El primer viaje de Colón concluyó con su regreso a España en 1493, poco antes de la entrega de Cádiz a los Reyes. El segundo viaje de Colón, que consolidó el descubrimiento, ya partió de Cádiz el 25 de septiembre de 1493. Pero había un problema: Cádiz no era de los Reyes por eso presionaron a la Casa de arcos para que cedieran la ciudad.
Un documento fechado el 30 de Agosto de 1492, que describe la toma de posesión del lugar de Los Palacios en Sevilla, por el Estado de Arcos, tuvo lugar poco antes de que llegara la noticia del descubrimienbto de América, pues Colón habia partido de Palos el 3 de Agosto de ese mismo año y volvió a Lisboa el 4 de Marzo del año 93. Luego, el 15 de marzo de 1493, Colón llegó al puerto de Palos de la Frontera, en Huelva.
La noticia del descubrimiento de nuevas tierras al otro lado del Atlántico se difundió rápidamente por toda España y el resto de Europa, gracias al sistema de mensajería y las redes diplomáticas que mantenían los Reyes Católicos. Las cartas y relatos de Colón, así como las comunicaciones oficiales, comenzaron a circular poco después de su llegada, generando gran expectación en toda Europa.
El 20 de febrero de 1493, Beatriz Pacheco, marquesa de Cádiz III condesa de Arcos, envió una carta a la ciudad de Cádiz accediendo a la entrega de dicha ciudad a los Reyes Católicos por petición de estos a cambio de importantes beneficios económicos. El 21 de febrero de 1493, los Reyes emitien un recibo del fiscal real sobre la recepción de las escrituras de la ciudad de Cádiz enviadas por la duquesa Beatriz Pacheco.
Según cuenta el Cura de Los Palacios y cronista de los Reyes Católicos, Andrés Bernáldez en “Memorias del Reinado de los Reyes Católicos”, en el año 1496, después de regresar del segundo viaje a las Indias, el almirante Cristóbal Colón visitó Los Palacios y Villafranca y quedó hospedado en casa de Bernáldez, ubicada junto a la Parroquia, acompañado del hermano del cacique Caonaboa, de un sobrino del cacique y del obispo Juan de Fonseca.
“ E así ge lo dixe e fize entender yo el año de mil e cuatrocientos e noventa y seis, cuando vino a Castilla la primera vez después de aver ido otra vez a descubrir, que fué mi huésped e me dexó algunas de sus escripturas, en presencia de don Juan de Fonseca, de donde yo saqué e cotegé con otras que escribió el doctor Chanca, e otros cavalleros que con él fueron en los viages ya dichos. que escribieron lo que vieron.”
“ Dixo que los traía a ver al rey e a la reina, para después volverlos en su onrra e estado. Traía al Caonaboa e a un su hermano de fasta treinta e cinco años, a quien puso por nonbre don Diego, e a un moçuelo sobrino suyo, fijo de otro hermano. E murióse el Caonaboa en la mar, o de dolencia o de poco placer. Traía un collar el dicho don Diego, hermano de Caonaboa, de oro, que fazía el almirante poner cuando entrava por las cibdades o logares, fechao a eslabones de cadena, que pesava seiscientos castellanos; el cual yo vi e tomé en mis manos, e tuve por huéspedes en mi casa al obispo don Juan de Fonseca e al almirante e al dicho don Diego”.
Tras superar décadas de guerras internas en la monarquía de Enrique IV, provocadas por los nobles como Juan Pacheco y sus afines los Ponce, si algo aprendieron los Reyes Católicos era la necesidad de un poder fuerte y unificado.
Diego de Deza arzobispo de Sevilla y Cristobal Colón.
Así el Concejo de Sevilla, controlado por el Rey y los Guzman, en el contexto de 1492, evitó por todos los medios que los Ponce de León acumularan poder en todo lo relacionado con la Carrera de Indias después de las grandes sumas invertidas en financiar los viajes de Colón.
El concejo sevillano creó un nuevo pueblo de colonos rodeando Los Palacios llamado Villafranca de la Marisma, mientras presionaba a Beatriz Pacheco la viuda del Marqués de Cádiz, para que entregara Cádiz a la corona y azuzaba el enfrentamiento interno enntre los partidarios de Manuel y los de Rodrigo Ponce, dos hermanos enferntados por la herencia del ducado de Arcos.
Beatriz Pacheco, a través de sus hombres llegó a secuestrar y luego liberar a Manuel Ponce de León mientras se verirficaba el traspaso de poder sin problemas ya que años atrás, Manuel había llegado a tomar el Alcazar de Marchena reclamando el Estado de Arcos. Luego a esta rama de la familia se le entregadó el condado de Bailémn tras 50 años de pleitos que delbilitaron el poder familiar.
