapani de alabastro procedente de Nápoles, una escultura de San Andrés del círculo de Roque Balduque. Joyas del arte que siguen ocultas para todoo el mundo detrás de los muros del convento y que por sí solo podrían nutrir un pequeño museo conventual.