Durante siglos, la misa de maitines celebrada al amanecer del día de Navidad fue la más importante del adviento en la Parroquia Matriz de San Juan. Los villancicos compuestos para ese día tienen una rica simbología en torno al sol y al poder terrenal. La navidad oculta fiestas ancestrales como el solsticio de invierno o las saturnales romanas.
Muchos de estos templos solares que con los siglos se convierten en iglesias están orientados (etimológicamente mirar a oriente) este-oeste por el equinoccio de primavera-otoño y otros orientados al solsticio de verano (más al noreste) invierno (más al sureste). Solo las mezquitas luego iglesias de nueva creación del periodo andalusí se enquiblan, es decir se orientan a la Meca es decir más al este que la salida del sol.
Los maitines eran una misa que se oficiaba al amanecer que se oficiaba desde los orígenes de la iglesia. Anteriormente fue el Oficio nocturno, el Oficio de la vigilia que luego pasa a celebrarse al amanecer, recibiendo el nombre de maitines.
Los maitines de Navidad, celebrados durante la noche del 24 al 25 de diciembre, eran una parte esencial de la liturgia cristiana en el siglo XVII. Esta ceremonia nocturna, que comenzaba en la oscuridad y concluía con la llegada del amanecer, que en esta epoca del año amanece a las ocho de la mañana lo que simbolizaba el nacimiento de Cristo como la «luz del mundo» que disipa las tinieblas.
La estructura de los maitines incluía la recitación de salmos, lecturas bíblicas y, en ocasiones, la interpretación de villancicos. En catedrales y grandes iglesias, estos oficios se realizaban con gran solemnidad, contando con la participación de coros, órganos e instrumentistas. Por ejemplo, en la Catedral de Burgo de Osma, los maitines de Navidad destacaban por la inclusión de villancicos que sustituían a los responsorios tradicionales, atrayendo a numerosos fieles por su carácter festivo y su interpretación en lengua vernácula.
Sin embargo, a lo largo del siglo XVIII, se produjo una reforma en la liturgia que afectó la celebración de los maitines de Navidad. Las autoridades eclesiásticas buscaron una mayor uniformidad y solemnidad en los oficios, lo que llevó a la supresión de los villancicos y su sustitución por responsorios más formales. Este cambio, junto con la tendencia a simplificar las ceremonias religiosas y adaptarlas a horarios más accesibles para los fieles, contribuyó a la progresiva desaparición de los maitines nocturnos.
A pesar de su desaparición en muchos lugares, algunas tradiciones vinculadas a los maitines de Navidad han perdurado. Por ejemplo, en Mallorca, se mantiene el canto de la Sibila durante la Misa del Gallo, una costumbre que tiene su origen en el rezo litúrgico de los maitines.
EL CASO DE MARCHENA
La Biblioteca Nacional de España conserva dos libretos de Villancicos para la misa navideña de maitines impresos por la Parroquia de San Juan de Marchena para ser repartido y cantado a coro por los fieles. El primero data de 1712 siendo maestro mayor de capilla Juan Ignacio de Morales Maldonado y el segundo de 1804 siendo maestro de la capilla musical José Bedmar y Muñiz.
LLAMANDO AL SOL TRIUNFANTE
Villancicos de Maitines San Juan Bautista de Marchena de Usuario 111
En 1712 la iglesia de San Juan publica un libro de villancicos dedicados a Manuel de Saavedra Alarcón y Ramírez, familiar del Santo Oficio. Los familiares del Santo Oficio eran personas muy poderosas ya que trabajaban para la Inquisición y tenían la potestad de denunciar a personas de forma anónima, es decir sin ser desvelada su identidad.
El villancico primero, llamado de Calenda, (el primer día de cada mes, que debió coincidir en principio con la luna nueva) se cantaba aún en la noche y simulaba una especie de desfile militar con claras referencias a la estructura de poder. «Al son de los Clarines, y Timbales, marchando van milicias celestiales. Generosos caminan presurosos a ver al sol, que a media noche nace».
Los templos estaban orientados al este, -por donde salia el sol-, que representa a Cristo triunfante. Los sacerdotes oficiaban la misa mirando siempre al Este por eso daban la espalda al pueblo.
En el villancico tercero se pide a las sombras de la noche que desaparezcan dando paso al sol que es Jesús recién nacido. «Desnúdese el luto la noche funesta: pues ya nuestros campos se visten de estrellas. Coro: Vea el Orbe el consuelo de su tristcza. Enjugue la Aurora sus lágrimas tiernas: que el Sol con sus luces las sombras destierra».
El triunfo del sol -ya se festejaba en la antigua Roma (fiesta del sol Invicto) en el solsticio de invierno. Es el momento del año en que menos horas de sol hay. Al mismo tiempo se personifica el sol con Jesús, y se alude a la necesaria iluminación para crecer en la vida espiritual, dando la espalda a la ignorancia que representa la sombra.
El día 5 de diciembre de 1731 fallecía en Madrid Baltasar de Rojas Pantoja, tío de José Pedro Pantoja Ponce de León y mano derecha de Felipe V, el primer rey Borbón, quien le otorgó, en 1713, el titulo de marqués de Valcerrada. También se le menciona en el villancico.
«Mas si el enemigo fiero del Alma, asalta el Castillo, y el rastrillo no ha echado la fortaleza, ni la pieza del dolor tira congojas, ni Don Baltasar de Roxas a socorrernos alcanza». (…) «adelante va el Borbón» que hay emboscada, socórranos la armada».
Libro de Villancicos de 1804 de la misa de maitines de Navidad de la iglesia de San Juan de Marchena from Usuario 111
Las Saturnalia, era una fiesta romana que recordaban la inauguración del templo de Saturno en el Foro Romano (498 a.C. circa). En esta jornada se subvertía el orden social (el «mundo al revés») e intercambiaban regalos.
En el Foro Romano, había un banquete público, seguido por el intercambio de regalos, continuo festejo, y un ambiente de carnaval en el que se producía una relajación de las normas sociales al grito multitudinario de «Io, Saturnalia».
Esta fiesta era tan apreciada por el pueblo, que de forma no oficial se festejaba a lo largo de siete días, del 17 al 23 de diciembre.