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Intervención de Isidoro Moreno en el acto en memoria del 83 aniversario del asesinato de Blas Infante

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Fuente: Fundación Blas Infante.

Hace exactamente 25 años, en un acto como el que aquí nos reúne, en el aniversario (entonces el 58) del asesinato de Blas Infante, un andalucista gigante, un artista genial que llevó a Andalucía y su cultura a todos los confines del planeta, Salvador Távora, que nos ha dejado hace unos meses aunque nunca morirá en nuestros corazones ni en el alma de nuestro pueblo mientras sean representadas sus obras, comenzó su intervención con un bellísimo poema que yo le tomo prestado –seguro que a él no le importa sino todo lo contrario, ¿verdad Salvador?- para que sean las suyas mis primeras palabras:

Arañaron tu puerta en Coria hasta arrastrarte al verde oscuro de una cuneta andaluza. Te negaron el agua hasta las monjas a las que llegaste arrastrando con un tiro en el pecho. No te remataron por temor a que la sangre de tu sien sembrara el huerto de espigas verdes y rojas amapolas de las que cubren las caras de los muertos. Me lo contaron ayer los dos cabreros que presenciaron escondidos tu tormento. Te asesinaron antes que a Companys, tu amigo catalán, al que llevabas libros y comidas cuando encerrado estaba en el Penal del Puerto. Te debemos la historia y la bandera a ti, Blas Infante de los siglos. Te debemos la sed que despertaste en nuestros viejos corazones dormidos. Y te debemos el futuro que se abre si no remachan tu sien con otro tiro. Y te tendremos en pie, aunque estés muerto, a ti, Blas Infante de los siglos.

Salvador tituló su intervención “Blas Infante, compromiso y símbolo para la unidad” porque aseguraba que el punto de referencia del abrazo solidario que debemos darnos los andaluces –y yo agregaría que, sobre todo, quienes nos sentimos andalucistas y pretendemos pensar y vivir como tales- no puede ser otro que Blas Infante. Un Infante al que Salvador llamaba a “rescatar del manejo inmovilista que hacen de su obra, de su vida y de su muerte aquellos que quieren enterrarlo entre banderas de seda, aunque sean verdes y blancas”.

Es ese Blas Infante, ocultado al pueblo andaluz, silenciado en la gran mayoría de las aulas de nuestros colegios, institutos y universidades, aunque su nombre figure en el rótulo de algunas calles, parques o estaciones de metro, el que nosotros tenemos la obligación de desenterrar. No basta, aunque ello sea sin duda necesario, con rescatar sus restos de la fosa común de Pico Rejas o de allí donde estén. Hay que rescatar, sobre todo y por encima de todo, su pensamiento político, su ser de andalucista revolucionario. Resulta enormemente significativo que en la sentencia que un denominado Tribunal de Responsabilidades Políticas dictó contra él, casi cuatro años después de que le fuera aplicado el “Bando de Guerra”, se justificara su muerte por su doble condición de “revolucionario” y de “propagandista del andalucismo político”. Aunque la sentencia fuera inicua, estos calificativos definen perfectamente la vida y la obra de Blas Infante. Porque, ¿podía haber algo más revolucionario y radicalmente andalucista, en su tiempo, que considerar como el Ideal Andaluz “más inmediato y central” el de “la tierra para el jornalero andaluz”, como ya señaló desde su primera aparición pública en 1914, y propugnar una Andalucía Libre, redimida por el esfuerzo de los propios andaluces?

Infante insistía en que había que liberar a Andalucía de los ocho grandes “dolores”, de las ocho grandes lacras que consumían sus energías y le impedían la libertad. ¿Cuáles eran estas? En sus propias palabras: el dolor de los pueblos de España “uncidos en piara por el interés patrimonial de los reyes”; el dolor de la servidumbre caciquil imperante en partidos políticos y elecciones; el dolor de la esclavitud de pensamiento; el dolor de la esclavitud económica de los trabajadores, especialmente de los jornaleros agrícolas; el dolor de la ausencia de justicia para el pueblo; el dolor de la servidumbre cultural; el dolor de la esclavitud familiar y de la discriminación de las mujeres; y el dolor de la esclavitud de conciencia.

