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Cuando las mulatas eran las mujeres públicas más deseadas de Osuna

 Desde la supervisión médica al control de los negocios que tenían las mulatas en la Plaza de Abastos, Osuna muestra cómo se entrelazaban la moral, la salud y la economía en el tejido social de la época.

Jácaras "Antonio de Santa Cruz"

El lugar que una vez albergó la mancebía, luego se transformó en un corral de comedias. 

MULATAS, MANCEBÍA, NORMAS Y USOS EN LA OSUNA RENACENTISTA

En Osuna, la mancebía no solo fue un lugar de encuentro, sino también un punto focal en el esfuerzo de la administración local para regular y controlar la conducta social. Gracias a documentos preservados y estudios realizados por el archivero municipal Francisco Ledesma, es posible vislumbrar cómo las autoridades de Osuna manejaban estos espacios en el contexto de una sociedad regida por normativas estrictas y preocupaciones morales específicas.

Desde 1528, la mancebía de Osuna estaba situada estratégicamente junto a tabernas y mesones en la entrada de la calle La Cilla, un área que más tarde se convirtió en Corral de Comedias. Esta ubicación no fue casual; la cercanía a tabernas y mesones facilitaba el acceso y la logística de quienes frecuentaban la mancebía. Sin embargo, en 1608, la mancebía se trasladó a una nueva ubicación en la zona de El Ejido, cerca del Matadero, en la calle Juan de Vera. Esta mudanza coincide con un período en el que posiblemente se buscaba un mayor control y regulación de este tipo de establecimientos, situándolos lejos del centro y áreas comerciales principales.

La mancebía de Marchena o casa pública de mujeres era gestionada por el Duque y sus fondos iban a sufragar un colegio de estudiantes pobres de la ciudad de Córdoba fundado por Pedro López. Documento de entrega a de la mitad de sus rentas al colegio en 1572.
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Así el lugar donde una vez estuvo la mancebía de Osuna luego acogió el Corral de Comedias, un espacio dedicado a la representación. Sin embargo, en 1781, las representaciones teatrales fueron prohibidas por el Arzobispo y el edificio pasó a tener otros usos milirares y administrativos. La mancebía se trasladó en 1608 y se llevó a la zona de El Ejido al final de la calle Juan de Vera cerca del matadero allí se compró la finca necesaria para instalar el mercadeo de mujeres.

Supervisión Médica y Regulaciones Sanitarias

Uno de los aspectos más notorios de la regulación de la mancebía en Osuna es la atención meticulosa a la salud pública. En 1619, tras la muerte del licenciado Gonzalo de Cáceres, quien supervisaba la salud de las mujeres de la casa pública, se nombraron dos sustitutos, el maestro Diego Fernández Zamora y el doctor Juan Bravo Morales. Estos médicos, en un sistema de turnos semanal, eran responsables de asegurar el bienestar de las mujeres, una tarea que además les permitía recibir ciertos beneficios económicos derivados de las rentas de la mancebía, las cuales, curiosamente, no revertían al Ayuntamiento sino que eran administradas por el Duque.

Iluminación Pública y Seguridad

En 1529, la duquesa de Osuna, doña María de la Cueva y Toledo , esposa del segundo Conde de Ureña, Pedro Téllez-Girón, primer Duque de Osuna, financió la instalación de iluminación pública en la fuente de la villa, ubicada junto a la muralla de la Torre del Agua, zona estrecha y peligrosa, en especial de noche y además mal iluminada. Medida que trataba de prevenir actos deshonestos en una zona peligrosa para las mujeres. Este esfuerzo se complementaba con medidas como el aumento de la altura de las tapias del cercano lavadero local, para proteger a las mujeres de miradas indiscretas y posibles agresiones, prohibiendo a los mozos y hombres que se asomaran.

Regulaciones Específicas de la Mancebía

Desde 1529, se establecieron normas municipales estrictas, para el uso de la mancebía como la prohibición a los hombres casados de ingresar a estos espacios, con severas multas y penas de cárcel como disuasivos. Además, a las mujeres se les restringía ejercer fuera del área designada, con penalizaciones similares. En 1580, un dato curioso es que los frailes de la orden de La Victoria decidieron construir su convento y iglesia frente a la mancebía, comenzando así un periodo de coexistencia entre espacios de moralidades contrastantes.

Regulaciones y Moralidad en la Mancebía de Osuna: El Caso de Alonso Martín

En el estudio de las normativas que regían la vida cotidiana en Osuna durante el Renacimiento, una figura peculiar emerge a partir de las ordenanzas municipales de 1528 el «padre de las mujeres del mundo» a quien se prohibe que continuara operabando una taberna adyacente a la mancebía.

Alonso Martín, el «padre putas» en la jerga de la época era esencial en la estructura de la mancebía, actuando como intermediario y protector de las mujeres, aunque también se beneficiaba económicamente de su actividad.

Al evitar la combinación de alcohol y la proximidad a la mancebía, las autoridades intentaban preservar el orden público y reducir los incidentes de desorden. Al entrar en la taberna junto a la mancebía donde se juntaban los hombres con las mujeres publicas, se incrementó notablemente la actividad de la casa pública de mujeres y las pendencias y allteracados. 

Con la apertura de la taberna de Alonso Martín al lado de la casa pública de mujeres había mayor trasiego de usuarios entre un local y otro. Los hombres se acercaban con mayor facilidad a las mujeres con la excusa de pedir una jarra de vino, de modo que se prohibió gestionar la taberna al mismo dueño que la Mancebíaq y se ordenó al nuevo inquilino del mesón que no acogiese trato carnal alguno en la taberna.

Regulación de Ganaderos y Mozos

El Ayuntamiento de Osuna estableció normas estrictas para los ganaderos y mozos. Se les prohibía entrar en mesones, tabernas o casas de mujeres públicas al ir o volver del campo, a menos que hubieran asegurado adecuadamente su ganado. Esta medida buscaba evitar que los jóvenes, dejándose llevar por la «molicie» y la distracción, se involucraran en estancias prolongadas en lugares de ocio y prostitución, lo que podía resultar en el robo de sus animales o la negligencia de sus responsabilidades laborales. Los señores de los ganados se quejaban de que, a menudo, los jóvenes abandonaban sus ganados en la puerta de estos establecimientos durante varios días, lo cual generaba pérdidas económicas significativas y robos de cabezas de ganado.

Restricciones Comerciales a Esclavas Negras y Mulatas

En 1564, el Ayuntamiento aplicó una antigua provisión que prohibía a las mujeres negras y mulatas, fueran esclavas o no, tener tiendas en la Plaza de Abastos ni dedicarse a ningún tipo de comercio en ella. La justificación detrás de esta restricción era que la libertad económica les proporcionaba demasiadas oportunidades para involucrarse en actividades consideradas inmorales, como la prostitución o actuar como alcahuetas o intermediarias entre hombres y mujeres casadas que ejercían la prostitución de forma encubierta. Se creía que estas actividades comerciales fomentaban el desorden, las rencillas y los alborotos, y dada la popularidad de las mulatas, entre el personal masculino, también inflacionaban los precios de alquileres y productos en la plaza de abastos.