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El Chileno: Un aventurero en la América de los años 20, hermano mayor de La Humildad de Marchena

Manuel Moreno Jimenez (1892-1979) «el chileno» viajó de muy joven a América, donde fue torero, boxeador, y empresario.

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De vuelta a Marchena se instaló como empresario creando una fábrica de viguetas junto a la Puerta de Carmona y fue hermano mayor de la Hermandad de la Humildad.
Aunque nació en La Puebla de Cazalla, muy pronto se instaló con su familia en Marchena y con 17 años se embarcó rumbo a Chile.

Justo antes de embarcarse le robaron la cartera con todo el dinero que llevaba para el viaje, la herencia que su padre le había dejado. Así que tuvieron que hacer la travesía como polizones, viajando escondidos junto a los embalajes, y subiendo a la cubierta de primera de clase a la hora de comer, haciéndose pasar por un pasajero más.

Instalado en Chile tuvo que aceptar todo tipo de trabajos para salir adelante y dado su carácter valiente se hizo torero y boxeador de forma ocasional durante tres años. Toreó en Chile y Argentina en los años 20.

Según cuenta su hija Reyes Moreno Alberti, con el dinero que ganaba haciendo de torero o boxeador hacía negocios comprando y vendiendo las cargas de los barcos del puerto de Buenos Aires, con el respaldo del presidente de la nación Argentina.

Viajó por todos los países de Suramérica, excepto Brasil, según cuenta su hija y en una ocasión se llegó a perder en la selva durante días.

Cuando ya se le había acabado la comida y el agua, y ya se preparaba para lo peor, encontró una choza en medio de la maleza casualmente habitada por un vecino de La Puebla de Cazalla, que le salvó la vida, según el testimonio de su hija. Llegó a vender a una tribu de indios un falso crecepelos para la barba que vendieron a los indios a cambio de pieles.

Antes de la guerra volvió a Marchena, se casó con Asunción Aguilar y se instalaron en la calle San Francisco junto a San Lorenzo. Se dedicó en cuerpo y alma a la Hermandad de la Humildad del que fue un gran benefactor en los años 30, 40 y 50.

Fueron famosas las cacerías que organizaba en Montepalacio a beneficio de la Hermandad de la Humildad con la participación de Ministros de España y Portugal.

Al mismo tiempo se hizo empresario de la fábrica de viguetas instalada cerca de Santa María junto a la Puerta de Carmona, que duró varias décadas.
Su primera esposa murió sin dejar hijos y se casó en segundas nupcias con Maria Luisa Albertim de 30 años, cuando él tenía 63 y tuvo cuatro hijos.