Para estos ocho dolores o problemas estructurales (políticos, económicos, sociales e ideológicos), Infante propugnó soluciones para cuya difusión desarrolló una actividad constante: una estructura confederal, construida en base a la libre voluntad de los pueblos-naciones de Iberia (Andalucía uno de ellos); la transformación profunda de los partidos, que él llamaba “organizaciones electoreras que atentan contra la soberanía del pueblo”; la garantía de las libertades públicas sin restricciones; la abolición del trabajo como mercancía, la Reforma Agraria y la intervención de las organizaciones obreras en los consejos de administración de las empresas; una justicia enteramente civil, gratuita y arbitral, con magistrados de distrito y una rectificación urgente del sistema penitenciario; una enseñanza gratuita, laica y no burocrática en todos los niveles; la plena igualdad de derechos de las mujeres y la libre constitución y disolución del contrato matrimonial, con reconocimiento de todas las uniones de hecho; y el fin del “monopolio pseudorreligioso alcanzado por la acción política de la Iglesia de Roma”, mediante medidas que garantizaran el respeto absoluto para todas las
religiones y la preservación por parte del estado de los valores artísticos y culturales de los bienes de todas ellas.

Con un programa de esas características, unido a una crítica radical a quienes hacen de la política una profesión en beneficio de su bolsillo, de su vanidad o de ambas cosas, y a una fuerte defensa de la cultura de la paz y de la pedagogía como única arma para convencer, no es extraño, ni anómalo, que Blas Infante fuera considerado un revolucionario andalucista peligroso. Él se enfrentó no solo al régimen político -¡qué tristeza en sus palabras cuando hubo de denunciar que “el hambre es más amarga siendo republicana que monárquica, porque además de ser hambre de pan es hambre de esperanzas defraudadas por la República!- sino también, y sobre todo, osó cuestionar el “orden” económico-social imperante y poner al descubierto las causas de la alienación cultural que sufría Andalucía, resultado de su situación colonial, que impedía –como sigue hoy impidiendo- a la mayoría de los andaluces ver los mecanismos ocultos de la opresión.

Por esto, aunque puedan desenterrarse los restos materiales de don Blas –y esperemos que no tengan que transcurrir otros más de ochenta años para que ello se haga realidad, al igual que la exhumación de la totalidad de las decenas de miles de cuerpos de andaluces represaliados tanto en los días del golpe militar-fascista y los años de la mal llamada guerra civil como en los, más crueles aún, años del franquismo-, Blas Infante seguirá enterrado en tanto no desenterremos y difundamos su pensamiento y su acción cultural y política, entendiéndolos no solo como parte irrenunciable de nuestra historia como Pueblo –que lo es- sino, sobre todo, como instrumentos para orientar nuestra acción hoy.

Es por desconocimiento de Blas Infante, por no haberlo leído o ni siquiera conocer su existencia, por lo que aún resulta necesario en nuestros días seguir demostrando, como él hizo, que Andalucía no es Castilla, ni es Europa sin más. Que tenemos una cultura propia resultado de un proceso histórico peculiar al menos en los últimos 2.500 años. Que esa cultura es, a la vez, mestiza y original, como un río caudaloso con varias fuentes que lo hacen caudaloso: la fuente andalusí, que recogió las herencias tartéssica, de la Bética romana y de Bizancio, la castellano-europea, la judía, la negroafricana y la gitana.

¿Es que han sido superados los ocho “dolores” que señalaba, denunciándolos, Blas Infante? ¿Es que se han puesto en práctica en algún momento las soluciones políticas y jurídicas que él planteó como remedios para esos dolores? Rotundamente no, aunque quienes él llamaría “profesionales de la política” incluso se hayan atrevido, hace unos años, a poner en el preámbulo del vigente estatuto de autonomía, junto al reconocimiento formal a su figura –lo que está bien-, la mentira de que la Andalucía actual está muy cerca de aquella por la que él luchó y murió. ¡Qué barbaridad, cuando Andalucía continúa sumida hoy en la dependencia económica, la subordinación política y la alienación cultural y cuando todos los indicadores señalan que se acentúa la divergencia, que no la convergencia, respecto a otros países y comunidades del estado y respecto a la media europea! Parafraseando a Infante, podríamos decir que la situación de Andalucía hoy es más amarga de lo que era bajo la dictadura porque a los dolores que persisten, y que no han sido resueltos, se añade también el dolor de que ello ocurre en democracia y con autonomía (aunque con qué baja intensidad democrática y con qué insuficiente nivel de autonomía).

