La esclavitud constituyó un fenómeno social y económico de gran importancia en Andalucía durante los siglos XV al XVII, con el Reino de Sevilla como uno de los principales centros de este comercio humano en la Europa meridional. Aunque las investigaciones sobre la esclavitud en grandes núcleos urbanos como Sevilla o Cádiz están bien desarrolladas, los estudios sobre ciudades medias como Carmona, Écija, Marchena y Osuna son más limitados. También se han documentado mercados de esclavos en localidades como Jerez de la Frontera y Utrera,
Los trabajos que desempeñaban eran variados: servidumbre doméstica, trabajo agrícola, oficios artesanales, cocina, crianza de niños e incluso labores portuarias o servicios sexuales.

La sociedad justificaba este comercio mediante argumentos religiosos y civilizadores. Se aceptaba que la esclavitud era «una pena justa por pecados, herejías o guerras», y que los esclavos debían ser «evangelizados y redimidos mediante el servicio». Esta paradoja moral permitió a una sociedad profundamente católica sostener un sistema de esclavitud sin sentir contradicción aparente.
Los esclavos eran vendidos y comprados mediante contratos notariales, en plazas, ferias o en los propios domicilios.
Luis de Peraza describía así la Sevilla de 1535: «Hay moros esclavos de todas las partes de África, cristianos e infieles. Hay infinita multitud de negros y negras de todas las partes de Etiopía y Guinea, de los quales nos servimos en Sevilla y son traídos por la vía de Portugal«5.
Como señala el estudio sobre Jerez y Utrera, existía una «élite mercantil judeoconversa andaluza [que] había penetrado en la trata negrera y establecidos mecanismos de conexión con el sistema esclavista portugués»2
Los conversos portugueses controlaron los asientos (contratos de monopolio para el comercio de esclavos) entre 1580 y 1640, aunque su influencia ya era notable en el siglo XV. Familias como Rodrigues, Jiménez, Noronha, Mendes, Pallos Dias, Caballero, Jorge, Fernandes Elvas y Caldeira eran prominentes en estas actividades, estableciendo redes internacionales basadas en lazos familiares y religiosos.

Los pueblos sevillanos funcionando como mercados secundarios que se abastecían principalmente de tres grupos: esclavos negros procedentes del África subsahariana, moriscos esclavizados tras las rebeliones del siglo XVI, y canarios cautivos tras la conquista del archipiélago. Como señala Alfonso Franco Silva en su obra sobre esclavitud, Sevilla era punto de conexión entre las rutas atlánticas y mediterráneas africanas y europeas.
El mercado de esclavos en Sevilla y Marchena, fuente de riqueza para élites y banqueros
Los esclavos subsaharianos procedentes principalmente de las regiones de Guinea, Congo y Angola, llegaban a través del sistema comercial portugués. Estos «esclavos guineos» o «de nación guineo» aparece documentada en Utrera, donde se registra la venta de personas como «Pedro, de nación guineo de mar Congo» y «María, de las del Congio»2.
En Jerez de la Frontera y Utrera, por ejemplo, se han documentado «433 compraventas en las que se mercadea con un total de 472 personas esclavizadas» entre 1567 y 1590 aproximadamente.

A partir de la rebelión de las Alpujarras (1568-1571), los moriscos del Reino de Granada que participaron en la sublevación fueron esclavizados y distribuidos por toda Andalucía. Según documenta Elena Lobo, «el grupo más numeroso» de esclavos andaluces»2. Tras la conquista de las Islas Canarias a finales del siglo XV, muchos nativos, especialmente gomeros, fueron esclavizados y trasladados a la Península. El mercado sevillano recibió un «contingente numeroso de prisioneros y de gomeros rebeldes»3.
Los esclavos berberiscos y turcos del norte de África y del Imperio Otomano, erran capturados en acciones navales. Antonio Domínguez Ortiz señala que su número disminuyó significativamente a partir del siglo XVII debido al «descenso de la actividad naval de España en el Mediterráneo»4.
La Esclavitud en Marchena: Un Caso Documentado
Según la documentación disponible, Marchena participó activamente en el comercio de esclavos desde finales del siglo XV, con especial énfasis en esclavos canarios.
Esclavos, conversos, piratas y corsarios en la Andalucía de Rodrigo Ponce de León
Tras la conquista de las Islas Canarias, los monarcas castellanos cedieron en 1480 sus derechos sobre la trata de esclavos canarios a Alonso de Quintanilla y Pedro Fernández Cabrón. Este último «a veces actuaba llegó a la isla junto con Pedro de Vera, conquistador de Gran Canaria en 1483 y hombre de confianza de Rodrigo Ponce de León»3. Esta conexión podría explicar la presencia de esclavos canarios en Marchena, señorío de los Ponce de León.

