Hoy comienza el Septenario doloroso en honor a la Virgen de la Soledad que se desarrollará en Santa María del 25 cinco al 31 de Marzo a las 8:30 de la tarde iniciándose con el rezo de la Corona Dolorosa siendo orador todos los días el reverendo padre David Marín Gómez párroco de Nuestra Señora de la Victoria de Morón de la Frontera.
El día grande será el Viernes de Dolores veintiuno de Marzo con la exposición del Santísimo desde las diecinueve horas y la Función Principal comenzará a las 21 horas. En el ofertorio será la protestación de fe de todos los hermanos tal y como indican las reglas y finalizada las Sagrada Comunión se realizará una procesión claustral con el Santísimo por las naves del templo precedida por la seña concluyendo con la bendición general y por último se rezará la Salve a Nuestra Señora y Madre de la Soledad.
La pregonera de la Semana Santa fue la encargada de quitarle el velo al Cristo Yacente, terminado el via Crucis, junto con la Hermana Mayor.
Ayer a las 9 de la noche apareció la imagen del Cristo Yacente por la puerta de Santa María para su Vía Crucis, antesala de un Sábado Santo que ya casi se toca con las manos de la recién nacida primavera. El Cristo aparece completamente velado; el velo de la muerte que responde a la costumbre hebrea que obligaba a cubrir por completo el cuerpo de la persona nada más morir.
El Cristo Yacente aparece pleno de dramatismo bajo el velo blanco como metáfora de la delgada línea que separa la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, el tiempo y lo eterno, el mármol y la carne, lo etéreo de lo tangible, lo espiritual de lo material.
Tapar el crucifijo, o las imágenes de Cristo hasta el Viernes Santo, y hasta la Vigilia Pascal, significa que la Iglesia anticipa el luto por la muerte de su Señor y el Viernes Santo, la cruz es desvelada de nuevo y ofrecida a la adoración de los fieles.
La estampa del Cristo Yacente con velo se inspira en la escultura de Cristo velado de la Capilla Sansevero, de Nápoles, tallada por Giuseppe Sanmartino en 1753, una de las cumbres de la escultura universal, que destaca por la expresividad que da a la imagen de Cristo.
Los dieciocho ciriales que anteceden a la talla del Señor Yacente le dan aún más solemnidad cuando pasa por los arcos del Patio de la Montería, del Palacio, cuyos muros aparecen cubiertos con una tela plástica de color negro como queriendo sumarse a la oscuridad del momento. Es entonces cuando el Cristo Yacente pasa junto a la Marchena Yacente, olvidada y sepulta, mientras los muros del extinto Palacio entonan también su propio réquiem.
Pero no un Réquiem cualquiera sino el Réquiem de Cristóbal de Morales, la música más bella jamás compuesta, para algunos, de un compositor que vivió en este Palacio en torno a 1553 poco antes de fundarse la Hermandad de la soledad, en 1567. De hecho aquella Marchena Yacente resucita cada Sábado Santo gracias a la Hermandad de la Soledad cuando el cortejo del tiempo de levanta por unas horas y sale a recorrer las calles desde la iglesia de Santa María.
Alli donde se rasgaba el velo del templo el Viernes Santo, en el altar mayor de Santa María, donde descansan aquellos fulgores pasados, resplandece hoy, como único testigo de aquel esplendor que fue, la reina de Marchena, la Virgen de la Soledad, vestida por Oscar Torres y Juan María Jurado, estrenando el altar del Septenario, vestida de blanco y negro, colores litúrgicos de la Soledad.