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Cuando Rodrigo Ponce de León protegía a los frailes conversos

La postura inicial de la Orden de San Jerónimo respecto a los estatutos de limpieza de sangre fue notablemente inclusiva hacia los conversos. Inicialmente, no existía una política explícita de exclusión basada en la pureza de sangre, lo que permitía a los judíos conversos integrarse en la orden. Esto se debía en parte al apoyo y protección que reyes y nobles brindaban a la Orden, así como a la ausencia de una tradición antijudía en sus inicios.

La relación de los Ponce de León con el Convento de San Jerónimo de Buenavista en Sevilla es un ejemplo destacado del mecenazgo nobiliario hacia instituciones religiosas en la España de la Edad Media y el Renacimiento. La familia Ponce de León, una de las casas nobles más influyentes de Andalucía, desempeñó un papel crucial en el establecimiento y el apoyo continuo de este monasterio.

Los Ponce de León utilizaron el monasterio como lugar de enterramiento y devoción familiar, estableciendo capillas y panteones que servían como símbolo de su piedad y estatus. Este tipo de mecenazgo no solo reforzaba su prestigio social y político sino que también aseguraba el soporte espiritual a través de las oraciones y misas ofrecidas por los monjes.

Además, el patronazgo de los Ponce de León hacia el Monasterio de San Jerónimo de Buenavista implicaba el apoyo financiero y terrenal, incluyendo donaciones de tierras, rentas y bienes que contribuían al sustento de la comunidad monástica y al mantenimiento del complejo conventual.

Desde 1469 cada año la casa de Arcos por orden de Juan Ponce de Leon II conde de Arcos deja en su testamento trigo y cebada para el Monasterio de San Jerónimo de Buenavista, en Sevilla en concepto de misas por el alma de su segunda esposa la marchenera Leonor Nuñez de Prado, que estaba enterrada en dicho convento junto a varios de sus hijos, hermanos de Rodrigo Ponce. 

Documentos del Fondo Osuna. Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional
Digitalización de microfilm de 35 mm

En 1486, el capítulo general de la Orden estatuyó la necesidad de realizar una diligente inquisición dentro de la Orden para investigar la herejía y prohibió la recepción de judeo conversos mientras durase la Inquisición en los reinos, marcando así el inicio de una política explícita de exclusión basada en la pureza de sangre. Esta decisión reflejaba el creciente temor a las prácticas heréticas y la influencia de la Inquisición en la vida religiosa y social de España.

En 1495, el breve de Alejandro VI formalizó la exclusión de los conversos de la Orden, cimentando la política de limpieza de sangre. Esta ruptura con la postura inicial inclusiva reflejaba los cambios en la sociedad española, donde las preocupaciones sobre la ortodoxia religiosa y la pureza de sangre se volvieron predominantes.

Los conversos más notables de la Orden de los Jerónimos incluyen a figuras como fray Alonso de Oropesa, general de la Orden desde 1457 y reelegido durante cuatro trienios consecutivos. Oropesa buscó suavizar las tensiones entre viejos y nuevos cristianos, autor de «Lumen ad revelationem gentium et gloria plebis Dei Israel», enfocado en la unidad de la fe y la igualdad pacífica entre los fieles​​.

Entre los conversos de la orden encontramos al marchenero Fray Diego de Marchena, un judío converso y miembro de la Orden de San Jerónimo en Sevilla y Guadalupe, cuyo proceso inquisitorial y condena en 1485 generaron un gran escándalo. Este evento llevó a la instalación de tribunales de inquisición en Guadalupe para investigar tanto a monjes como a seglares por herejía​​.

EL VINCULO ENTRE LOS JERÓNIMOS Y RODRIGO PONCE DE LEON

Varios miembros del linaje recibirían sepultura en el monasterio de San Jerónimo de Buenavista, que a fines del siglo XV seguía en importancia al de San Agustín como panteón de los Ponce de León y centro de veneración de la memoria familiar del linaje. ​ San Jerónimo de Sevilla dependió del prior de Guadalupe Extremadura hasta 1426.

El compromiso con la Orden de los Jerónimos, especialmente evidente en la figura de Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, ilustra la interacción entre la devoción religiosa personal, el mecenazgo y la memoria familiar. Este patronazgo, arraigado en la devoción mariana y la gratitud por los éxitos militares, destaca la importancia de las órdenes religiosas como beneficiarias del mecenazgo nobiliario y real, un aspecto ampliamente estudiado por historiadores como Miguel Ángel Ladero Quesada.

EL TRASLADO DE LA MADRE DE RODRIGO PONCE DE MARCHENA A SAN JERONIMO

El 28 de septiembre de 1519 Diego Fernández Manuel, criado de Rodrigo Ponce de León y doña Blanca de Guzmán, en presencia de un escribano público, se entrevistó con varios monjes ancianos de San Jerónimo para rescatar el recuerdo que aquellos monjes guardaban sobre doña Leonor Núñez y ciertos episodios “milagrosos” acaecidos durante su vida y en su entierro.

Estos hechos de carácter extraordinario se resumen en la recuperación de cierto dinero entregado por doña Leonor sin el consentimiento de su esposo para una obra piadosa (rescatar cautivos), y en que las velas que acompañaron el cuerpo de la condesa desde Marchena a San Jerónimo no se apagaron pese a las incidencias meteorológicas.

El criado explica el interés de sus señores porque “deçienden entranbos de la dicha señora condesa doña Leonor Núñez” y “querían tener en su poder en manera que fiziesen fe los dichos milagros”, añadiendo también que el “conde don Juan [esposo de doña Leonor Núñez] los fizo tomar por testimonio abtorizado quando aconteçieron, e quel dicho conde los avía dado para que quedasen por memoria a los religiosos padres deste monesterio de señor Sant Gerónimo, donde está enterrada la dicha condesa sunstuosamente”.

PORQUE LOS JERONIMOS FUERON MAS ABIERTOS CON LOS CONVERSOS

La Orden de San Jerónimo no tenía, en sus inicios, estatutos de limpieza de sangre que restringieran el ingreso de conversos. Esto ofrecía un entorno más acogedor para los conversos en comparación con otras órdenes religiosas que adoptaron tempranamente políticas restrictivas.

La Orden disfrutaba del patronazgo y la protección de la monarquía española y de importantes familias nobles, como los Ponce de León, lo que ofrecía un grado de seguridad y estatus a sus miembros. Esta protección podía ser especialmente atractiva para los conversos, que a menudo enfrentaban desconfianza y discriminación en la sociedad.

A diferencia de otras órdenes religiosas como los Dominicos que tenían una larga historia de retórica antijudía, los Jerónimos no tenían una tradición establecida de hostilidad hacia los judíos o sus descendientes conversos. La presencia y el liderazgo de conversos notables dentro de la Orden, como fray Alonso de Oropesa, podrían haber incentivado a otros conversos a unirse, esperando encontrar un ambiente de mayor tolerancia y comprensión hacia su situación.

La transición hacia una política de exclusión de conversos refleja un cambio más amplio en la sociedad española y en la Iglesia Católica durante la Reconquista, la expulsión de los judíos en 1492, y el establecimiento de la Inquisición española, lo que llevó a un énfasis creciente en la pureza de sangre como criterio para el estatus social y religioso. Esto llevó a que muchas órdenes, incluida la de San Jerónimo, adoptaran eventualmente estatutos de limpieza de sangre, excluyendo a los conversos y sus descendientes.