Se han documentado casos específicos de transacciones de esclavos canarios en Marchena:
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El 12 de marzo de 1490, «Gómez de Barrionuevo, vecino de Marchena, compró una esclava canaria llamada Malgarida, que fue liberada por el obispo de Canarias, con el argumento de que era horra es decir libre»3. Este caso generó un conflicto legal que llegó hasta la Real Cancillería de los Reyes de Castilla.
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También en 1490, «se inicia causa en la Real Cancillería de los Reyes de Castilla para que se ejecute un contrato a petición de Diego Núñez, vecino de Marchena, el cual había comprado un canario de La Gomera que igualmente le tomó el obispo de Canaria por ser horro por mandado del Rey»3.
Marchena, la esclavitud al servicio de los Ponce de León
«Marchena tuvo un mercado esclavo permanente desde el siglo XV», afirma Mira Caballos. El Duque de Arcos llegó a poseer «hasta 200 esclavos repartidos entre sus palacios de Marchena y Sevilla».

Rodrigo Ponce de León (1443-1492), X señor de Marchena y III conde de Arcos, emergió como una figura clave en la configuración política y económica del Reino de Sevilla durante el periodo de transición entre los reinados de Enrique IV y los Reyes Católicos.
Su apoyo al partido portugués en la guerra de sucesión castellana (1475-1479), su matrimonio con Beatriz Pacheco (hija de Juan Pacheco, marqués de Villena), y sus incursiones en el norte de África lo situaron en el centro de las redes de poder que sustentaban el comercio esclavista andaluz. Las fuentes documentales revelan su participación directa en operaciones militares con implicaciones en la trata de seres humanos, así como conexiones con redes conversas portuguesas que facilitaban la compraventa de esclavos.
Los esclavos del Duque de Arcos y la esclavitud en Marchena
Beatriz Pacheco actuó como nexo entre su marido y las facciones pro-portuguesas, particularmente después de que Juana la Beltraneja contrajera matrimonio con Alfonso V de Portugal en 1475. La documentación del Archivo General de Simancas (AGS, Sec. Nobleza, Leg. 2345) muestra que Rodrigo mantuvo correspondencia con nobles portugueses, negociando apoyos logísticos para sus campañas militares a cambio de concesiones comerciales1.
En 1483, Rodrigo Ponce de León recibió autorización real para armar naves y realizar corso contra infieles en las costas de Berbería, con derecho al quinto real sobre el botín, incluyendo esclavos.
Así es la ruta de los esclavos por el barrio de San Juan de Marchena
Existen documentos en el Archivo General de Simancas (AGS), Registro General del Sello, que confirman la concesión de privilegios a Rodrigo Ponce de León para realizar actividades de corso contra enemigos de la fe en las costas africanas. Estas autorizaciones incluían el derecho al quinto real sobre el botín obtenido. Además, registros notariales de Sevilla documentan la llegada y venta de esclavos traídos por el marqués de Cádiz durante la década de 1480.Ayuntamiento de Puerto Real

También se ha documentado la presencia de esclavos moriscos en Marchena. El texto menciona una «carta de horro o carta de libertad a favor de Pedro de León, uno de los moros defensores de la fortaleza de Zahara, convertido al cristianismo» firmada el 30 de diciembre de 1483 en Vitoria3.
Esta alianza se materializó en el apoyo naval portugués a las operaciones de Rodrigo en el estrecho de Gibraltar. Como señala el cronista Hernando del Pulgar, «el marqués de Cádiz recibió naves portuguesas en su puerto de Sanlúcar, las cuales traían pertrechos y hombres para la guerra contra los moros»6. A cambio, Rodrigo facilitó el acceso de mercaderes lusos a los mercados esclavistas de Marchena y Sevilla, donde operaban redes comerciales gestionadas por conversos 4.
La posesión de esclavos funcionaba en parte como un elemento de distinción social, pues como indica el estudio sobre Cádiz, había «descenso de la demanda (limitada a la adquisición de esclavos como artículo suntuario)«4. Esta función suntuaria probablemente era aún más marcada en las ciudades medias, donde la posesión de esclavos reforzaría el estatus de las élites locales.

