En la historia de la nobleza andaluza de los siglos XV al XVII, existe una trama menos visible pero profundamente influyente: la de los judeoconversos que lograron ascender en el seno de las casas nobiliarias. El estudio de Enrique Soria Mesa, «Judeoconversos y criados señoriales en la Castilla de los siglos XV-XVII», ofrece una visión detallada de cómo estos conversos encontraron en los señoríos un refugio y una vía de integración en la sociedad de la época.
Las Casas Nobiliarias Andaluzas como Refugio
Desde finales del siglo XV, la represión inquisitorial en Andalucía y Castilla llevó a muchas familias judeoconversas a huir a tierras señoriales, donde los grandes linajes aristocráticos les ofrecían protección a cambio de su talento y servicios. Como señala Soria Mesa, ciudades y villas andaluzas como Écija, Marchena. Osuna, Palma del Río, Montoro, Adamuz, Bujalance, La Rambla y Santaella fueron destinos clave para estas familias, muchas de ellas perseguidas en grandes urbes como Sevilla o Córdoba.
Uno de los cronistas de la época, Diego de Valera, relata cómo, tras la matanza de conversos en Córdoba en 1473 (conocida como el Incidente de la Cruz del Rastro), muchas familias huyeron a Palma del Río y Écija. Del mismo modo, Alonso de Palencia documentó ataques similares en municipios como Baena, protegida por el conde de Cabra.
Criados Señoriales: La Clave del Poder en Sevilla y Marchena
En Sevilla, los conversos llegaron a desempeñar roles fundamentales en las casas nobiliarias. En la ciudad hispalense, las pruebas inquisitoriales recogen numerosos casos de criados conversos al servicio de los principales linajes. Según Soria Mesa, nombres como Pedro de Córdoba (criado de Catalina de Ribera), Diego de Córdoba (sirviente de Manuel Ponce de León, conde de Arcos) y Rodrigo de Segura (al servicio del duque de Medina Sidonia), figuran en los registros de reconciliaciones y procesos inquisitoriales.
El caso de Marchena también es relevante. Esta villa, dominada por la poderosa Casa de Arcos, fue uno de los enclaves donde familias de criados judeoconversos lograron establecerse con éxito. Soria Mesa menciona un matrimonio destacado en la villa en el siglo XVII: el de Pedro de la Barrera Saavedra y Alarcón y María Ramírez de Cartagena, ambos descendientes de varias generaciones de criados señoriales. La vinculación de estas familias con los duques de Arcos muestra cómo las casas nobiliarias permitieron el ascenso social de estos grupos en la Andalucía moderna.
Los Grandes Linajes y sus Criados de Origen Judío
Entre los linajes andaluces que acogieron a conversos destacan la Casa de Aguilar (Córdoba): Alonso de Aguilar protegió a conversos que se establecieron en su señorío. Su hermano, el Gran Capitán, también defendió a estos grupos en sus dominios.
La Casa de Osuna. Soria Mesa menciona que en el siglo XV, el estado señorial de los Téllez-Girón en Morón contaba con numerosos criados de origen judeoconverso. Diego de Herrera, alcaide de Sanlúcar, estaba casado con la hija de criados del duque de Béjar, lo que muestra una red de matrimonios entre sirvientes de diferentes casas aristocráticas.
Protección, Integración y Ascenso Social
Los criados conversos no solo obtenían protección frente a la Inquisición, sino que también lograban integrarse en las élites locales mediante estrategias como la endogamia y la acumulación de cargos. Muchos llegaron a puestos clave como mayordomos, recaudadores, escribanos e incluso alcaides de fortalezas, asegurando su ascenso en la escala social.
Soria Mesa documenta casos de servidores de grandes linajes que, con el tiempo, lograron blanquear su pasado y convertirse en hidalgos reconocidos.
El papel de los judeoconversos en la nobleza andaluza demuestra cómo las casas señoriales fueron espacios de integración y ascenso social para grupos marginados. Desde Sevilla hasta Marchena, desde Córdoba hasta Sanlúcar, estos hombres y mujeres lograron sobrevivir y prosperar en una sociedad que, a pesar de sus estrictas normas de limpieza de sangre, acabó absorbiéndolos en sus estructuras de poder.
Diego de Córdoba fue un criado de Don Manuel Ponce de León, que fue reconciliado por la Inquisición, acusado de prácticas judaizantes Su esposa también tenía una conexión con el mundo converso, pues era hija de un escribano público que fue condenado por la Inquisición.
El matrimonio entre Pedro de la Barrera Saavedra y Alarcón y María Ramírez de Cartagena, celebrado en Marchena a mediados del siglo XVII, representa un claro ejemplo de la integración de familias judeoconversas en la estructura de poder nobiliario. Ambos pertenecían a estirpes de criados señoriales que sirvieron a la Casa Ducal de Arcos durante generaciones.
Origen converso de la Familia Ramírez de Cartagena:
La familia Ramírez de Cartagena tuvo un papel destacado en la administración de los duques de Arcos, desempeñando cargos como regidores, tesoreros y alcaides. Por su linaje de servidores señoriales, lograron ascender socialmente, pese a su origen judeoconverso.
Varios miembros de la familia ocuparon cargos de alcalde ordinario y corregidor en Arcos y Marchena, como Don Fernando Mir Rey Ramírez de Cartagena, que fue corregidor de Zahara de la Sierra y Bailén, y asistente de Marchena entre 1714 y 1721.