Hace exactamente cien años, en el Manifiesto Andalucista de Córdoba del 1 de enero y en la Asamblea de marzo, también en Córdoba, Blas infante lanzó un llamamiento para la lucha por una Andalucía Libre, una Andalucía con voluntad de ser y de vivir por sí. Él repetía que somos un Pueblo, una nacionalidad no solo porque tenemos identidad histórica, identidad cultural e identidad política nacional sino también, y sobre todo, porque “una común necesidad invita a todos sus hijos a luchar juntos por una común redención”. Es ineludible preguntarnos si está o no vigente esa necesidad hoy, un siglo después, aquí y ahora. Yo afirmo que sí y no me cabe duda de que, a pesar de las toneladas de anestesia que nos inyectan a diario, por múltiples y poderosos medios, somos muchos las andaluzas y andaluces que así lo creemos aunque ello no se traduzca en las urnas electorales, que es el referente que consideran algunos, erróneamente, como único válido para detectar los sentimientos y el nivel de conciencia.

Si viviera Blas Infante, estoy seguro que volvería a emplazarnos para que nos volquemos en la tarea de despertar a nuestro Pueblo, de desvelarle con firmeza y paciencia las trampas con las que pretenden seguirlo cloroformizando para restringirlo a una vida vegetativa de autoconformismo y de miedo a que todo pueda ir aún peor. Algunos quieren que creamos que el pensamiento político de Blas Infante es algo que pertenece al pasado, solo susceptible de estudios académicos o de recuerdos nostálgicos. Se equivocan o tienen como objetivo que nos equivoquemos. Dicen, por ejemplo, que él definía socialmente a Andalucía como un país y un Pueblo de jornaleros y eso es ya cosa del pasado porque hoy quedan pocos jornaleros agrícolas. Dicen que los planteamientos de Blas Infante quizá hubieran podido tener validez en un tiempo pasado pero no en el nuestro, porque todo ha cambiado. Es que no saben analizar más allá de las apariencias o es que pretenden engañarnos. Para seguir con el mismo ejemplo, es cierto que hoy el número de jornaleros agrícolas es pequeño respecto a cien años atrás, pero paradójicamente la gran mayoría de los andaluces han sido hoy jornalerizados: jornaleros de la construcción, jornaler@s de la hostelería, jornaler@s de la enseñanza… todos ellos precarios, con condiciones de trabajo y salarios, y soportando prácticas abusivas, que son muy equivalentes, estructuralmente, a las de los jornaleros del campo de aquellos tiempos. Lejos de desaparecer, la situación jornalera se ha generalizado, aunque esto no lo vean ni los propios sindicatos porque el relato que nos repiten desde los ámbitos de poder económico, social y político lo oculta.

Algunos dicen que se ha cumplido la aspiración central de Blas Infante porque Andalucía tiene ya autonomía. O no han leído jamás a Infante o mienten a sabiendas. La autonomía, como en su tiempo el cambio de régimen de monarquía a república o hace cuarenta años del franquismo a la restauración monárquica, tienen valor real cuando las nuevas situaciones, los nuevos regímenes, poseen capacidades y las utilizan para acometer las transformaciones necesarias con el objetivo de alcanzar los ideales (los objetivos políticos). Hoy, la concentración de la tierra y, en general, de los medios de producción económicos y financieros, es aún mayor que hace un siglo. Nuestra economía sigue siendo extractivista, al servicio de demandas e intereses exteriores a nosotros. La emigración continúa por más que antes quienes emigraban eran fueran en su mayor parte gente con poca formación escolar y ahora emigren jóvenes con master y carreras universitarias a los que ha cerrado la posibilidad de aplicar aquí sus conocimiento. Sí que hemos progresado…

