Las palabras no son solo herramientas de comunicación: son puertas al pensamiento, mapas de lo invisible y testigos de cómo las civilizaciones han interpretado el mundo. Comprender el origen de los términos nos permite leer la historia oculta que arrastran consigo, y en este arte de descifrar significados profundos, Sevilla tuvo un pionero insigne: San Isidoro de Sevilla, autor del Etymologiarum libri XX en el siglo VII.

Este arzobispo visigodo, considerado uno de los primeros enciclopedistas europeos, concibió la etimología como un método para ordenar todo el saber de su tiempo. Para Isidoro, el origen de las palabras explicaba su esencia. Su obra —referente en la Edad Media— no solo recopilaba definiciones, sino que intentaba descubrir el alma de cada palabra. Hoy, sus enseñanzas nos permiten leer el lenguaje como un verdadero mapa simbólico del pensamiento humano.
Religare: la palabra que une al hombre con lo divino
Uno de los ejemplos más reveladores es el término religión. Procedente del latín religare, significa literalmente “volver a unir” (re = de nuevo, ligare = atar). Según esta raíz, la religión no es solo un sistema de creencias, sino una fuerza de reconexión: el puente entre lo finito y lo eterno, entre el hombre y Dios. El alma separada por el error o el pecado encuentra en la religión su camino de regreso al origen.

Este sentido de unión también se refleja en otras palabras afines:
-
Comunión (communio, latín): participación común, unidad con lo sagrado.
-
Concordia (cor + cordis): literalmente “corazones en sintonía”.
-
Sínodo (synodos, griego): “caminar juntos”; usado para asambleas religiosas.
-
Mística (mystikos, griego): lo secreto, lo íntimamente unido al misterio de Dios.
Todas estas palabras reflejan la idea de que lo espiritual tiende a unir, sanar, integrar.

Diábolos: el que divide, el que lanza para separar
En contraste con el religare que une, encontramos la figura del diábolos, origen de la palabra diablo. Proviene del griego dia- (a través) + ballein (lanzar), lo que da lugar a una imagen clara: el que lanza entre, el que separa, el que siembra división.
En la tradición cristiana, el diablo es el divisor por excelencia, el sembrador de confusión, de enfrentamientos, de ruptura. Su labor es deshacer lo que la religión une, fracturar la comunidad, el alma, el pensamiento.
Otras palabras reflejan esta misma lógica de la división:
-
Cisma (del griego skhisma): ruptura o división, especialmente en contextos religiosos.
-
Herejía (hairesis, “elección”): elección distinta, separación de la doctrina común.
-
Dualismo (dualis, latín): existencia de dos principios opuestos e irreconciliables.
El mapa de las palabras: La palabra Trabajo viene de un instrumento de tortura
El que divide para sacar provecho
Existe una figura aún más compleja: el que divide no por odio, sino por cálculo. Aquel que provoca enfrentamientos para obtener un beneficio personal. En la historia y la política, estos personajes abundan y adoptan nombres diversos:
-
Demagogo: del griego demos (pueblo) + agogos (conductor). Es quien manipula al pueblo creando divisiones con fines personales.
-
Intrigante: del latín intricare (enredar). Quien genera conflictos ocultos para escalar posiciones.
-
Maquiavélico: inspirado en Maquiavelo, autor de El Príncipe, símbolo de quien divide para dominar.
-
Oportunista de la fractura: término contemporáneo que describe a quienes aprovechan las grietas sociales para medrar.
Incluso la estrategia política de “divide et impera” (divide y vencerás), atribuida a los romanos, resume esta lógica perversa: fragmentar para controlar.
Etimología: un espejo del alma colectiva
Comprender el origen de las palabras no es un ejercicio académico: es una forma de ver la realidad con nuevos ojos. Como enseñó Isidoro de Sevilla, quien conoce la raíz de una palabra, conoce también parte de la verdad que encierra. Así, en los vocablos “religare” y “diábolos” no hay solo sonidos antiguos, sino una batalla arquetípica entre la unión y la separación, entre la comunión y el egoísmo, entre la luz y la sombra.
Y tú, ¿eres de los que atan… o de los que lanzan para romper?