La Hermandad de la Trinidad fundada en 1609 por los Jesuítas de Marchena y radicada en su templo estaba dirigida por el yerno del duque de Arcos, el conde de Luna y su función principal era asistir a los hospitales y cárcel de Marchena.
No era la única hermandad de los Jesuítas. En 1746 el padre Martín García visitador de la provincia de Andalucía crea en Marchena la Congregación de la Anunciata o la Anunciación que hacía una fiesta en el Colegio de la Compañía por esta festividad. En 1753 el padre Tomati era además director de la Congregación de la Buena Muerte.
Además de las hermandades que fundaron ellos mismos, los Jesuitas de Marchena tenían especial relación con la Sacramental de San Juan y con la Hermandad del Dulce Nombre de Jesús de San Sebastián, que en 1722 debido a la fuerte sequía llegó en procesión a la iglesia de de los Jesuitas, costumbre que se repitió en 1724.
Representación de La Trinidad
Según la historia del colegio de los Jesuitas de Marchena, obra de Juan José Lozano Navarro el conde acudía personalmente a la cárcel y hospitales asistiendo a los pobres y enfermos, cargando los sacos de trigo y pan que él repartía con sus manos, con lo que pretendía dar ejemplo y mover a la imitación de los demás miembros de la congregación.
En algunas épocas del año los hermanos desfilaban por la ciudad haciendo ostentación de las limosnas que llevaban para los pobres -tan en la línea de la mentalidad del Antiguo Régimen- lo que les supuso una amonestación de los Jesuitas porque «había más apariencia que sentido».
En 1611 entra en ella el marqués de Zahara heredero del duque de Arcos y con su ejemplo entraron muchos otros servidores ducales. Al año siguiente fue el año de su mayor apogeo y su unió con la Hermandad Primaria de Roma algo que se celebró con una mascarada a caballo con antorchas y la asistencia del Duque y el Marqués y la asistencia de todo el pueblo.
En 1613 eran 400 miembros que también pedían limosna por la parroquia para los pobres y enterraban a pobres y ajusticiados.
En 1613 ofrecieron una comida a los pobres de Marchena que según los jesuitas resultó un desastre debido a que fue tanta la gente de toda la comarca que acudió, que temieron que la comida no alcanzaría para tantos. Además los alguaciles tuvieron que afanarse en poner orden.
De modo que fue un milagro «que tanta multitud de gente obedeciese y se pusiese en concierto para que los frailes le diesen de comer y recogiesen las sobras» tras comer cada uno los con cinco panes y dos peces. «Más con todo sobró pan, pescado y dinero que después se repartió entre más de 150 pobres».
En 1614 los labradores de la cofradía hacen una misa de acción de gracias por la buena cosecha a la que van los Duques y hubo música y gran asistencia de gente aunque ya en 1753 ni siquiera quedaba la memoria de que alguna vez existiera.
También fundaron la hermandad o congregación del Espíritu Santo que llevaban al hospital de Misericordia «cantidad de colación y de otros refrescos para los pobres». Iban por la calle con sus platos y toallas «causando devoción y admiración al pueblo» camino a la cárcel para dar a los pobres algunas comidas relatan los Jesuitas.