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Walter Alva, arqueólogo descubridor del Señor de Sipán describe la repercusión del hallazgo 30 años después

30 años después del descubrimiento de las tumbas reales de Sipán, en Lambayeque Perú, Walter Alva, arqueólogo descubridor  y responsable del proyecto, y Luis Hurtado, comisario de las exposiciones de Sipán en España, y que ha documentado con sus fotos este hallazgo,explican el alcance de este descubrimiento.

Luis Hurtado es el encargado de gestionar estas exposiciones en Europa. Las piezas solo se han visto en España dos veces.  La primera fue en 2005 en el Museo Arqueológico de Alicante y la segunda, en Cádiz en 2012, en el 200 aniversario de la Constitución de La Pepa. Luis Hurtado comenta que «llevo casi tres años ofreciendo exponer estas piezas en Sevilla y en Málaga.

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Walter Alva/ Luís Hurtado

Perú ha sido a lo largo de la historia origen de singulares culturas y uno de los focos de civilización más importantes del mundo antiguo. Sus inmensos territorios fueron ocupados a lo largo de milenios en sucesivas oleadas migratorias por etnias que se asentaron en los diversos pisos ecológicos –costa, sierra y selva- dando lugar a culturas muy evolucionadas que culminaron en el imperio de los incas. De entre estos pueblos destaca uno en particular,  tanto por sus manifestaciones artísticas y culturales –orfebrería, cerámica, lítico, madera, etc.- como por sus avances tecnológicos, los Moche o Mochicas, aunque sólo haga unas décadas que comenzaron a revelarnos los aspectos más desconocidos de su extraordinario desarrollo.

Corría el año 1987 cuando -tras una serie de sucesos acaecidos entre la policía peruana y los saqueadores de tumbas que desembocaron en peligrosos acontecimientos- un pequeño grupo de arqueólogos peruanos dirigidos por Walter Alva consiguió  salvar del saqueo y la destrucción la primera tumba intacta perteneciente a un Gobernante Mochica del antiguo Perú.

Este significativo descubrimiento saltaría inmediatamente a la prensa como la “Tumba del Señor de Sipán”, uno de los grandes acontecimientos del Siglo XX:  el enclave arqueológico revelaba al mundo una información histórica de incalculable valor así como la extraordinaria magnificencia del enterramiento de un alto jerarca Mochica, incitando inmediatamente la imaginación y el interés de todos los medios de información a nivel internacional y equiparando este hallazgo, con la Tumba del Rey Maya Pakal, la de Tutankamón, o el descubrimiento de Machu Picchu. National Geographic Magazine difundió el descubrimiento en titulares, como la tumba más rica del nuevo mundo.

Dejando de lado denominaciones lo cierto y verdad es que  la arqueología peruana fue renovada con nuevos conocimientos sobre el arte, la tecnología, la estructura social, política,  y el pensamiento religioso de los Mochicas, una de las culturas pre-incas más relevantes que evolucionaron en la costa Norte peruana entre los siglos I a VIII d.C.

Los restos óseos del “Señor de Sipán” se encontraban en un sarcófago de madera cubiertos por emblemas, ornamentos, atuendos de oro, plata y cobre dorado, además de otros objetos que formaban parte de sus indumentarias rituales y símbolos de rango y poder.  Tanto en el interior como alrededor de la cámara funeraria también se encontraron las sepulturas de ocho acompañantes que formaban parte de su séquito, así como los restos de dos llamas y un perro; asimismo se hallaron a modo de ofrenda cinco hornacinas con más de 200 vasijas de cerámica  con representaciones de figuras escultóricas de prisioneros, guerreros y personajes en actitud de reverencia, cuidadosamente dispuestas en una especie de escenografía funeraria.

De este mismo modo cada osamenta u ornamento mantenían una cuidadosa disposición simbólica alusiva al dualismo y a la complementariedad, donde  algunos ornatos de oro se ubicaban hacia el lado derecho y los de plata al izquierdo, en referencia al naciente y al poniente, al sol y a la luna, lo masculino y lo femenino, es decir a todo lo que resultaba opuesto pero complementario para el equilibrio del universo según la religión Mochica.

Este hallazgo arrojaba luz sobre algunos aspectos fundamentales del arte Moche, como el de las representaciones iconográficas de personajes que reciben ofrendas y honores, ya que éstas imágenes no fueron meramente mitológicas, y gran parte de ellas tenían como principal protagonista al Señor de Sipán, supremo exponente hace dos milenios de los eventos religiosos y políticos más importantes de su tiempo.

Entre las joyas reales rescatadas se encontraban tres pares de orejeras de oro y turquesa, en uno de ellos aparece un ave sagrada asociada a rituales de fertilidad, en otro se aprecian venados vinculados al culto de los ancestros, por último, el más sorprendente de estos ornamentos, donde aparece simbolizado el mismo señor flanqueado por dos guerreros en una imagen miniaturista de oro.