Y en lo político, a pesar de que tenemos formalmente autonomía y de que hasta hace unos meses siempre los gobiernos fueron de un partido autocalificado como de izquierda, que incluso se ha envuelto en la verdiblanca siempre que ha habido convocatorias electorales, esta autonomía no ha servido siquiera para que el río Guadalquivir y sus aguas puedan ser gobernados desde Andalucía. No digamos para crear suficientes empleos, dejar atrás la necesidad de emigrar, avanzar en la neutralización de las desigualdades, potenciar nuestra cultura… Más allá de ser granero de votos para partidos estatales, trampolín para el acceso, o la pretensión de acceso, a ámbitos de poder estatal para los dirigentes de estos, y laboratorio de experimentos políticos y administrativos, el papel político de Andalucía ha sido durante estos casi 40 años, y sigue siendo, mínimo. Como lo demuestra, por ejemplo, que una vez más, hace pocas semanas, en el pleno del congreso de los diputados para la investidura, fallida, de presidente del gobierno, no se mencionara ni una sola vez el nombre de Andalucía ni tuvieran protagonismo alguno nuestros problemas. Como si no existiéramos. ¿Para qué nos sirve, pues, esta limitada, insuficiente y decepcionante autonomía? ¿Estaría satisfecho con ella Blas Infante?

Quienes nos declaramos andalucistas no deberíamos dejar pasar un día como el de hoy como si fuera un mero ritual, anualmente repetido, de escaso contenido y con más escasas aún consecuencias políticas. Los rituales, las rememoraciones, son, sin duda, imprescindibles. Tenemos que homenajear a Blas Infante, claro que sí, recordando por qué lo asesinaron, recordando que sus restos han tenido el mismo destino que decenas de miles de andaluces demócratas, de diversas ideologías –las cunetas, las fosas comunes o ni se sabe dónde, como ocurre con los de Federico-, y mostrando nuestra indignación porque todavía ni siquiera se ha anulado aquella sentencia que intentó legalizar el crimen y asfixiar económicamente a Angustias, su viuda, y a Luisa, María de los Ángeles, Blas y Alegría, sus hijos, huérfanos desde tan pequeños… Pero todo esto, que –repito- es obligado, imprescindible, y que hacemos acompañados de algunos compañer@s que sin ser andalucistas han querido estar aquí con nosotros, debería tener también otros desarrollos para quienes sí nos afirmamos como tales. Creo, en conciencia, que no podemos escapar al emplazamiento que hoy nos haría, si pudiera, Blas Infante. Creo que, por encima de diferencias de estrategia o tácticas, deberíamos todos los y las andalucistas convertirnos en un Blas Infante colectivo que zamarree a nuestro Pueblo andaluz y le infunda la fuerza del pensamiento blasinfantiano para que logre levantarse, como pide nuestro himno, y exija Tierra y Libertad, los dos ideales centrales por los que luchó y murió el padre de la patria (o mejor, matria) andaluza.

Tenemos la obligación ética y política de dirigirnos a cada andaluz con los duros pero necesarios versos con que lo hiciera otro gigante del andalucismo, nuestro inolvidable Carlos Cano:

“No sé por qué te lamentas en vez de enseñar los dientes, ni por qué llamas mi tierra a aquello que no defiendes. Si en vez de ser pajaritos fuéramos tigres bengala, a ver quién sería el guapito de meterno en una jaula”

…Si el próximo 4 de Diciembre, nuestro Día Nacional, consiguiéramos visibilizar el andalucismo ante nuestro Pueblo, de forma potente y, al menos en esa celebración, como una gran y unitaria marea blanquiverde, demostraríamos dos cosas. La primera, que se equivocan quienes anunciaron con regocijo la desaparición del andalucismo, algunos para tratar de apropiarse de forma oportunista de su espacio presuntamente vacío. La segunda, que habríamos sabido anteponer lo que nos une a lo que nos diferencia superando sectarismos, oportunismos y personalismos. Sería un gran paso.

