La virgen del Carmen de San Sebastián y los marinos de Marchena del XIX
José Antonio Suárez López
La Virgen del Carmen es una talla de gran valor artístico firmanda en su pecho por Manuel Gutiérrez Cano, quien también es autor de la Virgen de Las Lágrimas de Jesus Nazareno, hecha en 1860.
Juan Ternero Olmo, fundó la hermandad de la Virgen del Carmen de San Sebastián y su tumba está desde 1866 en una cripta ante el altar de la Virgen, junto a la de su mujer, hijos y otros descendientes.
Era dueño del cortijo de los Olivos, Porcún, Fuente Mora, El Donadío, Platosa, Platosilla, La Coronerla, Palmarete, La Torre, Coronela, Trujeta, Huerta de Santa Clara, Dehesa de las Yeguas. Es decir, el mayor propietario de Marchena y uno de los mayores de Andalucía.
Levantó la casa palacio de la calle San Pedro, junto al hogar que luego heredaron sus descendientes hasta llegar a Juan Torres. La casa hogar la levantan sus primos, los Ibarra Bejumea.
Su esposa Carmen Banjumea Vecino, muerta en 1873, natural de La Puebla de Cazalla fue llevaba a hombros en su entierro desde su casa en calle Santa Clara y hasta San Sebastián por una multitud de marcheneros que la consideraron como su benefactora, ya que tenía fama de dar todo lo que tenía, que era mucho.
Carmen fue el nombre de la mayoría de las mujeres de la familia propietaria de la imagen pero además es la patrona de los marineros, como Luis Pérez de Vargas Díez de la Cortina, Marqués de Castellón, casado con Maria Gracia Ternero Ibarra (hija de Juan Ternero Benjumea y Carmen Ibarra Benjumea) y enterrado en la cripta bajo la Virgen del Carmen cuya hija y sucesora fue Cayetana Pérez de Vargas Ternero, muerta en 1937. La Virgen del Carmen de San Sebastián luce la mantilla de Cayetana Pérez de Vargas Ternero.
MARINOS DE MARCHENA
Luis Pérez de Vargas, perteneciente a una larga saga de marinos, dio la vuelta al mundo como marino de guerra, estuvo en China, Cuba y Filipinas. Después de casarse en Marchena viajó a Cuba con su esposa, adonde llevó todo su séquito. Murió en Marchena con 40 años después de contraer la epidemia de la fiebre amarilla en sus vajes por el mundo.Los tesoros que traía de los países que visitaba los guardaba en baúles en su casa Palacio, hoy Peña Bética.