Historia de las Sevillanas marcheneras: las sevillanas del olivar
José Antonio Suárez López
La dificultad técnica de las sevillanas marcheneras es muy elevada. De hecho no están al alcance de cualquier aficionado, se requiere capacidad, estudio y determinación para logar una correcta interpretación.
ANGELES ACEDO. Ángeles Acedo, Directora de Proyectos de la Asociacion Cultural Andaluza El Roete. Fotografía Alberto Ternero
Con toda probabilidad las Sevillanas marcheneras proceden (como todas las demás sevillanas) de la Seguidilla Manchega, baile castellano con compás ternario que se baila en parejas, normalmente acompañado por guitarra, cante y percusión.
Durante el siglo XVIII, dado el afrancesamiento de la cultura en todos los niveles, los profesores de baile sistematizaron las distintas variedades de seguidillas y a las bailadas en Sevilla les llamaron Sevillanas. La Escuela Bolera,o Escuela de Palillos, nace a partir de este fenómeno, que a modo de nácar, va cubriendo las posibles irregularidades o variaciones de las interpretaciones de nuestros bailes, pero en Sevilla, esta Escuela toma cariz propio en el siglo XIX, a partir de la familia Pericet (cuyo primer Ángel fue a Sevilla a estudiar con Amparo Álvarez La Campanera).
Se diversifican y clasifican las sevillanas de modo que en los corrales de vecinos de toda la provincia se siguen bailando las corraleras, en cambio en las escuelas de baile, con fines artísticos y escénicos, se estudia la Escuela Bolera, a la que pertenecen bailes como el Fandango Clásico, el Olé de la Curra, las Sevillanas Clásicas y Boleras y las Sevillanas Marcheneras.
Las Sevillanas Clásicas son siete, como las Olivareras; las Clásicas se bailan con palillos, las Marcheneras también, son baile saltado, por tanto festivo y animado, y esto es así en ambos casos, la dificultad técnica es muy elevada tanto en unas como en otras. De hecho no están al alcance de cualquier aficionado, se requiere capacidad, estudio y determinación para logar una correcta interpretación, tanto para las Boleras como para las Marcheneras.
Ahora bien ¿qué atesoran las Sevillanas del Olivar? Principalmente su origen rural y la referencia directa, a través de los movimientos agachados, a la recogida de la aceituna. Mientras que las Sevillanas Boleras incorporan movimientos e indumentaria preciosistas (rasos, madroños, corpiños,…) y mantienen un tinte escénico y urbano, no accesible para las clases trabajadoras, las Sevillanas Marcheneras se interpretan con ropa de labor: en hombres y en mujeres incorporan el pañuelo en la cabeza y las zapatillas de esparto.
Los tejidos de la vestimenta son de algodón y la amplitud de las faldas y el uso de pololos en lugar de madroñeras en las mujeres, indican que hablamos de jornaleras, campesinas, personas asalariadas que tras meses de esfuerzo celebraban bailando el fin de la tarea agrícola de la recogida del fruto del olivar.
Los matices relativos al cortejo, que tienen todos los bailes en pareja, los dejamos para otra ocasión. Solo apuntar que un esfuerzo (el de bailar) tras otro (el del olivar) parece no tener mucho sentido si lo miramos con parámetros actuales, pero Ortega y Gasset afirmó que todo esfuerzo inútil conduce a la melancolía.
Seguro que el esfuezo de bailar dio lugar a más de un encuentro amoroso entre los jornaleros que habían compartido ya los sudores de la tarea. El valor de estas perlas está en los logros obtenidos por la exhibición de gracia y técnica, elementos muy valorados en los ritos de celebración y en los bailes de seducción.
BIBLIOGRAFÍA: -Cruces, Cristina: Más allá de la música. Antropología y Flamenco. Signatura Ediciones, Sevilla, 2002 -Navarro García, José Luis: Historia del baile flamenco (Vol I). Signatura Ediciones, Sevilla, 2008