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Una sortija de diamantes de la Virgen de Guadalupe en el Convento de Sta. María

Guadalupe Láncaster, Duquesa de Arcos, entregó al convento de La Purísima Concepción de Marchena una sortija de diamantes que fue de la Virgen de Guadalupe de Cáceres, para que fuera usada en las bodas de los Duques, sus descendientes según la documentación conservada en el AHN.

Los tesoros que Guadalupe Láncaster dejó en Marchena.

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Esta información aparece en el documento del 7 de diciembre de 1716 «Escritura dada ante Juan Álvarez Navarro a favor de Joaquín Ponce de León Lancáster,VII duque de Arcos, por la que el Convento de la Purísima Concepción de Nuestra Señora de Recoletos Descalzas de Marchena (Sevilla) reconoce el depósito de una sortija de diamantes que María Guadalupe Lancáster Cárdenas, IX duquesa de Maqueda, había dejado vinculada al mayorazgo de Arcos». Incluye una carta, de 1824, de la abadesa del Convento informando de la existencia de las razones del depósito de la sortija.

Guadalupe Láncaster dejó esta sortija en depósito al convento «dándose por entregadas a la ley de depósito de una sortija de diamantes que dejó vinculada al mayorazgo de Arcos para que todos los sucesores de la dicha casa de Arcos se velasen con ella y obligándose aquella comunidad a entregarla siempre y cuando fuera para el referido uso». Guadalupe Láncaster está enterrada en una cripta que existe bajo la Virgen de Guadalupe de Cáceres mientras que su marido fue enterrado en el convento de San Agustín de Marchena.

Se trata de una sortija de diamantes «que tuvo muchos años muchos la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe y la comunidad de aquel santuario se la regaló en ocasión que presentó a la Virgen un cetro de diamantes». Joaquín Ponce de León fue el primero que cumplió con la voluntad de su madre. La Duquesa pidió «que dicha comunidad la tenga guardada y que no permita se use de ella si no es en las ocasiones que están elegidas para que nunca se pueda tocar ni estorbar reliquia de tanta estimación sino que en todos los tiempos permanezca».

También figura un escrito 1824 donde la madre abadesa Madre Carmen del convento de Marchena reconoce la existencia de dicha sortija de diamantes y cuenta cómo los Duques venían de Madrid con el fin de recoger la sortija para las bodas. «Muchas veces que vinieron de Madrid para este efecto por ella y daban al convento un escrito en que se obligaban a devolverla. Se la llevaban hasta Madrid y luego que servía para la ceremonia del Sacramento la devolvían. Hoy persevera en este convento en esta forma y puesta en manos de una hermosa imagen santísima que tenemos en el coro. De todo esto se le habló a la Excelentísima Señora Duquesa las veces que ha estado dentro de nuestra clausura visitándonos y también se le enseñó la imagen y la sortija que aquí refiero». Documento dado ante el escribano José Medina en 1824.