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Acupamar y Taller Verde piden la recuperación de la finca El Parque como zona verde pública

La Asociación de Patrimonio Acupamar y Taller Verde piden la recuperación de la finca el parque como zona verde pública para disfrute de los marcheneros. La ciclosenda ha dejado al descubierto la fachada norte de Marchena, oculta y desconocida por siglos.

A FONDO.- La finca El Parque es un puzle urbanístico, asignatura pendiente para Marchena desde hace siglos, además de una gran reto: el de conservar el último paisaje histórico de Marchena. El único lugar que se conserva tal cual fue hace 500 años, sin apenas construcciones modernas.

ACUPAMAR PIDE RECUPERAR SU USO COMO ZONA DE RECREO

Desde el inicio de las obras de la ciclosenda José Díaz Luque, presidente de Acupamar ha abogado por «recuperar la finca el Parque como zona de ocio, de recreo, previas catas arqueológicas» que documenten los restos de muralla y las estructuras hidráulicas islámicas y ducales.

Además de pedir que cuando se acometa la obra se señalicen los restos de la Puerta de Ecija u otras partes de muralla perdida, si aparecen; propone que se desvíe la actual carretera de circunvalación a través de un nuevo trazado, discurso que ha hecho suyo por el momento el Ayuntamiento, y que se intervenga en los restos del convento de Capuchinos.

TALLER VERDE PIDE SU USO PÚBLICO

Además Antonio Mérida del Taller Verde cree que «debería ser una finca pública por el valor natural y patrimonial que tiene, debe pasar a ser de uso y disfrute del pueblo. Está en un lugar estratégico y la construcción de la ciclosenda permitirá que la gente se acerque a esta zona, que antes estaba aislada».

Desfigurado, imposible de reconocer, sin un proceso de estudio y planificación que de momento no existe, para ordenar este puzle lo primero es entenderlo. «La importancia del recinto del parque reside en primer lugar en su valor como paisaje, en el hecho de que muestra de forma clara, la relación de Marchena con el territorio. Un gran balcón geográfico que «controla un arco de visión desde la vega de Carmona hasta Écija y Osuna» añade Rodríguez.

UN PUZLE POR RECONSTRUIR

Una extensión de 1.6 hectáreas que forma junto con la alcazaba -explanada de Santa María- y la Medina -barrio de San Juan-, el tercer recinto amurallado del casco histórico de Marchena.

La Mota es el borde noroeste de la plataforma de las Arenas, conocida por la riqueza de sus aguas subterráneas, que se escalona desde la Alcazaba, al recinto del Parque. «El recinto histórico más en contacto con el medio natural; la transición entre lo urbano y el campo» explica Ismael Rodríguez.

DE LAS ARENAS AL PARQUE

La pérdida de su uso como zona verde, la carretera que desde principios de siglo, lo separa del casco histórico y «un proceso de fragmentación y parcelación, lo ha dejado en una posición de marginación, abandono y olvido» explica el arquitecto marchenero Ismael Rodríguez, que desarrolla importantes proyectos urbanos por toda España.

Aquí se unen el campo y la Marchena urbana, y se recogía el agua potable, a través de sus infraestructuras hidráulicas, que regaban las huertas de la alcazaba islámica y luego subían al Palacio Ducal, a través de mulas como revela un documento de 1777 publicado en esta web.

Aljibe Almohade de la finca El Parque con 20×20 metros y 8 de profundidad.

SEVILLA.-JARDINES DE LA BUHAIRA – Jardines sin fronteras

El aljibe del Parque de Marchena, remite a otro recuperado, el de la Buhaira de Sevilla del mismo periodo y uso.

El agua llegaba al aljibe islámico del Parque por una gran conducción o Mina, bajo la calle del mismo nombre y bajo la huerta de Santa Isabel, antes huerta de los Jesuitas, cuyo patio era el único punto con agua potable de la zona desde el siglo XVI y hasta allí acudían los vecinos con cántaros para abastecerse de agua.

