Así operaban los espías en Andalucía en tiempos de los Reyes Católicos
José Antonio Suárez López
Tal y como expone el libro Espías del Imperio (Espasa, 2021) de Fernando Martínez Laínez. Los servicios secretos han existido siempre y en España hay documentos el siglo XV, en Castilla, Aragón, Portugal, Navarra o el Reino Nazarí.
Los Reyes Católicos dispusieron de una completa red de informantes, dependiente del Consejo Real. Sin embargo, fue a partir de la época del emperador Carlos V cuando el Imperio Habsburgo, como potencia hegemónica, dispuso de los servicios secretos más complejos e importantes de su tiempo. No solo se prestaban servicios de espionaje sino también de contraespionaje. Casi todos los países del mundo tenían informantes y espías dentro del Imperio Habsburgo.
En Marchena tenemos un documento que desvela cómo los Reyes católicos espiaban y conspiraban contra la nobleza andaluza para robarles el poder. Carriazo desvela un documento secreto que no fue destruído, que los Reyes Católicos dieron orden en secreto de azuzar el enfrentamiento entre hermanos y alentar rebeliones contra los Ponce de León para quitarles poder a los señores feudales y así fortalecer la monarquía.
Don Rodrigo Ponce de León se dedicó a luchar toda su vida contra distintos enemigos. Primero contra el Duque de Medina Sidonia, llevando la guerra a las ciudades, y luego contra los musulmanes, pero sin duda su peor enemigo fue su propio hermano Manuel Ponce de León que le reclamaba toda la herencia familiar ya que Rodrigo era un bastardo de madre morisca.
Poco antes de la conquista de Granada en 1492 se casaron en secreto Don Rodrigo y Doña Beatriz Pacheco -después de vivir juntos veinte años-, en la iglesia de Santa María de la Mota en una ceremonia íntima oficiada por el capellán del duque Alonso Sánchez y Juan Rodríguez el sacristán de Beatriz Pacheco. La ceremonia se ofició antes del amanecer y con la sola presencia de dos niños de seis años y los dos curas mencionados. Los dos niños que portaban cirios eran de las familias de confianza del duque, Francisco de Aguilar y Leonor de Saavedra.
En enero de 1473 Don Manuel Ponce de León y algunos pocos hombres fieles a su causa entraron en Marchena y se apoderaron del Castillo de la Mota. Desde las almenas Don Manuel pidió a los vecinos de Marchena que le reconocieran como Señor a cambio de ventajas económicas. Pero los marcheneros prendieron fuego a las puertas del castillo, asaltaron la torre donde estaba y lo hicieron huir.
Muerto Don Rodrigo y para asegurar que la toma de posesión de todas sus ciudades y tierras por parte de su viuda Beatriz Pacheco, se verificara con normalidad y así asegurar la continuidad del linaje, un grupo de marcheneros secuestró a Don Manuel en el castillo de Mairena según informa Carriazo en su obra Beatriz Pacheco y la Andalucía de los Ponce de León.
Pocos días antes de morir Rodrigo en agosto de 1492 por unas heridas en la toma de Granada, emisarios de Beatriz Pacheco se reunieron con Manuel para conocer sus intenciones, que eran reclamar su derecho a la sucesión.
La víspera del fallecimiento de Don Rodrigo, Don Manuel fue abordado en Sevilla por un vecino de Marchena Enrique de Figueredo antiguo Alcaide en Morón y otros veinte marcheneros a caballo armados y lo llevaron engañado al Castillo de Mairena. Le quitaron hasta el caballo y le dieron una mula de Pedro Gonzalez, yerno del Alcaide de Marchena y lo encarcelaron en el castillo de Mairena vigilado por veinte hombres armados.
En ese momento Don Manuel pensó que lo iban a matar «por el gran odio que le tienen». Al día siguiente con Don Rodrigo agonizante, los criados de Don Manuel avisaron a la Inquisición o Santa Hermandad que rodeó la villa de Mairena para pedir la liberación del preso que había sido secuestrado por los marcheneros.
El Alcaide de Mairena, decide llevar al preso Don Manuel a la fortaleza de Zahara por orden de la duquesa, mientras el cuerpo de Don Rodrigo recorría en procesión las calles de Sevilla alumbrado por más de doscientos cirios y acompañado por otros tantos frailes y sacerdotes desde el Palacio Ponce de León en Santa Catalina hasta su última morada en el convento de San Agustín en la Puerta de Carmona.
Mientras tanto hasta Marchena habían llegado tropas amigas para defender la capital del Estado de Arcos y a su Duquesa en caso necesario lo que provocó el enfado de los marcheneros que lo veían como una ocupación militar. Francisca hija de Don Rodrigo comentó en una posada «no piensen los Pacheco que han de mandar la tierra del Duque mi padre, que de Don Manuel mi tío es, y venga mi tío que es señor de esta tierra». Para asegurarse su fidelidad la duquesa paga a Francisca 400.000 maravedíes.
Dos días más tarde la Inquisición dispuesta a «prender a los que defiendan a los malhechores» interroga a los marcheneros responsables del secuestro, Alfonso de Aguilar y Pedro Portocarrero responden: «prendednos a todos».
La inquisición se dirige a Mairena a pedir que le entregasen al secuestrado pero le responden que ya era tarde pues no estaba allí. El 11 de septiembre de 1492 el Rey ordena al Alférez Mayor de Sevilla que se castigue a los hombre del Señor de Marchena que habían secuestrado a Don Manuel, que lo liberen y que se pacifique la comarca y manda a dos hombres a buscar al preso a Zahara.
Los hombres del Rey encuentran en Zahara al Alcaide Figueredo con diez jinetes de Marchena en el mesón de abajo y le muestran una carta del Rey pidiendo que liberen a Don Manuel, pero responden que sin papeles de la Duquesa Doña Beatriz, no lo haría. Cuando por fin le muestran la orden de Doña Beatriz acceden a liberar al preso.
Aprovechando la debilidad de la duquesa viuda y una vez liberado Don Manuel, los Reyes envían en secreto a un emisario, el bachiller Pedro Díaz de la Torre a la ciudad de Cádiz, haciéndose pasar por responsable de la expulsión de los judíos para que estudie las posibilidades de quitarle la ciudad a los Ponce de León.
Le piden al bachiller que cuando vean a Don Manuel le hablen como a un Duque y le recomienden que pida justicia a la corte real, es decir los Reyes avivaron el enfrentamiento o guerra interna entre los Ponce de León para debilitarlos y afianzar la monarquía.
Para lograr sus fines, los Reyes pretendían incluso alentar una rebelión de los gaditanos contra su Duquesa según documento secreto que se conserva en el Archivo de Simancas y que debía haber sido destruído siguiendo la orden de los Reyes pero nunca se destruyó.