«La Marchenera» es una zarzuela creada por Federico Moreno Torroba músico madrileño que desde 1928 lleva el nombre de Marchena por toda España y el mundo. Su pieza más famosa es La Petenera interpretada por los más grandes tenores y sopranos. La cantaora flamenca Sara Salado participó en la zarzuela que da vida a Paloma La Marchenera en el teatro de la Zarzuela de Madrid en 2015.
La Marchenera no se basa en hechos reales, pero está ambientada en una venta a las afueras de Marchena, concretamente en la zona de La Ventilla en 1842, época de los bandoleros. En su segunda parte se ambienta en la feria de Mairena.
Si Carmen había sido un éxito mundial, el libretista de Torroba, Fernando Luque, imaginó que Paloma, La Marchenera, era una mujer cantaora, valiente y rebelde, hija de un cantaor flamenco, cuyo amor se disputan un comerciante rico y un conde. Ahijada de la Jeroma, la dueña de la venta, Paloma tenía esa valentía que enamora a los hombres que desean dominarla, siendo finalmente dominados por ella. Cárdenas el mayoral del conde pone el elemento político al formar parte de una partida de bandoleros que lucha a favor del alzamiento republicano en Sevilla.
Todos los elementos que aparecen en La Marchenera, bandoleros, republicanos, flamencos y gitanos, existieron en realidad en Marchena en la época en la que está ambientada la zarzuela.
El tren, la luz eléctrica y la revolución llegan a Marchena en 1868 y en el 69 el cura Pedregal toma el Palacio Ducal ondeando la bandera republicana por vez primera ayudado por un ex comandante de la Guardia Civil llamado Antonio Navarrete lider de revueltas campesinas. (La Iberia de 9 de octubre de 1869) . La Gilica, primera cantaora flamenca de la que se tiene constancia escrita en Marchena, fue María del Carmen de los Reyes Torres, nació en la calle Quemada en 1866 y bautizada en San Miguel creó dos estilos de Soleá y se casó en Marchena con Juan Jiménez, tío de Melchor de Marchena.
Los Conejero, se dedicaron al bandolerismo mas los muchos que venían de la Sierra de Estepa como el Pernales, el Vivillo, o los siete niños de Ecija.
Somerset Maugham escritor americano viajó a caballo de Sevilla a Écija, Marchena y Mairena en 1897, tierra «famosa por los bandoleros y forajidos», escribió donde hace más de 30 años que los hombres de negocios que viajaban en mulas «podían fácilmente sufrir un secuestro hasta que a sus amigos les pidieran un rescate donde las orejas y los dedos eran enviados como prueba». Para luchar contra el bandolerismo nació la Guardia Civil hace 175 años en 1844.
Según Maugham la Guardia Civil a menudo disparaba por la espalda a los bandoleros capturados, camino de juicio en Madrid, con la excusa o con la evidencia de que trataban de huir, sabiendo que en la capital, a cambio de dinero, probaban su inocencia y volvían de nuevo al sur.
El juzgado de Marchena condenó en 1853 a doce años de cárcel a Juan Cano, a petición de la acusación particular ejercida por Antonio Alvarez Chocano, periodista y empresario estepeño, que sabía que en Estepa los hermanos Cano, comprarían al juez. Juan Cano, Alcalde de Casariche amparaba a los bandoleros de Estepa como Pernales y Juan Caballero en los cortijos de su familia y en el propio Ayuntamiento.
Los siete niños de Écija asaltaron un grupo de carretas en Marchena el 20 de agosto de 1814 en la finca La Tinajuela.
En 1908 el bandolero marchenero Laureano Conejero, y otro dos bandidos mataron dos guardias civiles que lo llevaban preso en un tren. Durante diez días huyeron a pié de Jerez a Estepa, pasando por Marchena. 10 día después fueron apresados en Pedrera.
En 1884 un tío suyo hermano de su padre, Antonio Conejero, fue ejecutado en la Plaza Ducal, tras asesinar y robar en el campo a un vecino de apellido Baeza. El consejo de guerra lo condenó el 3 de febrero a morir por garrote vil.
Buscando noticias sobre bandoleros Somerseth Maugham recorrió a caballo las seis leguas de Ecija a Marchena. Al llegar a Marchena en Marzo de 1897 llovía y mucho. Le dieron refugio en los cortijos y durmió en las posadas de la calle Mesones muy cerca de la ventilla.
En 1906 el estepeño José Camargo El Vivillo, ex picador de toros, mandó un anónimo amenazando al ganadero local José Ternero reclamándole mil pesetas a cambio de que le dejaran en paz el ganado. Sus ocho hombres fueron vistos en el apeadero de Ojuelos en 1906 según El Imparcial de 17 de junio.