Pedro Hernández Cabrón, fue corsario genovés y judeoconverso al servicio de Rodrigo Ponce de León, Señor de Marchena y regidor de Cádiz, miembro del cabildo municipal hasta su muerte en servicio al Marqués de Cádiz.
Pero quedó para la historia por ser tan mala persona que su propio apellido, Cabrón se convirtió en un insulto usado hasta nuestros días, 500 años después y obligó a su propia familia a cambiarse el apellido. Famoso por su servicio a los Ponce fue requerido luego por los reyes de Castilla -en las conquista de Canarias- y Aragón -en la defensa de Nápoles-.
La figura de Cabrón fue rescatada por el historiador Javier Fornell que realizó una tesis doctoral sobre él, que en 2013 se convirtió en la novelas «Llamadme cabrón».
Entre los años 1467 y 1493, la ciudad de Cádiz no perteneció a la jurisdicción real sino que estuvo bajo la de los Ponce de León, condes de Arcos y señores de Marchena. Los corsarios del Marqués de Cádiz actuaban en el Estrecho de Gibraltar, contra los musulmanes granadinos que intentaban pasar a Africa, a los que convertía en esclavos que subastas o cobraba una cantidad por el rescate. Un solo rescate en 1486 valió 12.000 maravedíes según las cuentas de la ciudad de Cádiz estudiadas por Miguel Angel Ladero Quesada.
En los tiempos del «Juego de tronos» andaluz, o guerra entre los señoríos andaluces Ponces y Guzmanes, Cabrón era un capitán de los Ponce. El 13 de marzo de 1473 ese año, Pedro Cabrón, Juan Sánchez de Cádiz y Juan Suazo, atacan la flota de los Guzmanes en Sanlúcar, a la que se había sumado barcos del príncipe Fernando dispuesta a recuperar Cádiz para la corona castellana.
El Señor de Marchena lo manda en abril de 1486 a Salé, Marruecos,para mercar productos prohibidos por el Rey como pólvora y cáñamo para hacer ballestas por valor de 6.975 maravedíes, y luego lo manda a Madeira como militar contra la corona portuguesa. (AHN Osuna, leg. 1622. Cuentas del Marqués de Cádiz) y en 1487 ayuda en el cerco a Málaga.
Estatuas de indios guanches en el santuario de la Candelaria patrona de Canarias
En 1478 recibe el perdón real por sus actos de piratería (1478-8-27 Sevilla. Perdón a Pedro Fernández Cabrón, de Cádiz, por méritos como corsario y mediador) y lo llevan a Conquistar Canarias, junto al sanguinario jerezano Pedro de Vera, mano derecha de Rodrigo Ponce de León, donde acaban matando y esclavizando a la población indígena. Por eso los esclavos canarios fueron muy comunes en la Sevilla y Marchena de su tiempo.
Bajo el mandato del Señor de Marchena en Cádiz, judíos y genoveses ganan peso específico en la ciudad. Los genoveses firman acuerdos en 1496 con el Adelantado de Canarias Alonso de Lugo para el comercio de esclavos (Doménico Gioffré), actividad frenada por la iglesia -especialmente los franciscanos- por razones humanitarias.
Los esclavos guanches canarios eran blancos, algunos rubios y se les bautizaba y se les cambiaba el nombre. En Marchena fueron muy comunes en este tiempo los esclavos negros, moriscos y guanches. El Duque tenía en su palacio alrededor de 200 esclavos. Los judíos sefarditas tuvieron el control del comercio de esclavos entre Portugal, España, Africa y Canarias en el XV.
Matanza de indios guanches en Canarias
Pero el episodio que más fama le dió a Cabrón fue el maltrato al que sometió a la gente de su propia sangre, a los judíos que en 1492 huían de España por barco desde los puertos de Cádiz y Sanlúcar a los que prometió llevarlos sanos y salvos a los puertos del norte de Africa, llevando incluso todas sus pertenencias de valor consigo. Lo que hizo cabrón a Cabrón es que dejó abandonados a su suerte a los judíos, no les ofreció seguridad, se apropió de sus riquezas y los dejó abandonados en playas desprotegidas a merced de sus enemigos.
Los judíos piensan que la palabra tiene poder creador, por eso extendieron por doquier la idea de que ser mala persona equivalía a ser un Cabrón, lo que obligó a la familia Cabrón a cambiar de apellido. Lo hicieron con tal efectividad que hoy día un personaje ya olvidado de la historia de hace cinco siglos sigue estando presente de alguna forma cuando insultamos usando la palabra Cabrón.