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El Dulce Nombre de Jesús en la provincia sevilana: un paso alegórico de excepcional valor histórico

Dentro de la Semana Santa andaluza contemporánea, los pasos del Niño Jesús con la cruz al hombro son verdaderas rarezas históricas. El Dulce Nombre de Jesús es uno de los escasos y hermosos ejemplos de paso alegórico que procesiona en la Semana Santa andaluza.

Nacida en la encrucijada de la devoción medieval al Nombre de Jesús y el fervor contrarreformista, la devoción al Dulce Nombre evolucionó desde un Niño triunfante a un Niño penitente, reflejando las sensibilidades teológicas de cada época. En Andalucía, su difusión estuvo ligada a las cofradías del Dulce Nombre fundadas en el siglo XVI, y alcanzó un arraigo especial en Sevilla y sus pueblos,

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El caso de Estepa, junto con el de Marchena, demuestra que la iconografía del Niño con la cruz no cayó totalmente en desuso en Andalucía, aunque sí se hizo excepcional. Ambas cofradías supieron adaptarse a los tiempos: integraron la devoción infantil en la liturgia de la Pasión de manera creativa y defendieron su continuidad cuando en otros lugares se abandonaba.

Origen de la iconografía: del Niño Triunfante al Niño de Pasión

 Durante la segunda mitad del siglo XVI, se propagó la devoción al Dulce Nombre de Jesús, promovida por la Orden de Predicadores (Dominicos) y respaldada por un motu proprio del papa Pío V​ en su afán de combatir la blasfemia y fomentar la reverencia al nombre de Jesús, animó la creación de cofradías bajo esta advocación, típicamente asociadas a conventos dominicos​. 

La primera representación fue el grabado flamenco que circulaban por Europa a fines del XVI del artista Hieronymus (Jerónimo) Wierix representando al Infante Jesús portando la cruz y los instrumentos de la Pasión tuvieron gran influencia​.

 Ya a finales del siglo XVI se documentan imágenes procesionales del Niño Jesús portando la cruz en contextos de Semana Santa. Un ejemplo temprano lo ofrece Sevilla: la Hermandad de la Quinta Angustia contaba con una imagen del Dulce Nombre de Jesús que llegó a procesionar en días de Pasión​. Aquella imagen sevillana, atribuida con fundamento al escultor Jerónimo Hernández (activo hacia 1580-1590), se considera uno de los primeros modelos escultóricos de esta iconografía en Andalucía​.

La primera etapa de esta iconografía muestra al Niño Jesús como “Rey de Reyes” triunfante, a menudo de pie sobre un globo terráqueo (Niño de la Bola) y bendiciendo con la mano derecha​.

Sin embargo, sería hacia mediados del siglo XVI en adelante cuando se cristaliza la imagen explícita del Niño pasionista: Jesús niño cargando una cruz de madera (generalmente desproporcionada a su tamaño infantil) y a veces abrazando los demás instrumentos de la Pasión, con expresión doliente. Esta evolución estuvo fuertemente incentivada por la sensibilidad de la Contrarreforma.

Del olvido al resurgimiento

Esta representación visual de la antítesis divina –Dios-niño cargando el instrumento del suplicio– ilustra magistralmente la paradoja cristiana de un Dios omnipotente que se hace débil y sufre por amor. En palabras de Ángel Peña, es la imagen de “la paradoja de Dios como niño”, el Verbo infinito que, nacido pequeño y frágil, “es llevado en el vientre de María” y carga con la cruz de nuestra salvación​.

Podemos situar su apogeo entre la segunda mitad del siglo XVI y todo el siglo XVII, coincidiendo con el Barroco triunfante. Hacia el siglo XVIII seguía vigente, aunque empezó a decaer en algunos lugares por influjo del neoclasicismo y las reformas ilustradas (menos inclinados a las alegorías dramáticas).

Dulce Nombre de Osuna. 

La inclinación ilustrada del siglo XVIII y los cambios de gusto del siglo XIX –más proclive a una imaginería realista de la Pasión histórica– hicieron que la estampa del Niño cargando la cruz pareciera anacrónica o excesivamente alegórica para algunos. Así, en Sevilla capital ninguna cofradía de Semana Santa mantiene hoy un paso de Niño Jesús (la Quinta Angustia lo dejó de sacar en 1931​, y lo mismo ocurrió en la mayoría de poblaciones.

Con el tiempo, muchas hermandades del Dulce Nombre evolucionaron o se fusionaron con cofradías de la Pasión más centradas en Cristo adulto o en la Virgen, relegando al Niño Jesús a cultos internos, procesiones menores (como las de la festividad del Nombre de Jesús en enero, o del Corpus Christi), o incluso desapareciendo de la práctica devocional pública.

A lo largo del XIX, muchas de estas imágenes dejaron de salir en Semana Santa –pensemos que es la época en que se configuran muchas cofradías tal como hoy las conocemos, a menudo descartando elementos no puramente evangélicos–. Sin embargo, la devoción al Niño Jesús no desapareció, sino que se replegó a fiestas navideñas o del Corpus.

