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Cuando los flagelantes salían por las calles de Marchena derramando su sangre

La Hermandad del Santo Crucifijo Cristo de San Pedro, el Dulce Nombre, Veracruz y Soledad eran hermandades de las llamadas de sangre porque abundaban los disciplinantes que salían a la calle azotándose o flagelándose hasta derramar sangre.

La pequeña localidad riojana de San Vicente aún mantiene los disciplinantes viviendo cada año el ancestral rito de los «picaos», en el que varios disciplinantes anónimos se flagelan para cumplir penitencia.

En Marchena los del Cristo lo hacían con tal celo, que las reglas piden que «no lo hagan con tanto énfasis que queden luego incapaces de trabajar y mantenerse». Los hermanos de luz eran mucho menos e iban alumbrando con hachas y limpiando a los de sangre y alumbrando a las imágenes.

El 18 de enero de 1556 Francisco Vázquez escribe las primeras reglas de la hermandad del Santo Crucifijo, luego conocida como la del Cristo de San Pedro que  se conservan en el Archivo General del Arzobispado.

Las vestiduras penitenciales de los antiguos disciplinantes era una túnica, algo corta confeccionada de basto lienzo crudo, con cuerpo abierto a la espalda o al pecho que desabrochado podía dejarse caer y quedar este colgado del cinto, y así podían flagelarse.

También en la hermandad de la Soledad hay constancia de la existencia de flagelantes que en algún año llegó a los miles, según recoge el libro de historia de la Hermandad de la Soledad escrito por Vicente Henares.

Las disciplinas consistían en un hacecillo de ocho o diez ramales de cuerda de cáñamo, cada ramal en su punta que eran trenzadas y por ello algo más gruesa, llevada ensartada y fija las rosetas con puntas hirientes. También se utilizaban otras de cadena de hierro. Siempre les acompañaba un coro que entonaba los salmos penitenciales o las letanías de los santos.

Según sus reglas de 1599 el Dulce Nombre era cofradía de Luz y de Sangre  y dictaban las reglas que no sería admitido aquellos personas que hubieran sido castigada por Santo Ofiçio de la Inquisición, ni hijo, padre, nieto o hermano del que lo
hubiere sido, tampoco sería admitido si hubiere sido afrentado por justicia públicamente, o si fuese Infame o bulgar ynfamia, assí como si fuere beodo (borracho), o hubiese sido testigo falso, logrero (prestamista), o amançebado público.

La Veracruz era una hermandad de luz, sus hermanos portaban cera verde con el escudo de la Hermandad impreso con la insignia de la Vera Cruz, pero también tenían disciplinantes en menor número y proporción que el Cristo.

Abría la procesión del Jueves Santo en mayordomo con una seña negra y luego lo demás cofrades por su orden en la procesión entre dos de luz uno de sangre.  Un escribiente  apuntaba a todos los hermanos que faltaran y si  «cualquier hermano de sangre que fuera en nuestra profesión y se descubriera o llevara alguna señal para que se para que lo conozca otra persona que se ha conocido y descubierto y le lleve media se le lleve media libra de cera» es decir no podían develar su identidad.

También el Jueves Santo madrugada salía la hermandad del Santo Crucifijo o Cristo San Pedro que era una hermandad de sangre. No solo porque había muchos flagelantes sino porque en esta cofradía la sangre de Cristo tenia una simbología profunda. Vestían túnica blanca cordón y escudo y un hacha de cera leonada con las cinco llagas. Tenía sus principales fiestas el dia de la circuncisión cuando Jesús derramó su primera sangre, el dia de la exaltación de la cruz en septiembre el de la cruz en mayo y el Jueves Santo.

Las reglas primitivas mandaban que todos los hermanos llevaran colgando del sayo o en el brazo todo el año una especie de rosario de catorce cuentas, siete grandes y siete pequeñas en cualquier época del año para identificarse como hermanos de la cofradía representando las obras de misericordia siete mayores y siete menores.

La Corporación visitaba las estaciones, que eran templos y conventos de la localidad como San Francisco, San Lorenzo, San Andrés, Santa Clara, La Milagrosa y San Sebastian.