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«Madre Andalucía: Un poético homenaje a la cultura andaluza y a sus ancestros, Antonio Gala y Jesús Quintero 

Reseña de «Madre Andalucía» de José Antonio Suárez.  Título: Madre Andalucía.  Autor: José Antonio Suárez. Género: Ensayo / Homenaje Intimo.  Editorial: Pendiente de publicación.
Fecha de Publicación: Septiembre 2024. 140 Páginas. 

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Reseña:

«Madre Andalucía» del periodista José Antonio Suárez es un conmovedor homenaje a la tierra andaluza a partir de sus raíces y ancestros, tejiendo una narrativa que se adentra en la esencia cultural, histórica y emocional de Andalucía.

Es un viaje imaginario en prosa,  con la forma del Ensayo, entre dos labriegos, los padres del propio autor y el contrapunto de dos genios y banderas de la cultura andaluza, Antonio Gala y Jesús Quintero, con diálogos completamente ficiticios y recreados en situaciones imaginadas por varias ciudades andaluzas, convertida cada una en un resumen de la andalucia del pasado y del presente.

Sevilla, como trasunto del pasado medieval, y de las actuales tradiciones, con reflexiones sobre la religión y el poder, Los Palacios, como una representación del diálogo entre cultura popular y cultura academíca, Jerez, la capital del vino y su papel, en la carrera de Indias y la influencia anglosajona en la zona, Rota, reflexión sobre los imperios del pasado y del presente, con la base militar ejemplificando su influencia en nuestras vidas cotidianas. Chipiona, con una reflexión sobre las Virgenes y diosas del pasado y presente, la Isla de León, como un puente de culturas, y Cádiz como capital andaluza de la guasa, y del arte y como capital de los mitos ancestrales andaluces. 

Volviendo del pasado al presente, de Cádiz a Sevilla el viaje continúa por los pueblos del antiguo Estado de Arcos, contando inéditos datos sobre historia y conexiones culturales por Casares, Arcos, Zahara, El Bosque, Ubrique, Villaluenga, Grazalema, Utrera, Mairena, Paradas y Marchena contando datos de su historia, pasado y presente.

«Y entonces Jesús Quintero preguntó a Gala. ¿Qué es el poder?.
-Pues yo. Se quedó pensativo Gala. Diría que el poder es la construcción del mito. Porque quien tiene las llaves del poder tiene el poder de modelar la mente del ciudadano para bien y para mal». Fragmento de «Madre Andalucia, de José A. Suárez».

Suárez, con una prosa íntima y poética, nos lleva de la mano a través de los paisajes andaluces, los olivos centenarios, y las historias familiares que forman la columna vertebral de su identidad. Este libro no es solo un tributo a su madre, sino también una celebración de la rica herencia cultural andaluza.

A lo largo de sus páginas, «Madre Andalucía» se destaca por su capacidad de fusionar la narrativa personal con la exploración cultural. José Antonio Suárez entrelaza recuerdos de su infancia con profundas reflexiones sobre la historia y la cultura andaluza, creando una obra que resuena con autenticidad, profundidad y pasión por la  investigación de la cultura andaluza, presentando inéditos datos historicos, pero concediendo más relevancia a la expresión de la belleza y a una narrativa unitaria en torno a la identidad andaluza.

Suárez no solo rinde homenaje a figuras icónicas de la cultura andaluza, como Antonio Gala o Jesús Quinero, sino que también introduce a personajes entrañables de su propia vida, como sus padres, cuyos diálogos llenos de humor y sabiduría popular enriquecen el texto. Esta mezcla de voces literarias y reales ofrece una perspectiva única y enriquecedora sobre lo que significa ser andaluz.

«Lo interesante de esta obra es que en ella Gala y Quintero se convierten en personajes literarios, iconos de Andalucía. En donde no es que el autor les haga decir lo que el mismo piensa, sino que constutuye una reflexión colectiva en voz alta sobre la evolción reciente de la cultura andaluza, sin escatimar referencias univerales a la naturaleza profunda del poder, on una cierta altura de miras,  tratado con el máxcimo respeto y cariño». 

