Se trata de la primera crónica de sucesos de la historia de Marchena, fue publicada en La Vanguardia 14 de septiembre de 1883, y tiene 130 años.
«Un despacho de Sevilla, fechado á las dos de esta tarde, da cuenta de un descarrilamiento ocurrido en Marchena. Han resultado nueve heridos, de los cuales uno se halla grave Los wagones descarrilados han quedado destrozados por completo, salvándose milagrosamente los pasajeros.
El alcalde de Marchena, señor Argenegui, ha recogido en su casa á los heridos forasteros.
El tren descarrilado tiene el núm. 42 y procedía de Ecija. El siniestro ha ocurrido en el kilómetro 13. El referido alcalde de Marchena, apenas tuvo noticias del descarrilamiento, salió en un tren de socorro acompañado de algunos médicos». Toda la prensa de la época recogió esta primera crónica de seucesos relativa al municipio de Marchena.
Un telegrama del alcalde de Marchena al gobernador de la provincia, notificaba que:” en la mañana de ayer había ocurrido un siniestro en las inmediaciones de Marchena. El tren descarriló sin que se conociese hasta ahora la causa.
Resultaron heridos nueve viajeros. Uno de ellos de tal gravedad que parecía ofrecer pocas esperanzas de vida. El siniestro debió de ser de bastante importancia si se tiene en cuenta el número de personas lesionadas en una línea donde el movimiento de viajeros es bastante escaso. Estos son los pormenores donde se detallaba ese sensible incidente”.
Un guardia civil que viajaba en el tren descarrilado trató de avisar al maquinista para que advirtiera su imprudencia. El mismo aviso le dieron varios trabajadores de la vía y por último, un guarda-aguja que hizo la señal para anunciar que había peligro. En la parte oficial remitido por la Guardia civil al gobernador se atribuye también la catástrofe a imprudencias del maquinista. El juzgado instruyó las oportunas diligencias. El maquinista fue apresado.
En el suceso resultaron heridos cuatro jóvenes; de la familia del teniente alcalde; el farmacéutico de Marchena el Sr. Góngora; una joven de 14 años, sobrina del vecino de Marchena D. Julián Rubio; el médico de la armada Sr. Pérez y Lora, que iba con dirección a Cádiz; D. Manuel Mármol, de Écija; don Celestino Montero, Director del colegio de enseñanza secundaria de Écija; el vecino de Fuentes de Andalucía, Sr. Fernández Peñaranda; el interventor del tren, y otro pasajero cuyo nombre se ignora. El estado de los heridos no resultaba ser de gravedad. Parece que el más grave de todos los heridos fue la sobrina del Sr. Rubio.
En el kilómetro 12 ,contaba el citado Guardia Civil Sr. Montero: “al borde del arroyo Esparragal, sentimos un sacudimiento espantoso. Los hierros y las cadenas se hicieron pedazos; las maderas crujían y se despedazaban; el tren se hacía añicos. Había ocurrido como era de esperar, un descarrila miento; la máquina y las bateas quedaron sobre la vía. El coche de primera que estaba desocupado y el de segunda, que transportaba 17 viajeros, resultaron hechos astillas. El coche de tercera y el furgón de cola permanecieron sobre la alcantarilla, inclinados hacía el arroyo, en la forma que se ñalaba el grabado.
Casi todos los viajeros del coche de segunda clase quedaron envueltos en los restos de los dos coches. Resultaron varios heridos de gravedad. Singularmente una señorita de Marchena, sobrina de D. Julián Rubio, presentaba heridas calificadas de muy graves por los facultativos que después la reconocieron.
En las horas de angustia que siguieron al siniestro hasta que llegó el tren de socorro, hubo en aquel lugar de desolación un hombre animoso que prestó eficaz auxilio; a cuyo trabajo, intrepidez y actividad incomparables se debió que no pereciesen asfixiados bajo los escombros los viajeros del coche de segunda. Aquel hombre fue el guardia civil Antonio Rodríguez Ramos, digno de merecida recompensa. Indudablemente contribuyó en gran parte al siniestro el mal estado de la vía.
En el sitio del descarrilamiento estaban las traviesas tronchadas en la línea de los rails además de encontrarse podridas.