A principios del siglo XVI, Sevilla se consolidaba como el epicentro del comercio internacional en la península ibérica, especialmente tras la creación de la Casa de Contratación en 1503, que centralizaba el comercio con las Indias . En este contexto de auge mercantil, la seda se convirtió en uno de los productos más codiciados y regulados.
En 1500, los Reyes Católicos promulgaron una pragmática que prohibía la importación de seda calabresa, con el objetivo de proteger la producción local. Sin embargo, esta medida fue desafiada por comerciantes que buscaban maximizar sus beneficios. Uno de los casos más emblemáticos fue el de Pedro Ferrer, un mercader catalán acusado en 1514 de introducir ilegalmente seda calabresa en Sevilla, disfrazándola como seda de Mesina para eludir la prohibición.
Los judeo conversos se convirtieron en arrendadores de la renta de la seda —un sistema por el cual la Corona cedía temporalmente la recaudación de impuestos a particulares a cambio de un pago fijo—. Entre ellos destacaron figuras como Francisco de Santangel, Luis de Alcalá o Andrés de Xátiva, que actuaban como hombres de confianza de la monarquía, al gestionar grandes sumas y asegurar ingresos constantes.
Utilizaban redes de parentesco y colaboración con otros conversos —incluso perseguidos por la Inquisición— para organizar la recogida, tasación, transporte y exportación de la seda granadina hacia los grandes centros comerciales como Sevilla, Castilla y el norte de Europa.
Aunque protegidos inicialmente por la Corona, los conversos se enfrentaron a ataques tanto de mercaderes cristianos viejos como de funcionarios locales, que los veían como intrusos
A partir de 1570, con el endurecimiento de las políticas contra los moriscos y la creciente presión fiscal, el control converso sobre la seda disminuye. La recentralización del control por parte de la Corona y los conflictos religiosos los desplazaron de posiciones de privilegio.

SEVILLA
A lo largo de los siglos XV–XVIII Sevilla mantuvo su tradición sedera hasta que factores como la expulsión de moriscos y la aparición de nuevos géneros (algodón) redujeron la actividad en el XIX. Además, como gran puerto mercante (Casa de Contratación), Sevilla canalizó el comercio de sedas: recibía sedas orientales (ej. seda china de las Indias) y exportaba tejidos españoles a América y Europa.
Las alcaicerías eran mercados especializados en productos de lujo, como la seda. En Sevilla, la alcaicería de Santa María, situada en torno a la actual calle Hernando Colón, incluía calles como la de los Traperos, Lenceros, Tundidores y la de la Seda.
Sevilla actuó como un centro clave en la red de exportación de seda granadina, actuando como punto de distribución hacia otras partes de Europa. Los judeoconversos que administraban la renta de la seda granadina.

El gremio de la seda en Sevilla tenía su propia hermandad, la de San Onofre, con sede en un hospital ubicado en la actual calle Santa Ana y, posteriormente, en la plaza de San Lorenzo. Esta hermandad gestionaba asuntos relacionados con la producción y comercio de la seda, y su existencia refleja la organización y relevancia del gremio sedero en la ciudad.
ECIJA
Hasta mediados del siglo XVIII, Ecija contaba con aproximadamente 450 telares de seda en funcionamiento, donde se fabricaban tafetanes, rasos, terciopelos y otros tejidos finos. Los textiles ecijanos eran de tal calidad que competían con los sevillanos: el gremio local señalaba que los precios de Écija eran más bajos debido a su amplia variedad de génerosacademia.edu. A la par, el cultivo de la morera era habitual en la comarca de Écija,

El gremio de la seda de Ecija era una réplica a escala local del poderoso gremio sedero granadino (el «Colegio del Arte Mayor de la Seda»), pero con autonomía propia. Su importancia fue tal que el historiador Antonio Valiente Romero le dedicó su tesis doctoral y numerosos estudios, donde demuestra que Écija llegó a producir miles de kilos de seda en pelo y tejidos cada año, muchos de los cuales se vendían en Sevilla o se enviaban a América.
LA SEDA EN MARCHENA
En el siglo XVI, Marchena participó activamente en la producción de seda, una actividad económica significativa en la región. Según las ordenanzas municipales de 1528, firmadas por Diego Núñez de Prado, se documenta la cría de gusanos de seda y la producción de lino en la localidad.