En la obra «Familias judeoconversas de Sevilla y provincia» de Juan Gil, quien es una autoridad en la genealogía de los conversos sevillanos indica que los Ramírez de Cartagena eran considerados de origen judeoconverso, basándose en evidencias documentales como registros inquisitoriales, padrones de reconciliados y conexiones familiares con otras casas de cristianos nuevos.
Familia de la Barrera:
La familia de la Barrera también fue una saga de criados señoriales, proporcionando mayordomos a la Casa Ducal de Arcos y alcaides en la villa de Mairena del Alcor. Antonio de la Barrera Saavedra y Ramírez de Cartagena, descendiente de este linaje, aparece en un expediente de limpieza de sangre en la Orden de Santiago en 1698, lo que indica la necesidad de justificar su ascendencia ante las regulaciones de pureza de sangre.
Un matrimonio de conveniencia y ascenso social
El matrimonio de Pedro de la Barrera Saavedra y Alarcón y María Ramírez de Cartagena consolidó la unión de dos familias judeoconversas con un largo historial de servicio a la nobleza. El enlace fue avalado por la élite nobiliaria local, al punto de que el propio duque de Arcos, Rodrigo Ponce de León, asistió como testigo.
Antonio de la Barrera Saavedra y Ramírez de Cartagena tenía un origen judeoconverso. En 1698, solicitó ingresar en la Orden de Santiago, para lo cual tuvo que presentar un expediente de limpieza de sangre, un requisito que indicaba que su linaje había sido cuestionado en este aspecto.
El expediente de limpieza de sangre de Antonio de la Barrera Saavedra y Ramírez de Cartagena, registrado en la Orden de Santiago en 1698, sugiere que su linaje había sido cuestionado.
¿Era obligatorio presentar un expediente de limpieza de sangre?
Sí, en la época, para ingresar en órdenes militares como Santiago, Calatrava o Alcántara, era obligatorio presentar pruebas de limpieza de sangre. Sin embargo, este trámite no solo servía para cumplir con la norma, sino también para demostrar públicamente la hidalguía y evitar sospechas de origen converso. En muchos casos, las familias nobles y criados señoriales debían aportar testimonios, documentos notariales y registros parroquiales para probar que no tenían antepasados judíos o moriscos.
Era común que en los procesos de hidalguía y limpieza de sangre se falsificaran genealogías o se sobornaran testigos para ocultar antecedentes conversos. En muchos señoríos, los propios duques y condes protegían a sus criados y aseguraban que fueran considerados «limpios», incluso si había pruebas en su contra. En la práctica, estos documentos no garantizaban la verdad genealógica, sino la aceptación social de los solicitantes.
La familia Ramírez de Cartagena ocupó una posición destacada dentro de la estructura del poder señorial en Andalucía, particularmente bajo el amparo de la Casa Ducal de Arcos. Durante los siglos XVI y XVII, sus miembros ocuparon cargos clave en la administración señorial, consolidándose como una de las principales sagas de servidores aristocráticos de la época.
Principales Cargos de los Ramírez de Cartagena
A continuación, un resumen de los puestos más relevantes desempeñados por esta familia en diferentes municipios andaluces. Fernando Ramírez de Cartagena era Tesorero, secretario y contador mayor del duque de Arcos (1533-1535) y Regidor de Arcos (1535).
Juan Ramírez de Cartagena era Alcaide y alcalde mayor de la Isla de León (actual San Fernando, Cádiz) en 1573 y criado del duque de Arcos (1581). Don Fernando Ramírez de Cartagena: era Camarero Mayor del duque de Arcos y Don Rodrigo Ramírez de Cartagena fue Corregidor de Arcos, Alcalde Ordinario de Arcos, Capitán y alcaide de la fortaleza de Mairena del Alcor y Alcaide de Casares (primera mitad del siglo XVII).
Don Antonio Ramírez de Cartagena fue Regidor de Arcos en 1675, Alcalde Ordinario de Arahal en 1645. Don Pedro Ramírez de Cartagena: fue Corregidor de Arcos en 1673 y Don Alonso Ramírez de Cartagena era Juez administrador de la hacienda y rentas del duque (1683). Don Luis Ramírez de Cartagena era Alcalde Ordinario Noble de Arcos, nacido en 1737.
Don Fernando Mir Rey Ramírez de Cartagena Corregidor de Zahara de la Sierra y Bailén y Asistente de Marchena (1714-1721).
Importancia de la Familia Ramírez de Cartagena
Esta familia no solo ocupó cargos administrativos de alto nivel, sino que también estableció alianzas estratégicas con otras casas de servidores señoriales, como los de la Barrera y los Angulo.
Su prolongada relación con los duques de Arcos les permitió consolidar su poder en diversas localidades andaluzas, como Arcos, Marchena, Mairena del Alcor y Casares.
A lo largo de los siglos, los Ramírez de Cartagena lograron ascender socialmente y obtener títulos de hidalguía, aunque su origen judeoconverso fue un obstáculo que debieron sortear mediante expedientes de limpieza de sangre.
El salto al marquesado en 1799
Uno de los miembros más influyentes de la familia, Luis José Ramírez de Cartagena y Salvador, logró obtener la merced del alguacilazgo mayor de la Real Chancillería de Granada, un cargo de gran prestigio. Sin embargo, en 1799, este título fue canjeado por el marquesado de Cartagena, lo que formalizó la conversión de la familia en una casa nobiliaria
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Judeoconversos y criados señoriales en la Castilla de los siglos XV-XVII1