Poseemos referentes simbólicos poderosos: la arbonaida, el 4-D, Blas Infante… Símbolos que queremos compartir con todos pero que no vamos a aceptar que nadie se apropie de ellos para desvirtuarlos. Referentes que constituyen un patrimonio inequívocamente andalucista. Y tenemos también, o deberíamos tener, los andalucistas dolores comunes, heridas sangrantes del pasado y del presente que es preciso encarar sin demora. Para ello contamos también con los remedios que nos ofreció en su tiempo –no tan diferente estructuralmente al nuestro, repito- nuestro principal ideólogo, aquel revolucionario y propagandista del andalucismo que fuera asesinado en este mismo lugar hace hoy 83 años. ¡Qué más queremos! Él murió con un grito, un grito de tres palabras en las que resumía todo su proyecto político. Repitámoslo ahora poniendo no solo nuestro corazón en esas tres palabras sino también la voluntad de traducirlas cada día en los hechos. Es urgente hacerlo así porque nuestro Pueblo Andaluz está débil, enajenado, y muy potentes intereses quieren hacerlo desaparecer como tal, manteniendo, si acaso, solo algunos elementos de su cultura para que, convenientemente desactivados de su significación profunda, puedan ser vendidos como exotismos en el mercado turístico. Unámonos para impedirlo. Unámonos todos las y los andalucistas en el esfuerzo, en el trabajo, en la lucha, en la ilusión, por despertar a nuestro Pueblo. Como aquí y ahora vamos a unirnos, sin reticencia alguna, en gritar lo que en aquella noche terrible gritó Blas Infante mientras le arrebataban la vida, que no la fuerza de la verdad: ¡¡¡VIVA ANDALUCÍA LIBRE!!!

ISIDORO MORENO, Catedrático Emérito de Antropología y Patrono de la Fundación.

Hermandades

Mateo Alemán, el converso que escribió las reglas de la Hermandad del Silencio

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Detrás de las reglas de la Hermandad del Silencio sevillana, que sirvió de modelo a toda las hermandades de nazarenos del arzobispado, y de la primera novela española que tuvo difusión internacional y que influyó a Cervantes para escribir su Quijote, está la misma mano, la de Mateo Alemán.

Un moralista cristiano, tratando de ocultar su origen judeoconverso, cargado de dignidad, que plasma su visión pesimista del mundo  donde el hombre en constante lucha contra un mundo hostil, se mueve por la violencia; e intenta una y otra vez reformarse pero siempre vuelve a caer en el vicio y el pecado.

El Hermano Mayor de la cofradía del Silencio de Sevilla Mateo Alemán tenía sangre de conversos. Su abuelo había sido ajusticiado por la Inquisición y su padre era médico de la cárcel de Sevilla. Él quería limpiar su sangre en la Sevilla en la que triunfaba Trento y, para hacerlo, se buscó una hermandad pobre, medieval, ubicada extramuros, en el campo de la Resolana y le dió fama y riqueza.

Hijo de Hernando Alemán, del que se discute su origen converso y de Juana de Nero hija de un comerciante florentino y judío.

Se graduó de bachiller en Artes y Teología en 1564 en la Universidad de Sevilla. Fue nombrado contador de la Real Hacienda en 1571, cobrador de almojarifazgos y juez visitador. También negociaba con esclavos -negocio controlado por los judeo conversos- ya que en 1573, vende por 32 ducados una esclava morisca de Túnez.

Mateo Alemán consiguió tierras para construir la actual capilla del Silencio y redactó las nuevas reglas  ilustradas con pinturas de Francisco Pacheco.  

La Primitiva Hermandad de los Nazarenos de Sevilla fundada en la iglesia parroquial de Omnium Sanctorum, en 1340, hizo su primera salida procesional a la ermita de San Lázaro, extramuros de la puerta de la Macarena, el 14 de Abril de 1356.

Vestían sus cofrades, llamados nazarenos, túnicas de color morado, soga de esparto en la cintura y el rostro cubierto por una cabellera de cáñamo y en las sienes corona de espinas y al hombro una pesada cruz a imitación de Jesús. Desde la ermita de San Antón, en el campo de la Macarena, pasó en 1546 al Hospital de la Cinco Llagas y de allí en 1574 al Hospital de los Convalecientes, en la calle Rioja gracias a Mateo Alemán.