El libro también aborda la importancia de la transmisión del conocimiento y las tradiciones de generación en generación. Suárez nos recuerda que, en un mundo donde las tecnologías avanzadas a menudo eclipsan el saber ancestral, es vital mantener viva la memoria y el legado cultural.

A continuación, se reproducen las tres primeras páginas del contenido del libro, excluyendo la introducción y la biografía del autor, para que los lectores puedan sumergirse en el mundo de «Madre Andalucía»:

Conclusión:

Si buscas una lectura que te conmueva y te inspire, «Madre Andalucía» es una elección perfecta. Este libro no solo te permitirá conocer la riqueza cultural y natural de Andalucía, sino que también te ofrecerá una reflexión íntima sobre la importancia de nuestras raíces y los lazos que nos unen a nuestra familia y nuestra tierra.

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ADELANTO. FRAGMENTOS PRIMERAS PÁGINAS: 

INTRODUCCIÓN. 

La ruptura de la transmisión del conocimiento de padre a hijo en la tradición andaluza en todos sus aspectos es ya un hecho.  Los mayores van muriendo y se van llevando con ellos el conocimiento ancestral y los jóvenes se han entregado a las nuevas tecnologías y el conocimiento ancestral ni siquiera le damos el valor que debería tener. Preferimos el conocimiento tecnológico, como si nuestro saber ancestral no pudiese ser transmitido a través de la tecnología o no tuviera nada que decir en un mundo globalizado.

No le damos valor a nuestra madre tierra y a todo lo que nos puede enseñar. A nuestros padres y abuelos, a nuestro pasado, a nuestra cultura. Si las piedras hablaran nos contarían todas esas historias  que alguna vez se quedaron por contar y que hoy son tan necesarias para los jóvenes tan perdidos en un mar de imágenes que apenas acierten a entender. Hemos vuelto a la Caverna de Platón. 

«Si las piedras hablaran nos contarían todas esas historias  que alguna vez se quedaron por contar y que hoy son tan necesarias para los jóvenes tan perdidos en un mar de imágenes que apenas acierten a entender. Hemos vuelto a la Caverna de Platón». «.

Pero las piedras no hablan, entonces necesitamos a alguien que hable en lugar de las piedras y hubo un sabio y un genio que sí habló como si tuviera el conocimiento de las piedras. Este señor se llamaba Antonio Gala y él no solamente entendió la necesidad de transmitir la cultura a la gran masa sino que entendió que esa transmisión cultural no estaba reñida con lo divertido. Unió sus dos grandes pasiones y caracteres del andaluz el saber y el humor, el entretenimiento y lo profundo, lo culto y lo popular. Que es lo que he pretendido con esta obra. 

FOTO: Fundación Antonio Gala. 

Por eso cuando ahora me propongo contar la cultura de mi madre tierra, se me viene hacerlo con la voz de Gala y su compañero televisivo Quintero, una especie de Quijote en los páramos del audiovisual andaluz y español, de los que yo mamé todo lo que pude, disfruté y aprendí  como si fueran amigos, hermanos de aprendizaje o maestros en el arte de narrar, entender y sintetizar lo que nos rodea. La cultura andaluza.

FRAGMENTO CAPITULO 1 Entre Olivos

En el crepúsculo del sueño, el hombre está sumido en un mundo antiguo, donde las verdades se ocultan bajo los pliegues del tiempo y los olivos. Mi abuelo, un humilde labrador de mirada sabia y manos curtidas, surcaba la tierra con la determinación de quien conoce el valor del trabajo. Un día, bajo la sombra protectora de un olivo, el abuelo encontró un libro olvidado, un legado inesperado dejado por la mujer del patrón en una silla de madera.

Al abrirlo, las páginas del libro desprendían un resplandor, como si cada palabra fuera una semilla de luz destinada a germinar en la mente y el espíritu. El campo se transformó ante sus ojos; de la tierra seca brotaron flores y un verdor imposible, como si el conocimiento diera vida a lo que antes era yermo. El labrador, embriagado por la sabiduría, se vio a sí mismo en la cima de una montaña, comprendiendo secretos que siempre habían estado velados.