Solo en localidades muy apegadas a sus tradiciones (como Marchena y Estepa) se mantuvo en el centro de la Semana Santa. Tras la crisis e interrupciones que supusieron la invasión napoleónica, la desamortización e incluso la II República, estas dos hermandades lograron reanudar su culto.

Entrado el siglo XXI, lejos de diluirse, han visto un renovado interés histórico-cultural hacia su patrimonio. Incluso en otras ciudades andaluzas se han rescatado pequeñas procesiones de Niños Jesús (por ejemplo, en Cádiz la Hermandad de la Humildad y Paciencia organiza desde 2020 la procesión de un Niño Jesús de la Pasión cada 3 de enero, y en Córdoba la Hermandad de la Estrella realizó en 2025 la primera salida de un Dulce Nombre de Jesús en décadas​.

El motivo teológico central es la prefiguración. Así como en el relato evangélico el anciano Simeón anuncia, con el Niño Jesús en brazos, que ese niño será “signo de contradicción” y que una espada de dolor atravesará el alma de María (Lc 2,34-35), la iconografía del Niño con la cruz visualiza anticipadamente ese “espada” de la Pasión.

Durante el período de su mayor difusión (siglos XVI-XVII), esta iconografía tuvo también una finalidad pedagógica y emotiva muy acorde con la espiritualidad barroca. Al fiel sencillo le resultaba más fácil conmoverse e identificarse ante un Niño sufriente que ante un Cristo adulto y glorioso. Era una manera de humanizar al máximo la figura de Jesús.

Asimismo, estas cofradías del Dulce Nombre buscaban inculcar profundo respeto al nombre de Jesús y a los misterios de su vida. No es casual que muchas tuvieran carácter penitencial-sacramental: promovían la confesión, la comunión frecuente y la reparación por las blasfemias, todo bajo la mirada inocente del Niño Redentor.

La Hermandad del Dulce Nombre de Jesús de Marchena

La Hermandad del Dulce Nombre de Jesús de Marchena es una de las cofradías más antiguas dedicadas a esta advocación en Andalucía, del siglo XVI. Marchena tenía dos hermandades del Dulce Nombre: una en el convento de Santo Domingo y otra en la parroquia de San Sebastián, lo que refleja la pugna común en la época entre las cofradías promovidas por órdenes religiosas (Dominicos) y las fundadas por la feligresía local. En 1566 ya existe constancia escrita de la hermandad parroquial de San Sebastián, pero sus reglas más antiguas conocidas fueron aprobadas en 1599 en Écija si bien la actual representación del Niño procede del siglo XVIII.​

Estas fechas tempranas confirman que la cofradía marchenera nació al calor del movimiento de devoción al Nombre de Jesús impulsado por Pío V, y sobrevivió a lo largo de los siglos con notable continuidad.

El catedrático e historiador Hernández Díaz se la adjudicó la talla del Dulce Nmbre a Juan de Oviedo (c.1600)​, mientras investigaciones más recientes apuntan a que podría ser obra del barroco pleno, tal vez del taller de José Montes de Oca (primer tercio del XVIII), por similitudes estilísticas​. Lleva cruz plateada al hombro, de plata de ley de la primera mitad del XVIII, ricamente decorada con hasta 30 cartelas grabadas con símbolos de la Pasión.​

La imagen va sobre una espectacular peana procesional conocida popularmente como la “piña barroca”: un templete dorado tallado hacia 1720, con profusión de ángeles, querubines y roleos, y en cuyos cuatro frentes aparecen los Evangelistas narrando la escena de Jesús entre los doctores​.

Originalmente, este Niño Jesús pudo haberse venerado como figura independiente de la Pasión (quizás como Niño Rey o Salvador Mundi). Sin embargo, con el tiempo la hermandad acentuó en él los rasgos pasionistas: lo revistió con una túnica larga de color burdeos, le ciñó una corona de espinas y lo dotó de una cruz a cuestas, transformándolo en un pequeño Nazareno. Ya en 1722 consta que la imagen salió revestida de túnica morada (donada por el párroco Pedro Santolalla) con corona de espinas y cruz en unas rogativas por la sequía​.
Aquella ocasión marcó un hito: poco después, la hermandad decidió vender el Crucificado que poseía y centrar su culto penitencial en el Niño Jesús, que desde entonces comenzó a procesionar cada Jueves Santo​.

