El flamenco no tiene un único origen; es un arte mestizo, nacido del cruce de culturas y tradiciones que convivieron en Andalucía durante siglos. Es una expresión profunda de sentimientos humanos que recoge influencias de la música árabe, gitana, sefardí, castellana y africana, convirtiéndose en un símbolo cultural universal con raíces profundamente andaluzas.
El romancero es una colección de poemas o narraciones orales que se cantaban en forma de romances, una forma poética popular durante la Edad Media y el Renacimiento en España. Estos romances solían contar historias de héroes, amores, batallas o eventos históricos, y se transmitían de generación en generación.
Muchas letras del flamenco, especialmente en palos como la toná, seguiriya o martinete, tienen vínculos temáticos y estilísticos con los romances antiguos. Estas letras a menudo narran historias trágicas, desgarradoras o de amor, características comunes en el romancero.
El «Romancero de Marchena» realizado en 1981 por el profesor de Literatura Juan Pablo Alcaide como parte de su tesis doctoral presentada en la Universidad de Sevilla en 1983 será publicado por el Ayuntamiento de Marchena en un acto que se celebrará en el Salón de Actos del Ayuntamiento en fecha por determinar.
Tanto el romancero como el flamenco comparten su origen en la tradición oral. Antes de la invención de la imprenta, las historias, canciones y poemas se transmitían de boca en boca, lo que permitió que elementos del romancero perduraran y se integraran en otras manifestaciones culturales como el flamenco.
Rafael Infante, Director de la Cátedra de Flamencología de la Universidad de Sevilla en su visita a la Peña Flamenca de Marchena destacó la importancia de publicar el romancero de Marchena, ya que el romance se considera el cante más antiguo del flamenco, y su posible origen. Tan importante es para el flamenco el romance que Infante afirma «estoy abierto a llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento de Marchena para editar el romancero de Marchena» expresó.
Rafael Infante, Director de la Cátedra de Flamencología de la Universidad de Sevilla que realiza congresos y charlas, y recibió el título de socio de honor de la Peña Flamenca de Marchena expresó que «los romances son de origen castellano, pero si no es por el pueblo gitano, se hubieran perdido. Ellos son los grandes conservadores del romance debido a su tradición oral e itinerante. Ahora mismo estoy tratando de rescatar romances y romanceros, con Diego Agujetas y posiblemente hagamos un disco» explica Infante «Andalucía es mezcla y mestizaje» añade. A través de su contacto con los moriscos, y judíos los gitanos andaluces fueron un pilar importante en la conservación de los romanceros medievales españoles.
Gitanos canasteros en la Feria de Marchena por la Plaza Vieja.
«Agujetas el viejo aún recuerda bastantes romances y mi intención es si conseguimos fondos publicar esos romances» expresó. «Andalucía como crisol de culturas fue el lugar donde todos, gitanos, moriscos, judíos y negros, bebieron y aprendieron unos de otros, sin que tenga sentido la polémica estéril de cual de estos grupos tuvo más o menos importancia. Andalucía crea el caldo de cultivo donde se unen todas las corrientes y surge el flamenco» expresa Infante.
Gitanos de Marchena en el Grabado de Hoeffnagel de 1561.
QUÉ ES EL ROMANCERO DE MARCHENA
El Romancero de Marchena se conservaba en una copia mecanografiada que fue depositada por el autor en el Archivo Municipal de Marchena desde los años 80 y desde entonces inexplicablemente olvidada. Esta revista puso en valor a través de una serie de reportajes la importancia de este romancero por los valores culturales que entraña y por estar recogido de la tradición oral. Alcaide realizó este trabajo tras abordar los romanceros de Paradas y Arahal ya publicados hace décadas. La publicación de este romancero a los investigadores relacionar este material con otros campos de la cultura.
En 1993-94 Alcaide colaboró con el Proyecto «Literatura Oral» de la Consejería de Educación junto a profesores del IES «La Campiña» de Arahal recogiendo 102 versiones, de 54 temas, que publicó en el Romancero de Arahal y el Romancerillo de Paradas. Los más populares eran los romances de ciego que iban de pueblo en pueblo recitándolos, mientras que los romances tradicionales eran algo más cultos sin dejar de ser populares.
La importancia de este romancero fue clave por la posibilidad de recopilar parte de la tradición oral que quedaba vivo en Marchena en los años 80 y en el que el investigador constata que estaba entonces bien conservada detectando las influencias de la tradición oral judeo española. Este tipo de romanceros que recogen la tradición oral resultan clave por la posterior influencia que tuvieron dichos romances en el nacimiento de los palos más antiguos del flamenco.
Se puede reconocer en los romances el origen de muchas de las músicas y letras del repertorio flamenco. Se han encontrado influencias del mismo en cantes tan primarios como cañas jaleos, tonás, martinetes, saetas villancicos, soleares, romeras, alboreás, nanas, y en peteneras, saetas, bulerías, seguiriyas. Los romances se utilizaron como una forma de entretenimiento, narrando las antiguas historias que se recogen en este repertorio.
En Marchena en 1617 encontramos armaos gitanos junto al Santo Entierro y en la procesión de la Soledad de Septiembre llevaba «danzas de gitanos» según explica Vicente Henares en su libro sobre la Historia de la Hermandad de La Soledad. En 1578 el Ayuntamiento de Marchena contrató para la procesión del Corpus varios grupos de danzas de gitanos de Marchena como Sebastián García, Beltrán Bustamante, Diego Salguero, Francisco Heredia, Baltasar de los Reyes, Alfonso Nicolás Montoya, y María Parla.
En 1971 el investigador Luís Suárez Ávila edita una investigación donde afirma que son los romances el verdadero origen del cante flamenco’, donde recoge la tradición de romances de los gitanos de El Puerto de Santa María. Antonio Mairena quien en 1958 registró el ‘Romance de Bernardo el Carpio’, esta vez acompañado de guitarra y adaptándolo al compás de las bulerías al golpe o bulerías por soleá. Esta versión revitalizó el repertorio de romances y desde entonces son muchos los artistas que los interpretan.
EL ORIGEN DEL FLAMENCO
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Los gitanos llegaron a España alrededor del siglo XV, procedentes de la India a través de Europa. En Andalucía, adoptaron y adaptaron elementos del folclore local, mezclándolos con sus propias tradiciones musicales y culturales. Su aportación fue crucial en la evolución de los estilos vocales, melódicos y rítmicos que hoy identificamos con el flamenco.
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La tradición árabe-andalusí:
Durante la dominación musulmana en la península ibérica (711-1492), Al-Ándalus fue un lugar de gran riqueza cultural. Los cantos modales árabes, el uso del melisma (alargar y adornar las notas) y la improvisación musical influyeron en las expresiones musicales que se mantuvieron vivas en Andalucía incluso tras la Reconquista. -
La herencia judía sefardí:
Los sefardíes, la comunidad judía en España, desarrollaron un rico repertorio de cantos litúrgicos y populares que influyeron en el flamenco, especialmente en los tonos nostálgicos y melancólicos que caracterizan algunos palos, como la seguiriya.