Pero la ilusión se desvaneció con la brutalidad de la realidad. El encargado del campo, una figura oscura y amenazante, interrumpió el idilio con un golpe cruel, arrancando el libro de sus manos y sumiendo el mundo de nuevo en la oscuridad. La imagen del labrador andaluz se entremezcló con la de un esclavo del antiguo Egipto, ambos sometidos a la voluntad de sus opresores.

-Jesús Quintero se recostó en su silla. Un brillo travieso en sus ojos mientras tocaba su smartphone. Sabes, Gala, la historia humana es una lucha por el conocimiento. Antonio Gala, más divertido que impresionado, replicó con sarcasmo. «Pero hoy, las puertas del conocimiento están abiertas de par en par con un clic, y aún así, la gente prefiere mirar memes de gatos que desbloquear los secretos del universo.

Quintero rió, Es la ironía de la abundancia, amigo. Hoy el poder es la atención, y con ella, nuestros señores forjan una narrativa tan absorbente que nadie se molesta en hacer preguntas.
Gala asintió, inclinándose teatralmente. -Entonces, somos los bufones en la corte de la información, creyendo que el mundo es un tablero de ajedrez controlado por cuatro jugadores, nos exime del esfuerzo de pensar.

Antonio Gala se levantó, adoptando una postura regia. «De hecho, mientras muchos se contentan con su lote digital de pan y circo, nosotros, los pocos despiertos, seguiremos en busca del santo grial del ‘¿Por qué?’ y ‘¿Y si?’.»

Quintero cambió de tercio entonces. –Sorprende saber señor Gala, que por más tiempo que pase, esta rueda no para de llevar el mismo agua y la misma opresión.

-Una leyenda fascinante cuenta que, de vez en cuando, lluvias torrenciales hacen crecer las aguas, transformando toda la comarca en un gran lago, remanente de un antiguo mar interior que existió hace milenios y llega una figura misteriosa en una barca, acercándose al pueblo. Replicó Gala.

-Ese es el origen de la civilización. Inquirió Jesús Quintero.

-Entonces, nuestra civilización no era más que una pequeña choza familiar, construida por el abuelo con sus propias manos, hecha de grandes palos, cubierta con pasto seco y paredes de barro. Añadió Gala.

Esta historia esta fundada en la historia real de que en la zona del bajo Guadalquivir cerca de Los Palacios antaño llovía tanto que era posible ir en barca de un pueblo a otro, recordando loa ttiempos del ancestral Lago Ligustino que en tiempos romanos hubo allí. Esto nos retrotrae a los tiempos de la llegada de los Fenicos a Andalucia que llegaban a las costas ofreciéndos trueques a los Tartesios locales. Hace cincuenta años los andaluces vivían en chozas, los mismo que haces tres mil años.  

-Y entonces llegaron los primeros turistas. Dijo Quintero.

Antonio Gala se rió ante la observación de Quintero, y replicó «Sí, pero no turistas como los de ahora, sino ‘turistas’ entre comillas, como los llamaba el andaluz en su sabio lenguaje. Gente que venía de fuera, a aprovecharse de nosotros, a llevarse nuestros tesoros a cambio de baratijas.

Gala, con una sonrisa, concluyó: «Por eso todas las civilizaciones tienen ese mito de la inocencia y del paraíso perdido. No por Adán y Eva, sino como un eco de ese temor ancestral a ser despojados de lo más valioso que tenemos, no del oro sino de nuestra cultura.

La llegada de un fenicio durante una de estas inundaciones, intercambiando baratijas por oro es una metáfora poderosa del origen de la civilización en Andalucía. Esto simboliza el encuentro entre culturas antiguas y el comienzo del comercio y la globalización que tiene ya 3000 años.

-Y así el tiempo no es mas que un viaje a los orígenes de nuestra cultura madre. Andalucía. Replicó Gala. Pero quiénes somos nosotros, pobres indigentes intelectuales, para contarla, mejor que lo cuente la tierra misma, en su propia voz. Nosotros seremos dos viajeros en el tiempo.