PARAISO PERDIDO

En 1713 aún quedaban empleados del Duque viviendo en la zona que entonces llamaban las Torres Caídas o Puerta de Ecija, -se cree que estaba frente al Bar Olivo- en el camino del mismo nombre, donde también estaba la ermita de Santa Justa y el «Pozo de la Sopa» que estaba ubicado cerca de dichas torres tal y como aparece en el padrón municipal de 1713. El Barrio de la Puerta de Ecija fue demolido a mediados del XVII por orden del Duque para crear el parque bajo junto al palacio.

Las calles del Barrio Puerta Ecija se llamaban del Moral, calle del Regidor, o calle Juan de Úbeda. Allí también había una ermita llamada Ermita de Santa Justa.

Tras la desaparición de la Casa Ducal, El Parque se va parcelando y subastando. La familia Fraile compró la finca El Parque a los Pérez de Guzmán en los años 30. Allí había una antigua fabrica de jabón de finales del XIX según publica Rafael Dominguez Fraile, en su obra «El Cocinero de Jávea».

Enrique «Titín» Fraile nació en la casa de la finca El Parque -hoy en ruinas- justo al lado del aljibe islámico, en el año 1966, y junto a sus cinco hermanos recuerdan la experiencia de criarse libres y en plena naturaleza como un paraíso perdido. Ese paraíso terminó en 1978 cuando el padre de familia muere por una larga enfermedad y venden la finca y la vivienda acaba en ruinas. La finca hoy es propiedad de un banco, que no puede construir sobre ella debido a los restos históricos.

La familia Fraile, en la Finca El Parque. Foto cedida por la familia.

La familia Fraile Atoche alcanzó notoriedad a principios de siglo. En 1926 era Alcalde Manuel Ramón Fraile Atoche, en tiempos de la dictadura del jerezano Miguel Primo de Rivera. En los años 30 compró la finca el abuelo de Titín, Mariano Fraile Atoche, comerciante de tierras, hermano de aquel Alcalde y padre del pintor Alfonso Fraile.

La fachada de la Finca El Parque tenía unos porches que daban al aljibe islámico.

LA CALLE DEL MORAL Y LOS ARBOLES DE MORA

Históricamente y hasta no hace mucho, esta finca estuvo llena de árboles de moras. Curiosamente hay una calle oculta tras los pisos de nueva construcción de la Plaza Ducal que llevó por nombre en torno a 1600 calle del Moral, antes de que en su solar se construyera el convento de Capuchinos. Y hay pruebas por escrito que mencionan que en Marchena las moriscas trabajaban la seda gracias las hojas de mora. Otra puerta, la del Toril, hoy tapiada, unía la Plaza Ducal con El Parque a través de la puerta del Toril, por donde entraban los toros cuando había corridas en la plaza que hoy está convertida en aparcamientos privados.

La finca tenía ganado, cerdos y vacas de leche. Esto explica la existencia de una misteriosa cueva bajo un torreón de la muralla exterior del parque de la cual Titín explica el origen. «La cueva la hicieron los cerdos hozando, porque era parte de una cochinera».

MEMORIA DEL AGUA

Memoria de la tierra que es aquí memoria del agua. Los labriegos de la zona cuentan que la puerta del Portillo era puerta del agua o puerta de la Buhaira, que en árabe significa laguna. Del pozo de noria de El Parque sigue brotando agua, que no ha dejado de brotar hasta en las peores sequías. Esta zona también se llamó Los Barreros. Buscando  las mejores tierras y el agua abundante aquí venían los alfareros de la calle Cantareros y Compañía. A mediados de siglo aún funcionaban fábricas de ladrillos en la zona.

Infraestructuras hidráulicas junto a la muralla.

Por vez primera, se han acometido obras de urbanización, para la ciclosenda y las asociaciones como Taller Verde o Acupamar apuestan por su recuperación como lo que siempre fue: un parque.

OPORTUNIDAD DE FUTURO

«Actualmente se nos brinda una gran oportunidad de volver a vincular el recinto del parque al casco histórico de Marchena eliminando el trazado actual de carretera, conectándola perimetralmente a otros equipamientos del municipio a través de la ciclosenda y volver a darle el uso de parque de recreo que tenía históricamente además de parque cultural-patrimonial por sus grandes vestigios arquitectónicos como son las murallas y alberca del siglo XII, como los distintos aljibes, pozos y canalizaciones de agua» explica Ismael Rodríguez.