Sobre la mano derecha del señor reposaba un cetro metálico rematado en una pirámide invertida de oro con  relieves figurativos de una escena de imposición militar sobre prisioneros,  símbolo supremo de mando y poder.  Igualmente se recuperaron emblemas o estandartes de cobre dorado que podrían simbolizar imágenes de culto o distintivos heráldicos de esta dinastía de soberanos, en ellos aparece una divinidad con los brazos abiertos extendidos en ángulo y los puños cerrados, presente también sobre un enigmático ornamento figurado en forma de silueta humana sin cabeza y con los brazos abiertos.

Un collar con 20 representaciones de frutos de maní elaborados en oro y plata corroboraban simbólicamente una vez más el dualismo en la religión mochica. A modo de confirmación de su autoridad terrena debajo del esqueleto se descubrió la corona real de grandes dimensiones, elaborada en oro con forma de media luna. Otro impresionante ornamento lo constituye un protector coxal de oro de 1 kilo de peso que debió lucir en la cúspide de las pirámides tutelando las ceremonias.

En la misma plataforma fue desenterrada una segunda tumba con los restos de un sacerdote y su ajuar funerario, ejercía funciones religiosas y, aunque de menor rango que el Señor de Sipán, aparecía también iconográficamente representado como un hombre-ave en los rituales mochicas más significativos.

Algún tiempo después las investigaciones arqueológicas sacarían a la luz una tercera tumba de apariencia inicial más modesta que desvelaría – por la cantidad, calidad y similitud de algunos  de los ornamentos, emblemas y atuendos descubiertos – su pertenencia a otro señor, ascendiente del primero en la línea dinástica. En la superficie del fardo funerario se encontró un collar de diez cuentas de oro con figuras de arañas que en su abdomen llevan  rostros en relieve de un alto dignatario.

Aunque las reliquias que más sorprenden de este enterramiento son las destinadas al culto, confeccionadas en cobre dorado en una de ellas vemos un Dios felino  coronado por serpientes bicéfalas; en otra, el Dios cangrejo, divinidad del mar; y por último, un pectoral en forma de pulpo que debió lucir este soberano en alguna ceremonia religiosa especial. Entre sus ornatos se encontraban collares con cuentas de oro y plata en los que aparecen  rostros de felino, cabezas humanas de ancianos y jóvenes, y de seres mitológicos hombres-felino; diez sonajeros y un protector coxal también en oro, y otros en plata; así como la obra más delicada de orfebrería prehispánica de este enterramiento: una nariguera de oro y plata en la que figura con toda probabilidad la imagen en miniatura de “El Viejo Señor de Sipán”, que en su tiempo debió de concentrar tanto las funciones políticas como religiosas.

Las investigaciones arqueológicas continuadas durante los últimos treinta años han sacado a la luz otras 13 tumbas de menor rango y diferentes períodos de desarrollo del pueblo Mochica, revelando la compleja estructura y evolución de esta sociedad hacia una cultura muy jerarquizada y de compleja organización.

El inusitado interés que despertó en las instituciones culturales y medios de comunicación del orbe el singular descubrimiento, así como   la creciente demanda internacional por contemplar las reliquias, plantearon  a los responsables del proyecto la posibilidad de crear un espacio acorde que pudiera albergar a la vez que custodiar y exponer este tesoro cultural de la humanidad. Las incontables, dilatadas y complejas gestiones realizadas por el Dr. Walter Alva y otros responsables culturales hizo posible la creación de un museo propio en el que presentar dignamente ante el mundo este fabuloso tesoro.

El anhelado proyecto culmino con la inauguración a finales del año 2002 del Museo “Tumbas Reales de Sipán”, que también es a su vez santuario de la identidad peruana, centro cultural, científico y motor de desarrollo regional. Hoy miles de visitantes de todas las nacionalidades contemplan el fabuloso tesoro, mientras esto ocurre otros nos dedicamos a la investigación y difusión de los valores culturales que permitan la continuidad de las investigaciones arqueológicas,  que puedan llevar a nuevos descubrimientos sobre la historia de las culturas americanas.

Para saber más: Shamán, la búsqueda…UNESCO; Tesoros Pre-incas de la Cultura Mochica. Excmo. Ayuntamiento de Cádiz; El Señor de Sipán, esplendor y misterio de una cultura pre-inca. Museo Arqueológico de Alicante. Walter Alva/Luís Hurtado. Sipán, descubrimiento e investigación. Walter Alva; Explorando Mundos Ancestrales, el legado etnoarqueológico del antiguo Perú. Luís Hurtado