En las reglas del Silencio demuestra sus conocimientos en teología, en materia bíblica y en la Regla de los Presos, demuestra su espíritu cristiano aunque siendo hermano mayor del Silencio fue dos veces a la cárcel por asuntos de cuentas. 

En 1580, empezó a estudiar leyes pero unas deudas le llevaron a la Cárcel de Sevilla donde pasó dos años y medio observando la vida criminal que luego aparecerán en su novela Guzmán de Alfarache  publicada en 1598, el primer superventas de la historia, siendo traducida al inglés, al italiano, al latín, al alemán y al francés.

Su novela influyó en la literatura de toda Europa y en el Quijote de Cervantes.​

En 1583 lo nombran juez de las cuentas del tesorero de alcabalas y minas de azogue de Usagre; Badajoz, donde  libera a dos presos, llama «majadero» al alguacil y manda prenderlo a él y al alcaide por lo que de nuevo se inicia juicio contra él pero logra esquivar la cárcel. En 1593 viaja a Almadén como juez de las minas de mercurio arrendadas por el Rey donde se enfrenta a sus arrendatarios, los banqueros alemanes Fugger, los más poderosos de su tiempo.

En 1601 volvió a Sevilla comido por las deudas contraídas en Madrid, por las que fue encarcelado otra vez en 1602 hasta que lo sacó su pariente Juan Bautista del Rosso. En 1608  viajó a México donde sirvió al Obispo. En 1613 escribió Sucesos de don fray García Guerra, arzobispo de México.  Muere pobre en 1614, en Ciudad de México y su albacea tuvo que pedir limosna para poder enterrarlo. 

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Historia

La torre de Santa María, una obra de gran belleza de Hernán Ruiz II

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La torre de Santa María de Marchena es una obra de gran belleza de un gran maestro, Hernán Ruiz II,  (Córdoba 1514-  Sevilla 1569) Maestro Mayor de obras del Arzobispado de Sevilla, quien trabajó en ella -con  genio y maestría-  en 1567, al mismo tiempo que trabajaba en la Giralda, tal y como expone Alfredo J. Morales en su trabajo para el laboratorio de arte hispalense de 1995.

Con él trabajaron una serie de colaboradores habituales de Ruiz en la catedral sevillana, tales como el herrero Cosme de Sonibas que hizo «un harpón e cruz», piezas metálicas para el remate del campanario por las que percibió 4.746 maravedís. Gaspar López, vecino de Sevilla trajo las maderas para los andamios, mientras los canteros Pedro Francés y Juan Ruiz labraron «los cartones para la torre».

Según Alfredo J. Morales la torre de Marchena ha perdido los remates, que coronaban el segundo cuerpo, que contribuían a enriquecer plásticamente el conjunto. 

Los hermanos Juan y Lorenzo Rodríguez, canteros que trabajaron en la Capilla Real hispalense, labraron los sillares para el campanario de Santa María de la Mota en 1567, junto con el cantero Juan de Ochoa, y Gonzalo Linar los cuatro sevillanos además de los tejeros Juan de Estepa y Antón Sánchez, vecinos ambos de Marchena, por diversas partidas de ladrillos para dicha obra.

Dos de las hijas de Hernán Ruiz II se casaron con Jerónimo Hernández y Andrés de Ocampo.

El ceramista sevillano Luis de Orellana, suministró los azulejos y espejos de cerámica vidriada de la torre 19 . Otro tanto ocurre con el cantero Gonzalo Linar, quien junto a Juan Rodríguez y Juan de Ochoa aparece labrando cantería para el campanario.

Los maestros albañiles Diego López Pavón y Juan de Morales cortaron y prepararon los ladrillos y azulejos, junto con sus ayudantes.

Hernán Ruiz II hizo además la torre de Santa Cruz de Ecija, las torres de San Felipe y San Pedro, de Carmona, llamada la Giraldilla, San Miguel de Morón y Santa María de Mesa de Utrera. Además de trabajar en la catedral de Sevilla, hospital de las Cinco Llagas, Puerta de la Macarena, Puerta de Jerez,  Ayuntamiento de Sevilla, San Jerónimo, Anunciación,  San Agustín, San Pedro y la Cartuja en Sevilla.