Esclavos en Carmona
Carmona constituye uno de los casos mejor documentados. Según Esteban Mira Caballos, que ha estudiado 384 cartas notariales de compraventa de esclavos, «Carmona funcionó como un mercado esclavista secundario muy ligado al de Sevilla» (Archivo Hispalense, n.ºs 315-317, 2021). La mayor parte de los compradores eran miembros del estamento privilegiado, aunque también participaban labradores acomodados y mujeres.
Uno de los episodios más llamativos fue la venta masiva de 63 esclavos berberiscos capturados en una expedición del norte de África en 1617. De ellos, 48 presentaban «hierros o marcas a fuego», en su mayoría adultos, mientras que los niños menores de 10 años no fueron marcados (Archivo Hispalense, n.ºs 300-302, 2016).
La historiadora Nancy E. van Deusen aporta una dimensión transatlántica al centrarse en los esclavos indígenas americanos en Carmona. En «Global Indios» (Duke University Press, 2015), documenta cómo algunos esclavos originarios de América interpusieron pleitos judiciales para reclamar su libertad, lo que convierte a Carmona en un microcosmos de las tensiones coloniales del siglo XVI.

Écija, esclavos en las casas de los conversos
En Écija, la presencia de esclavos estuvo vinculada a las redes familiares y económicas de mercaderes conversos portugueses. Según Marcos R. Cañas Pelayo, «la inclusión de esclavos en las dotes matrimoniales de estas familias era habitual y un símbolo de estatus» (Historia. Instituciones. Documentos, n.º 43, 2016). La Inquisición también tuvo en su punto de mira a esta población esclavizada, como demuestra el caso de Diego de la Fuente, esclavo acusado de blasfemia por otros sirvientes en el siglo XVI (Studia Historica, Univ. Salamanca, 1999).

Osuna, esclavitud en el ámbito ducal
En Osuna, la documentación dispersa permite reconstruir algunos casos concretos. En 1574, el Marqués de Peñafiel intercedió ante el Duque de Arcos por la libertad de un esclavo moro, «el único sustento de su madre» en Osuna, según reza la carta conservada. Las posesiones esclavistas de los Duques de Osuna se hallan en el Archivo Histórico Nacional, sección Osuna, y forman parte de una tradición nobiliaria andaluza que usó la esclavitud como herramienta de lujo, servicio y prestigio.
Evolución y Declive del Sistema Esclavista
El sistema esclavista en el Reino de Sevilla experimentó transformaciones. Durante el siglo XVI alcanzó su apogeo, coincidiendo con la expansión atlántica y la consolidación de Sevilla como puerto de Indias.

Según Antonio Domínguez Ortiz, «a partir de 1650 la esclavitud en España se encuentra en una situación de decadencia»4. Entre las razones que explican este declive se encuentran la «escasa natalidad de la población esclava» que dificultaba su autorenovación natural. El «descenso de la actividad naval de España en el Mediterráneo», que redujo la captura de esclavos berberiscos La disminución de la demanda, limitada cada vez más «a la adquisición de esclavos como artículo suntuario»4
No obstante, algunas áreas como Cádiz mantuvieron una actividad esclavista significativa hasta bien entrado el siglo XVIII, pues «entre 1650 y 1750, el gran siglo de la esclavitud en la ciudad, […] fueron vendidos un total de 3481 esclavos»4.
«La geografía de la esclavitud andaluza se reconfigura a partir de 1650, con un descenso gradual que acabará en su extinción legal en el siglo XIX», concluye Eduardo Corona (Editorial Universidad de Sevilla, 2022). Sin embargo, su huella social y cultural permanece viva en archivos, testamentos, leyendas y apellidos que aún recorren las calles de nuestras ciudades.
Fuentes consultadas
- Mira Caballos, E. (2021). «La compraventa de esclavos en Carmona durante la Edad Moderna». Archivo Hispalense, 315-317.
- Mira Caballos, E. (2016). «Una venta masiva de esclavos berberiscos en Carmona (1617-1618)». Archivo Hispalense, 300-302.
- Van Deusen, N. (2015). Global Indios. Duke University Press.
- Cañas Pelayo, M. R. (2016). «Cristianos nuevos portugueses en Écija». Historia. Instituciones. Documentos, 43.
- Cortés López, J. L. (1999). «Los esclavos y la Inquisición». Studia Historica. Historia Moderna.
- Pérez García, R. M. y Fernández Chaves, M. F. (2012). La esclavitud en el sur de la Península Ibérica. Catarata.
- Corona Pérez, E. (2022). Trata atlántica y esclavitud en Sevilla. Editorial Universidad de Sevilla.
Para ampliar esta investigación, se recomienda la consulta directa de los Archivos Históricos Municipales de Carmona, Marchena, Osuna y Écija, así como el Archivo Histórico Nacional (sección Osuna) y la Biblioteca de la Universidad de Sevilla.