Tras la muerte de Rodrigo Ponce de León en agosto de 1492, Beatriz Pacheco quedó como albacea, tutora y administradora de su nieto y heredero Rodrigo, de tan solo dos años de edad Esto la colocó en una posición de responsabilidad para gestionar los asuntos del linaje Ponce de León, incluyendo la posesión de Cádiz.
Negociaciones con la Corona
Beatriz Pacheco se vio en la necesidad de negociar con los Reyes Católicos sobre el futuro de Cádiz, que había sido parte del señorío de los Ponce de León. Las negociaciones resultaron en: la entrega de la ciudad de Cádiz a la Corona y a cambio, los Reyes Católicos concedieron nuevos privilegios a la familia, como el título condal para Arcos de la Frontera.
Beatriz Pacheco era hija de Juan Pacheco, marqués de Villena y una de las figuras más influyentes de la corte de Enrique IV, lo que evidencia la profunda alianza entre los Pacheco y los Ponce de León en el siglo XV. Esta alianza fue crucial durante las disputas por el trono castellano, donde las casas nobiliarias ejercieron un poder considerable. La posesión de Los Palacios y sus fortificaciones aseguraba a la familia Ponce de León una posición estratégica en Andalucía, no solo en términos territoriales, sino también políticos, en un momento en que los conflictos entre nobleza y monarquía estaban a la orden del día.
Pedro de Spínola Negrón tomó posesión de la villa de Los Palacios, incluyendo su castillo y las tierras adyacentes, siguiendo los protocolos establecidos para este tipo de ceremonias. La carta de poder y la cláusula del testamento del III conde de Arcos, insertadas en el texto, confirman la autoridad de Beatriz Pacheco como tutora, destacando su rol como una figura clave en la gestión y conservación del patrimonio familiar en un momento de transición tras la muerte de su esposo y clave en la historia de España.
Los Palacios y Villafranca, bajo el control del Duque de Arcos, producían alimentos que se enviaban a Sevilla y Cádiz, puertos clave en la Carrera de Indias. Las ciudades de la región, incluidas Los Palacios, contribuían con productos esenciales como trigo, aceite, vino, y otros productos agrícolas que eran necesarios tanto para la población local como para los barcos que partían hacia América.
Sevilla se convirtió en el monopolio del comercio con América tras la creación de la Casa de Contratación en 1503, lo que hacía que cualquier actividad comercial hacia el Nuevo Mundo pasara por esta ciudad. Los Palacios, por su proximidad a Sevilla, se benefició de la actividad comercial derivada de la Carrera de Indias. La cercanía a este centro neurálgico permitió a Los Palacios participar indirectamente en el auge económico de la época.
La Casa de Arcos controlaba un vasto territorio que incluía Los Palacios, campiña sevillana y Jerezana, Sierra de Cádiz y puertos de Cádiz, como Cádiz, Rota y Chipiona.
El documento destaca claramente la influencia y el control que los genoveses, como Pedro de Spínola Ngerón, tuvieron en la administración del Estado de Arcos y, en particular, en la ciudad de Cádiz durante el mandato de la ciudad de Rodrigo Ponce de León. Los genoveses en Cádiz y Sevilla formaban una comunidad poderosa y bien conectada, especialmente en el ámbito comercial y administrativo, lo que les permitió jugar un papel clave en la estructura económica y política de la región.
Gracias a Rodrigo los genoveses toman el control de Cádiz desde 1460 a través de matrimonios mixtos de las élites locales con los Marrufo, Spinola, Negrón, Usodemar. Luzardo, Ascanio, Polo, Casanova y ya nunca dejarían de ejercer una influencia decisiva en el arte, la historia, la cultura y la economía de la ciudad y resto de municipios del Estado de Arcos.
A través de matrimonios mixtos y alianzas con familias influyentes, como los Marrufo, Spinola, Negrón y otras élites locales, los genoveses consolidaron su control sobre Cádiz desde 1460, apoyados por el gobierno de Rodrigo Ponce de León, quien les concedió privilegios y permitió que gestionaran el comercio, el Cabildo y las almadrabas de la ciudad.
Durante los siglos XV y XVI, los genoveses fueron una de las comunidades extranjeras más influyentes en la Península Ibérica. En ciudades como Cádiz, Sevilla y otras partes de Andalucía, los genoveses controlaban gran parte del comercio marítimo, especialmente el de productos de lujo y las almadrabas (pesquerías de atún). Sus habilidades financieras y comerciales, así como sus alianzas estratégicas con las élites locales y la corona, les permitieron ganar poder político y social.
El marquesado de Estepa fue otorgado a la familia Centurión, una de las familias genovesas más influyentes en Andalucía, en 1564. Esta familia había logrado ascender en el poder a lo largo del siglo XVI, aprovechando sus conexiones comerciales y políticas en la región, y especialmente su papel en el comercio marítimo y la banca.