Los sillares fueron traídos de Morón y de Osuna y la cal se encargó a Cristóbal Rodríguez tal como aparece en el Libro 3° de cuentas de San Juan de 1566 asta 1568.

La torre de Santa María es una muestra del grado de maestría y especialización sobre campanarios desarrollado por Hernán Ruiz el Joven, adaptándose a los condicionantes, con un mismo lenguaje pero sin repetirse. 

Torre de Santa Cruz restaurada; detalle

Por los asientos del archivo parroquial de San Juan sabemos que previamente, el mismo maestro  trabajó en las torres de San Juan y San Miguel, sin que se conozcan detalles de su intervención.  En los libris dic e que Hernán Ruiz «vino a visitar la torre de San Juan e San Miguel».  En 1567 se proyectaba ampliar el templo aunque solo fue un proyecto irrealizado.

En el lado sur puede verse escudo de azulejos de Luis Cristóbal Ponce de León, Duque de Arcos, por ser este el frente de la torre visible desde el palacio. 

Su experiencia en resolver los problemas compositivos se había incrementado, como consecuencia de su trabajo en la Giralda, que aún no había concluido cuando inició el campanario de Marchena. El arquitecto construyó un cuerpo de campanas sobre una torre preexistente.

La torre de Santa Maria destaca por su esbeltez, -tiene  cuatro metros por cada lado-. Tiene  con una base de sillares, similares a los de la portada gótica, y encima una superposición de cajones de tapial medieval, con ladrillos en sus ángulos.

El remate del campanario de Santa María con una media naranja cubierta de azulejos recuerda al que Hernán Ruiz diseñó unos diez años antes para la torre  de San Lorenzo de Córdoba.

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Historia

Repicando desde el móvil. El proyecto Tån:talán trata de preservar la tradición de los campaneros

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El proyecto Tån:talán, es una web que busca preservar la tradición milenaria de los campaneros mediante la creación de un catálogo interactivo y que puede ser usado desde el móvil. Reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, el toque manual de campanas es una forma de comunicación en declive. Tån:talán permite a los usuarios explorar y aprender sobre estos toques tradicionales, convirtiéndose en una herramienta educativa y un puente hacia la preservación digital de esta herencia cultural.

https://www.tantalan.com/

La descripción sugiere que Tån:talán actúa como una herramienta educativa y de preservación, permitiendo a los usuarios acceder a información detallada sobre distintos toques de campanas, su significado, y su importancia cultural en diferentes comunidades. Además, al ser interactivo, el proyecto permite a los usuarios no solo aprender sobre estas tradiciones sino también participar de alguna manera en su conservación.

La campana personifica la voz de lo sagrado, a los prelados en el acto de convocar a los fieles.  Objetos litúrgicos y protectores, a medio camino entre lo divino y humano se las bautiza a través de un ritual especial, se las bendice y se las hacía sonar contra los males y tempestades atribuyéndoseles, incluso, milagros.

El Viernes Santo es el único día del calendario litúrgico católico donde no se celebra la Misa, como luto por la muerte de Cristo y son sustituidas por matracas de madera. Cada campana tiene su propia voz y su nombre y ser les bautiza en la fiesta o solemnidad del santo del cual toman un nombre.

Bendición de las campanas nuevas - Peralta/Azkoien

En el 604 se mandó colocar campanas en todas las iglesias católicas  y en 1240, el Papa manda que sonara la campana mayor al alzar la ostia en misa para que quienes no puedan estar presentes, se unan al rezo en ese momento. Entre las campanas más antiguas están la del museo de Dublin, S. V o la del Museo de Córdoba, año 955.

 Con el toque de ángelus a mediodía, las mujeres apuraban su faena y los labriegos aprovechaban para levantar la mirada al cielo y descansar. Los toques de difunto eran más largos para adultos que para niños, para ricos que para pobres, para hombres que para mujeres. Las catedrales deben tener cinco o más campanas; las parroquias dos o tres; y una las Iglesias de ordenes.