El Dulce Nombre de Estepa

Mientras Marchena enfatiza al Niño cargando la cruz como prefiguración directa del Nazareno camino del Calvario, en Estepa la tradición popular identificó al Dulce Nombre con el episodio bíblico de Jesús perdido y hallado en el Templo. Es decir, la imagen sería Jesús a la edad de 12 años, momento en que se separa de María y José durante la peregrinación a Jerusalén y es encontrado tres días después entre los doctores de la Ley. De ahí proviene el apodo de “Niño Perdido”. Cada Miércoles Santo, la hermandad realiza su estación de penitencia con esta imagen tras el paso de la Virgen (Nuestra Señora de la Paz, que los acompaña), se sueltan palomas blancas, simbolizando la paz y el gozo tras la aflicción de la pérdida​.
La Hermandad Sacramental del Dulce Nombre de Jesús de Estepa se funda a finales del siglo XVI, concretamente el 1 de enero de 1590, fecha significativa por ser antiguamente la festividad del Nombre de Jesús​. De hecho, se la considera la hermandad de penitencia más antigua de la ciudad. Sus primeros registros indican que inicialmente la devoción se centraba en un cuadro del Niño Jesús, que fue la primera imagen venerada​.
La imagen actual del Dulce Nombre de Estepa es de tamaño infantil y se fecha en el siglo XVIII; recientes investigaciones del historiador local Ezequiel Díaz Fernández la atribuyen al afamado imaginero castellano Luis Salvador Carmona​, autor de numerosas imágenes religiosas de la época (Carmona trabajó hacia 1750).

Hermandad del Dulce Nombre de Osuna

La hermandad del Dulce Nombre de Osuna fue fundada el 7 de marzo de 1582 en el Convento de Santo Domingo, bajo la dirección de la Orden de Predicadores. Inicialmente, se constituyó como una Hermandad de Gloria dedicada exclusivamente al culto de la imagen del Dulce Nombre de Jesús.
La hermandad tiene su sede en la Iglesia de Santo Domingo. Cada Domingo de Ramos, realiza su estación de penitencia por las calles de Osuna, marcando el inicio de la Semana Santa en la localidad. El recorrido procesional incluye lugares emblemáticos como la Plaza Rodríguez Marín, la Plaza Mayor y la calle Sevilla.
A finales del siglo XIX, la hermandad experimentó una transformación significativa al convertirse en una Hermandad de Penitencia. Durante este período, se adquirió una imagen de la Virgen Dolorosa, denominada Nuestra Señora de los Desamparados, lo que permitió que la hermandad realizara su primera salida procesional el Domingo de Ramos. Posteriormente, en la década de 1960, se incorporó la imagen de Jesús montado en una borriquita, representando la Triunfal Entrada de Jesús en Jerusalén.
Con todo, la impronta de esta iconografía no se extinguió, y en ámbitos conventuales y museísticos abundan ejemplares. Muchas comunidades de religiosas custodiaron imágenes del Niño Jesús de Pasión para su devoción privada, a las que vestían con ricas túnicas y adornaban según el tiempo litúrgico (siguiendo la costumbre de los Niños vestideros barrocos)​.
Dulce Nombre de Osuna.
En América, evangelizada por España, el motivo también echó raíces. Grabados y esculturas del Niño cargando la cruz llegaron al Virreinato del Perú y a Nueva España, adaptándose a la sensibilidad local. Investigaciones recientes señalan que en Lima la iconografía del Dulce Nombre de Jesús se difundió con características propias, diferenciadas de los modelos andaluces, durante el periodo virreinal​. Todo ello evidencia que, durante los siglos de auge barroco, la figura del Niño Jesús nazareno fue un lenguaje visual universalmente comprensible para transmitir la idea central de la teología cristiana: la Encarnación orientada a la Redención.

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Bibliografía:

  • Ángel Peña Martín, “Del pesebre a la cruz. El Niño Jesús crucificado”, en Symposium: Revista de la Facultad de Teología (U. Navarra), nº 4, 2008, pp. 735-754​.

  • Gloria Martínez Leiva, “El Niño de la Pasión, una escultura de Alonso Cano en Madrid”, blog Investigart, 10/11/2014​.

  • Diego J. Geniz, “Semana Santa de Marchena. La cruz más dulce”, en Diario de Sevilla, 03/03/2021​.

  • Redacción ABC Sevilla, “El Dulce Nombre de Jesús, el simbolismo de un niño”, en ABC – Pasión en Sevilla, 04/04/2023​

  • Redacción ABC Sevilla, “El Dulce Nombre de Marchena sale de forma extraordinaria…”, en ABC – Pasión en Sevilla, 25/10/2024​

  • Juan Antonio Sánchez López, “Contenidos emblemáticos de la iconografía del Niño de Pasión”, en Claves mágicas de la religiosidad barroca, Universidad de Málaga, 2007​.

  • Manuel Jesús Roldán, “La historia de la Semana Santa de Sevilla según sus pasos alegóricos”, en In ri Información, 2020​. (Recuperado de archivos de la Hdad. de la Quinta Angustia)

  • Portal Dialnet: varios artículos sobre la imaginería del Niño Jesús (especial atención a trabajos sobre Murillo y Montañés)​.

  • Archivo General del Arzobispado de Sevilla: Reglas de la Hermandad del Dulce Nombre de Marchena, copia de 1599 (inédita, referenciada en Ramos, Parroquia de San Sebastián de Marchena​.