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En 1885 dejó de celebrarse la Feria de Marchena por la epidemia de cólera

El Ayuntamiento de Marchena solicitó a la Corona permiso para celebrar una feria en 1829, pero se aprobó en 1832, año en que comenzó la epidemia de cólera, aunque no se celebra hasta 1836, por falta de fondos.

Justo cuando entró en España la epidemia de cólera el gobierno autorizó la feria de Marchena como una forma de reactivar las maltrechas economías locales. La misma feria dejó de celebrarse en 1885 por la epidemia de cólera que estaba prevista que se celebrará del 1 al 3 de septiembre. En agosto y noviembre se instalaron «tiendas de campaña y salones provisionales formados por berlingas» junto a la estación de Renfe, sitio de La Laguna, como lazareto provisional «para la observación de viajeros procedentes de puntos con infección».

El Lazareto era un lugar para el aislamiento de enfermos contagiosos como lepra o tuberculosis las más comunes a principios del XIX.

Antes de existir la estación de Renfe, en aquella zona se ubicó el Lazareto de los Ternero  tal y como refleja el plano de 1828.

Ese año la Corporación autorizó al Alcalde a comprar material desinfectante para sanear las calles y plazas de Marchena por la epidemia de cólera que afectó a España desde 1832 en distintas oleadas cobrándose 800.000 vidas a lo largo de cuatro pandemias. 300 000 muertes en el periodo 1833-1834, unas 236 000 muertes en 1854-1855, unas 120 000 en 1865 y otras 120 000 en 1885.

El traslado de los enterramientos desde las iglesias y conventos al cementerio municipal se agilizó precisamente por la cantidad de muertes en este periodo.

El Alcalde escribe a la Hermandad de la Caridad en 1875.  «La Real Orden de 15 de febrero de 1872 prohíbe se verifiquen exequias de cuerpo presente en las iglesias donde se celebre culto por cuya razón espero de V. que al traerse por la Hermandad de su presidencia algún cadáver de los caseríos de este término, lo depositen, mientras dicho acto religioso tiene lugar, en la capilla del cementerio municipal».

Se aplicaron algunas medidas como creación de cordones sanitarios, cuarentenas en los lazaretos, aislamiento sectorizado de la población, y habilitación de hospitales provisionales. Se mejoraron las condiciones higiénicas limpiando con más frecuencia las calles.

El Ayuntamiento ordena «que suministren medicinas solo a los que puedan salvar sus vidas y no a los enfermos crónicos e incurables».

La comisión municipal de Sanidad fue dando ayudas y medicinas a los marcheneros hasta que los fondos escasearon y entonces se hace una llamada de atención sobre los abusos que algunos estaban haciendo de la Beneficencia y avisan a los médicos «que suministren medicinas solo a los que puedan salvar sus vidas y no a los enfermos crónicos e incurables» tal como recoge Fernando Alcaide en su obra sobre el XIX.

En agosto de 1885 un grupo de marcheneros dirige un escrito al Alcalde pidiendo «que el Ayuntamiento, en representación del pueblo se consagrase al Divino Corazón de Jesús para que con su poderoso valimiento, proteja y defienda esta villa del contagio que está diezmando a diferentes poblaciones de España» recoge el libro 47 de Actas Capitulares del AHMM, tal y como expone Fdo Alcaide.

El Ayuntamiento aprobó consagrarse al Corazón de Jesús contra el contagio, (devoción impulsada por los jesuitas)  costeando cada año una función religiosa «en el Domingo que cayese dentro de la novena que todos los años se celebra en la Parroquia de San Miguel» asistiendo la Corporación. Esta devoción arraígó entre la población y en 1926 se llevó una imagen del Sagrado Corazón al Ayuntamiento.

Además se costeó novena a San Roque, que da nombre a nuestro cementerio, protector ante la peste y toda clase de epidemias,  y San Sebastián para que librara a la población del contagio y la Hermandad Sacramental de San Juan convocó una misa la misma finalidad.

El cólera llegó a Europa en 1817 y hasta 1884 el doctor Robert Koch no descubrió el bacilo causante de la enfermedad y el doctor Jaume Ferran ensayó una vacuna en 1885.

Cada país trató de solucionar el problema por sí mismo, sin intercambio de ayuda, ni información y al no haber autoridad central sanitario cada médico aplicaba el tratamiento que mejor le parecía.

En julio de 1834, la psicosis de la población por el cólera se convirtió en histeria colectiva que les llevó a cometer matanzas de frailes en diversos puntos de España, acusándolos de envenenar las aguas. La sospecha se extendió a los aguadores, los farmacéuticos, los médicos…. ​

Otra epidemia que causó muertes en Marchena fue la viruela. Un informe del Ayuntamiento en 1870 pide convoca la Junta Local de Sanidad y enviar un informe a Diputación sobre «el notable número de defunciones que esta enfermedad está causando en párvulos y adultos permitiendo el mal como un azote sin que su influencia degenere por la alteración de las estaciones ni ninguna otra circunstancia» recoge Fdo. Alcaide en su obra sobre el S. XIX.

FUENTES: Marchena de la Revolución a la Restauración en el XIX. Fernando Alcaide Aguilar.