FRAGMENTO 2. EL INICIO DEL VIAJE

Mi viaje imaginario comienza en el campo en los susurros del invierno, en esa estación de sueños dormidos y esperanzas recién nacidas. Primero debe ser invierno. Sí, porque en el frío se esconde la promesa de un renacer, y porque la recogida de aceituna solo se hace en los meses donde el aliento del mundo se vuelve vaho. Empieza el día que la primera luz besa el árbol, y mi padre, al alba, va calentando una tostada al rescoldo, con una candela que danza pero no quema, jugando con las brasas que guardan los secretos de la tierra. Ahí, precisamente ahí, comienza el viaje.

Mi madre, con una voz que parece tejer el aire, le advierte a mi padre: «No vayas a quemar la tostada». Yo, espectador y protagonista de este ritual matutino, espero las tostadas, ansioso por bañarlas en el aceite fresco que acabamos de prensar. Por supuesto que no puede faltar el ajo que le da vida al pan.

Ellos,-mis padres- disfrutan con las cosas más sencillas, aceitunas prietas, el omnipresente pan que se come hasta con los helados del verano. –Yo sin pan es que no puedo comer- decía Lola, mi madre. Además el ajo es el nombre del plato favorito de mi madre: el ajo molinero. Así se llama un plato especial para cuando llega el frío y hay que reponer fuerza después de la faena del campo.

-Pues mira ahora que lo han mencionado me dice mi madre con ojos saltones, mientras sale el sol. Hoy voy a poner un ajo molinero cuando lleguemos a la casa. A lo que mi padre respondía.
-Pues mira, viene que ni pintado para un día fresco como hoy.
-Acuérdate que me tienes que hacer una machacadera nueva como la última que me hiciste porque la que tenía se me perdió.

Y entonces mi padre responde. Pues eso está hecho. Cogió un trozo de madera de olivo. Abrió su navajita y empezó a tallar la madera hasta que al final del día tuvo hecha su machacadera para hacer el gazpacho en verano y el ajo en invierno en la cazuela de barro que llaman Borcelana.

-Pero mamá, será porcelana. Y me responde: No porque es un cuenco de barro hondo pero en mi casa desde toda la vida de Dios se le ha llamado Borcelana.

Yo, con tal de no discutir, pues le daba la razón. Pero sabía perfectamente que no existía seguramente ninguna vasija llamada borcelana con B y que probablemente el uso y deformación del lenguaje y la afición creativa en Andalucía a la hora de inventarse palabras hubiera hecho el resto.

Me maravilla de mis padres que juegan con el lenguaje del mismo modo que lo hacen con la vida. Cualquier cosa es para ello un motivo de juego y de risa, teniendo en cuenta que cuando están los dos juntos, parece que no existe, más nada en el mundo que sus miradas tiernas de niños ancianos. Por algo se conocieron desde que eran chicos.

-¿Así que estábais los dos guardando pavos y gallinas en Montepalacio, o por las arenas?. Mi madre me contaba entonces que veía a Pepe Marchena de niño guardando cochinos en aquel monte y que era una familia muy pobre -igual que nosotros. Y también que ellos vivían era una choza que había construido su propio padre con sus manos y allí vivían doce o trece que eran de la familia más la bestias dentro de la choza en amor y compaña.

Así, en los Olivos, entre recuerdos y tostadas, transcurre la vida, tejida de amor, lenguaje y el eterno ciclo de las estaciones que impregna tanto la vida como el lenguaje.

CREATIVIDAD Y LENGUAJE

Mucho se ha hablado sobre el habla andaluza, su creatividad y adaptabilidad, fruto de una intensa vida social, de un clima benigno y de unas mentes inquietas y algo juguetonas.
Uno de los aspectos más fascinantes del habla andaluza, es cómo una misma palabra puede tener diferentes significados en lugares cercanos. Incluso de una provincia a otra, se encuentran variaciones en la pronunciación y en el uso de palabras, como el leísmo y el laísmo. Resulta sorprendente cómo en un pueblo puede existir una palabra que en el pueblo vecino es completamente desconocida.

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