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Compañias de ministriles y otros músicos al servicio de los Ayuntamientos desde el siglo XVI

En 1618, el concejo de Mairena del Alcor, una villa bajo el señorío de los duques de Arcos, realizó un movimiento cultural significativo al contratar a Diego de Alba. Este maestro de música fue encomendado con una misión especial: enseñar a varios jóvenes locales el arte de los ministriles, con el objetivo de establecer una compañía musical permanente en la localidad.

Era habitual que la propuesta de tener ministriles asalariados por los Ayuntamientos para evitar el enorme gasto de traerlos de fuera no se materializara de inmediato.

Esta iniciativa no fue un caso aislado, sino parte de una tendencia de la época en la que los municipios andaluces, como Écija y Carmona, buscaban enriquecer sus celebraciones religiosas y festividades con música en vivo, evitando el alto costo de contratar músicos de fuera. La propuesta inicial de Mairena del Alcor data de 1611, cuando el regidor Joan Salvador sugirió que el concejo comprara instrumentos y contratara un maestro para que los divinos oficios y las festividades locales se celebraran con mayor decoro.

Aunque el proyecto no se materializó de inmediato, la persistencia de los vecinos y el apoyo del duque de Arcos, Rodrigo Ponce de León, finalmente dieron fruto. En 1618, el concejo volvió a plantear la necesidad de la compañía de ministriles y llegó a un acuerdo con Diego de Alba, quien junto con Agustín Ortiz, maestro de sacabuche, formaría a un grupo de músicos locales. Se les ofreció un salario anual, vivienda y grano, estableciendo así un compromiso a largo plazo para el desarrollo y perpetuación de la música en la villa.

El 19 de septiembre, tras un primer contacto fallido con el ministril Francisco León, se informó que, a instancias del Duque “por una carta que escribió a este concejo Carlos Castaño de Góngora, secretario de su Excelencia”, se había llegado a un acuerdo con el ministril Diego de Alba “atento que con él ha de asistir y estar Agustín Ortiz, maestro de sacabuche, y ambos han de enseñar la dicha arte a la copla de ministriles que este Concejo les señalare; y servir desde luego con los dos discípulos que tienen las fiestas y regocijos que este Concejo hiciere, y las fiestas del Corpus Christi, y su octava, y las fiestas de la Candelaria, y ascensión de Nuestra Señora, y del Señor San Sebastián”.

El grupo tuvo la oportunidad de debutar en las festividades locales, y el contrato incluía la enseñanza de instrumentos como la chirimía, el bajoncillo, la corneta y el bajón. El legado de estos primeros ministriles de Mairena del Alcor ha dejado una marca indeleble en la historia cultural de la villa, recordándonos la importancia de la música en la vida comunitaria y religiosa de Andalucía.

Las compañías de ministriles municipales en Sevilla durante los siglos XVI y XVII fueron una parte integral de la vida cultural y musical de la ciudad.

Los ministriles eran músicos profesionales que, con sus instrumentos de viento, servían en diversas funciones musicales, desde la trasmisión de la cultura popular hasta el servicio en instituciones eclesiásticas y eventos de la nobleza y la burguesía mercantil. La catedral de Sevilla fue pionera al contratar a cinco ministriles asalariados en 1526, lo que marcó un precedente para otras catedrales y parroquias en España y el Nuevo Mundo.

En Sevilla, la participación de los ministriles en la Semana Santa del Renacimiento era especialmente significativa, aportando solemnidad y esplendor a los cortejos procesionales. Se sabe que los ministriles solían interpretar piezas litúrgicas y profanas adecuadas a la ocasión, y se agrupaban en coplas o conjuntos instrumentales que incluían flautas, chirimías, bajones, sacabuches y más tarde cornetas.

Los instrumentos típicos de los ministriles incluían la chirimía, un instrumento de viento con doble lengüeta parecido a la dulzaina actual, y el sacabuche, antepasado del trombón moderno. Además, usaban la corneta, que derivaba del cuerno de caza medieval, y el bajón, que complementaba los tonos graves. Estos instrumentos eran esenciales para las actuaciones en entornos festivos y bulliciosos, ya que permitían que la música se escuchara claramente.

La recuperación de la música original de los siglos XV, XVI y XVII ha sido posible gracias a los estudios de músicos, musicólogos e historiadores, lo que permite que hoy día se pueda disfrutar de estas sonoridades históricas en festivales y eventos que buscan recrear la atmósfera original de las procesiones y celebraciones de aquellos siglos​​​​ en la web  https://www.historicalsoundscapes.com. 

Bibliografía:

Bejarano Pellicer, Clara, El mercado de la música en la Sevilla del Siglo de Oro. Sevilla: Universidad de Sevilla / Fundación Focus-Abengoa, 2013, 320, 325, 362, 366 y 371.
Bejarano Pellicer, Clara, “Juventud y formación de los ministriles de Sevilla entre los siglos XVI-XVII”, Revista de Musicología XXXVI (2013), 85-91.