Para Ravé tanto si es un original como si es una copia de época es de gran valor e interés.
Los excesos del Duque de Arcos, Don Rodrigo, odiado por el pueblo, y la creación de un impuesto sobre las frutas motivaron una rebelión de Nápoles contra el rey de España sofocada en 1648 por Juan de Austria.
Este episodio le costó el cargo al propio Duque de Arcos y a Marchena la desaparición de la barriada Puerta Ecija, que lindaba con su palacio por temor a las revueltas. Del paso del duque por Nápoles queda un lienzo de San Agustín que pintó Ribera para el Duque.
Al mismo tiempo hubo levantamientos contra el Rey de España en Andalucia (rebelión de los Moriscos de las Alpujarras con papel destacado de los Ponce de León y repercusión en Marchena), Cataluña, País Vasco, Flandes y Nápoles.
Para paliar el vacío de la arcas de la ciudad italiana en 1647, en medio de un ambiente de epidemias, hambre y sequía, el Virrey, Duque de Arcos, gravó la fruta, alimento y principal comercio de la población napolitana, provocando un inmediato levantamiento.
Cuando Murillo estuvo en Marchena en verano de 1651, conoció entre las colecciones ducales una obra de Ribera -Virgen con Niño- que el Duque había traído de Nápoles y se enamoró de ella hasta tal punto que la copió y le influyó en su propio estilo.
«Sólo pudo copiarlo ante un original y sólo pudo haberlo visto en Marchena o en Sevilla. Lo cierto es que le impactó y no lo olvidó nunca» indica Juan Luis Ravé, experto en Historia del Arte.
Ravé cree que el lienzo de Ribera pudo estar entre la producción artística que el Virrey de Nápoles, Rodrigo Ponce de León Duque de Arcos encargó a su pintor de cámara José de Ribera, pintor de los virreyes españoles ubicados en el Palacio real napolitano, como también hiciera el Duque de Osuna con el mismo pintor.
«Es un Ribera poco riberesco. Porque en la madurez casi al final de su vida se hace luminoso. Conectando así con los gustos de Murillo que siempre lo admiró. Desde sus primeras obras se nota. Y este cuadro lo pudo ver muy pronto en 1651 y nunca lo olvidó» indica Ravé.
El original de esta obra se conserva en el Museo de Filadelfia. Está firmado por Ribera y fechado en 1646. Hasta su reciente restauración se leía 1648 pero la restauración ha adelantado a 1646, cuando el duque era el virrey. Hay una copia de gran calidad hecha por el taller de Ribera en la iglesia de Santa Isabel de Marchena y otra de menos calidad en San Andrés. Otra copia fue entregada por Murillo cuando entró en la hermandad de la Caridad de Sevilla.
El 5 de mayo de 1647 sale de Cádiz la Armada Española mandada por Juan de Austria y compuesta por seis galeras, treinta y un bajeles de guerra y ocho de fuego,con tres mil quinientos treinta y un hombres de guerra y tres mil cuatrocientos veintisiete de mar. Llegaron a Nápoles costeando España a tiempo para abortar ataques franceses en Tarragona y Tortosa.
El uno de octubre llega Juan de Austria a Nápoles y el Duque de Arcos, que había rechazado la primera oleada de la rebelión popular protagonizada por Massaniello, le informa de la situación de la rebelión y comienzan los combates contra los rebeldes por orden del Duque dispuesto a ahogar la rebelión en un mar de fuego y sangre.
Juan de Austria negocia con el Gobierno de Nápoles, la salida de Don Rodrigo porque el pueblo le odiaba. El Virrey marchenero, y sus hombres de confianza tratan de negociar en secreto con los rebeldes para conservar su cargo a través del Obispo. En enero de 1648, el Duque de Arcos vuelve a Marchena y deja el gobierno de Nápoles.
Francia se hace con el control y expulsa a los españoles
Apoyado por Francia el escopetero Gennaro Annese lidera la segunda rebelión que logra expulsar a las tropas españolas del Duque de Arcos, declara la República de Nápoles por dos años y otorga el gobierno a Enrique de Lorena -descendiente del legítimo rey de Nápoles-.
El nuevo Virrey español en Nápoles, Iñigo Vélez de Guevara, Conde de Oñate, apresó al francés Enrique de Lorena y el 6 de abril de 1648, se comunicaba el Rey de España la total reducción de Nápóles sin daños considerables aunque queda la ciudad sumida en la ruina económica. En Madrid el Rey Felipe IV celebró esta noticia con una manifstación por las calles aclamado por el pueblo, informa Josefina Castilla Soto en su obra «La revuelta napolitana de mediados del siglo XVII y don Juan José de Austria».
José de Ribera pintor de los Virreyes españoles en Nápoles
Tras una estancia en Parma (1611) y Roma (1615), donde aprendió de los principales maestros italianos José de Ribera se convierte en el pintor oficioso de los virreyes españoles en Nápoles.
En 1616 estaba en Nápoles, donde se casó con la hija de Bernardino Azzolino, un importante pintor local de reconocido prestigio y vivió en dicha ciudad por el resto de su vida. El joven pintor fue descubierto por el virrey español, el duque de Osuna, a través de quien entran sus obras a la corte española. En el Calvario que pintó por encargo de la Duquesa de Osuna y hoy se conserva en la Colegiata destaca la influencia de Miguel Angel en el dibujo del Cristo que hizo para Vittoria Colona. El Rey Felipe IV llegó a poseer cien pinturas de Ribera, más que de ningún otro artista español informa la web del Museo del Prado.
Dicho museo conserva una obra de Ribera titulada San Agustín orando donde destaca la influencia del claroscuro de Caravaggio y los empastes de pintura densa que lo hicieron único para modelar el rostro y las manos.
Los colores romanos, el claroscuro de Caravaggio, tal diversidad de medios expresivos fue única entre sus contemporáneos españoles, fue dibujante prolífico y experto grabador. Las pinturas de Ribera se caracterizan por su grueso empaste, que les da una calidad táctil y que el artista empleó de manera muy efectiva para representar diferentes texturas y dar una impresión de tridimensionalidad monumental (Pérez d’Ors, P. en: Del Greco a Goya. Obras maestras del Museo del Prado, Museo de Arte de Ponce, 2012, pp. 91-92).
Juan Luis Ravé en su obra para Codexsa sobre el templo de San Agustín de Marchena informa de que en el inventario de los documentos del Palacio Ducal marchenero llama la atención la existencia de un San Agustín obra de José de Ribera. La comparación del cuadro del Prado con la pintura del mismo nombre, título, época y estilo que se conserva en el coro de San Agustín de Marchena indica que podemos tener en Marchena una joya del arte, a falta de una restauración y correcta datación por expertos. Para Ravé tanto si es un original como si es una copia de época es de gran valor e interés.
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