Zarabandas, chaconas y otras danzas barrocas que sonaban en las procesiones del Corpus
José Antonio Suárez López
En las principales fiestas y procesiones de gloria barrocas de Marchena se contrataban grupos de danzas muchos de ellos gitanos que cobraban parte de su salario en especias, vino, carne y zapatos.
Las danzas más populares del barroco se llamaban danzas de cascabel y se acompañaban de guitarras, pandero, castañuela, tamboril y flauta. Había muchos tipos de danzas, como la de las espadas, la chacona, la morisca, la de cascabel, la de gitanos, las de los diablillos, la del negrillo y la zarabanda.
Las danzas de espadas inspiradas en movimientos militares se conservan en algunos puntos de Andalucía como Arjonilla, Jaén y en las localidades onubenses de Alosno y San Bartolomé de la Torre asociadas al folclore leonés traído por los repobladores tras el fin de la guerra de Granada.
Las danzas más frecuentes contratadas por el Ayuntamiento de Marchena eran la danza de gitanos y danza de turcos. En 1600 se contrata el grupo danza de Beltrán Bustamante, gitano que cobraba 22 ducados. Otros grupos de danzas eran los de Diego López y Bartolomé del Olmo.
Maestros de danzas marcheneros eran Bartolomé del Olmo, Urbano Benítez, Diego López, Sebastián García, Lorenzo García Bejines, Diego Fernández, Pedro de Aguilar y Francisco Vivaque (capataz de danzas de turcos) y los gitanos Sebastián García, Beltrán Bustamante, Diego Salguero, Francisco Heredia, Baltasar de los Reyes, Nicolás Montoya y María Parla.
Resulta muy variada la lista de danzas que se ejecutaban en el siglo XVII, tanto en los ambientes cortesanos como entre el pueblo llano, puesto que algunas de estas formas de baile tenían el mismo éxito en los salones que en las calles.
La chacona era bailada por varias parejas de bailarines y bailarinas y fue popular durante todo el siglo XVII hasta ser destronada por las seguidillas y los fandangos.
La zarabanda la bailaban exclusivamente mujeres -en origen troteras o danzarinas judías y moriscas- y se consideraba entre la población bienpensante un instrumento de perdición para el hombre. Muy apreciada por el pueblo llano, llegó a ser prohibida por el Consejo de Castilla por motivos morales.
La folía es otra de las danzas características del periodo en nuestro país, que tuvo igualmente proyección internacional hasta el punto de conocerse fuera como Folías de España. La folía se mantiene aún viva en Alosno en la festividad de San Juan Bautista.
En 1673 hubo música de ministriles sobre todo en las vísperas y se pagaba a los músicos de la Iglesia Mayor de San Juan por tocar la noche de la víspera en el balcón principal del Ayuntamiento al tiempo que se disparan y queman fuegos artificiales.
Además en 1661 se le añaden una capilla musical con dos tenores bajo y cuatro mozos de coro. En 1761 se trae de Sevilla al clarinero Ignacio Núñez de Gracia.