Un caso destacado es el pleito iniciado en 1731 por el Cabildo de la Catedral de Sevilla contra el Concejo Municipal de Marchena, en el que se reclamaba el cobro del diezmo sobre la producción de seda, cerdos y bellotas. El Concejo argumentó que, según la costumbre, nunca se había pagado dicho diezmo. La sentencia, fechada el 10 de mayo de 1587, fue favorable al Ayuntamiento de Marchena. Durante el proceso, un testigo del Arzobispado declaró haber visto pagar el diezmo de la seda a unas moriscas que la criaban en Marchena, lo que indica la participación de esta comunidad en la sericultura local.
La producción de seda en Marchena estaba vinculada a la presencia de moreras, árboles esenciales para alimentar a los gusanos de seda. La calle del Moral, que conectaba la Plaza Arriba con la finca del parque antes de la construcción del convento de Capuchinos a principios del siglo XVI, es un testimonio toponímico de esta actividad .
La Crianza del gusano de seda (sericultura) en hojas de morera, era especialmente numeroso en huertos de las Alpujarras y Vega de Granada.

Los judíos conversos tuvieron un papel clave como intermediarios en el comercio ilegal de seda calabresa. El documento señala que muchos de los implicados en la red de distribución eran mercaderes conversos que, a pesar de estar bautizados, seguían marginados social y económicamente, y por ello desarrollaron estrategias de supervivencia en el comercio, como redes clientelares o prácticas ilegales como el contrabando. Estos conversos eran hábiles financieros y comerciantes, y encontraron en la introducción encubierta de seda calabresa una fuente importante de ingresos .
La pragmática real de 1500 prohibía específicamente la seda procedente de Calabria, no toda la seda extranjera. Esta seda era considerada de baja calidad y perjudicial para la producción local, especialmente para el gremio sedero de Granada, que desde la reconquista había quedado bajo control cristiano. La seda calabresa entraba en competencia directa con las sedas producidas en los reinos de Castilla, y su bajo precio desestabilizaba el mercado.
El gremio de tejedores y el origen de la Hermandad de la Veracruz
Calabria, en el Reino de Nápoles, estaba bajo control de la Corona de Aragón y tenía una producción abundante y barata de seda. Los comerciantes catalanes y genoveses introducían esta seda, haciéndola pasar como si procediera de Mesina o Sicilia, que sí estaba autorizada. La motivación era clara: mayor margen de beneficio, ya que podían vender en Sevilla una seda de menor coste como si fuera un producto legal y de mejor calidad .
El proceso judicial contra Ferrer reveló una compleja red de complicidades que incluía a mercaderes valencianos, genoveses y conversos, quienes aprovechaban las rutas comerciales entre Sicilia, Cádiz y Sevilla para introducir la seda prohibida. El Cabildo de Sevilla, preocupado por la competencia desleal y la evasión fiscal, respondió con firmeza, contando con el apoyo de figuras como Rodrigo Tous de Monsalve, caballero veinticuatro del Cabildo, y Pedro de Bazán, III vizconde de Palacios de Valduerna, quien actuó como corregidor en el juicio.
Las moriscas trabajaban la seda en la Marchena del siglo XVI
La seda fue introducida en al-Ándalus probablemente en el siglo VIII o IX, durante el emirato y califato de Córdoba, a través de contactos con Bizancio y Persia, donde ya existía una tradición sedera milenaria. Córdoba, Granada y Almería fueron los primeros centros productores. Sin embargo, fue en el Reino Nazarí de Granada donde la seda alcanzó su mayor esplendor en los siglos XIII al XV.
Fuentes complementarias recomendadas:
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Antonio Valiente Romero: «El caso Ferrer…» en Tiempos Modernos (2021).
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Bernard Vincent: El río morisco. Granada y los moriscos después de 1570.
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R. Irwin: The Arab Contribution to Silk Production in Medieval Spain.
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E. Ashtor: Levant Trade in the Later Middle Ages.