EL BAUTISMO DE UNA CAMPANA

En el bautizo de la campana el celebrante viste capa pluvial blanca, invita a rezar determinados Salmos.  Se lava la campana con sal y el agua bendecida, rezando Salmos. El Oficiante hace con el pulgar de la mano derecha sobre la campana una cruz con los oleos sagrados; y dice una oración que se refiere a las trompetas de los hebreos convocadoras del pueblo, y después, bendice la campana, invocando las virtudes de los metales fundidos contra los elementos diabólicos y adversos.

El coro canta la antífona con el Salmo 28; mientras el Oficiante practica siete cruces con el dedo mojado en aceite en el exterior, y con el Crisma, cuatro en el interior mientras se esparce por dentro de la campana el humo del incienso.

Bendición de una campana en la localidad de Benifairó. (Hnos. Portilla) - YouTube

«Dios, que decretó por medio del santo Moisés, tu siervo y legislador, que se crearan e hicieran sonar trompetas de plata en el momento del sacrificio, para recordar al pueblo a través de sus claros tonos que se preparen para tu adoración y se reúnan para su celebración. Concédenos, te imploramos, que esta campana, destinada para tu santa Iglesia, sea santificada por el Espíritu Santo a través de nuestro humilde ministerio, de forma que cuando repique y taña, los fieles sean invitados a la casa de Dios y la recompensa eterna.

Que la fe y la piedad del pueblo crezcan cada vez más fuertes siempre que escuche su melodioso repique. Que su sonido aleje a todo espíritu maligno; que se desvanezcan trueno y rayo, granizo y tormenta; que el poder de tu mano someta a los malignos poderes del aire, que tiemblen con el sonido de esta campana y huyan acto seguido ante la visión de la santa cruz grabada en ella.

Que Nuestro Señor nos conceda esto, Él que venció a la muerte en la cruz y que ahora reina en la gloria de Dios Padre, en la unidad del Padre y del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.»

 

«Oh, Cristo, todopoderoso gobernante, como una vez calmaste la tormenta en el mar al despertar en la barca del sueño de tu naturaleza humana, así acudas ahora con tu benigna ayuda a las necesidades de tu pueblo, y derrames sobre esta campana el rocío del Espíritu Santo.

Siempre que suene, huya el enemigo del bien, que el pueblo cristiano escuche la llamada a la fe, que aterrorice al imperio de Satán, que tu pueblo se fortalezca al ser llamado a unirse al Señor y que el Espíritu Santo esté con los fieles igual que se deleitaba de estar con David cuando tocaba su arpa.

Y al igual que una vez el trueno en el aire ahuyentó una horda de enemigos, cuando Samuel sacrificaba un cordero lactante como holocausto al Rey eterno, así cuando el repique de esta campana resuene en las nubes traiga una legión de ángeles que vigile la asamblea de tu Iglesia, los primeros frutos de los fieles y aspiren a tu protección eterna en su cuerpo y espíritu».

Campanas que cantan la presencia del Señor – Parroquia Santísimo Cristo de la Victoria

TOQUE DE TEMPESTAD

Se tocaban las campanas para visar de tempestades, para ahuyentarlas hasta que  la ciencia hizo más útil el pararrayos que la campana para detener la tempestad.  El toque de tempestad, interpretado por los labriegos sonaba así:  «Tente nublo, tente tú, que Dios puede más que tú. Si eres agua ven acá. Si eres piedra vete allá».

El toque contra tormenta solía coincidir con la salida del cura a desconjurar; que equivale a realizar un exorcismo. Si, pese a todo, tronaba mucho, y el cura era mal desconjurador o el campanero tocaba mal a veces decían que el campanero lo hacía mal aposta, porque le pagaban poco.

Fuente.  «Historia de las campanas», por Pascual Calvete del Gremio de Campaners Valencians, 1991. 

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Quiénes fueron los conversos reconciliados por la Inquisición en Marchena en 1495

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Este es el listado de las personas que habían pasado por el tribunal de la Inquisición habiendo sido condenados a pagar una cantidad económica y salvaron la vida aunque también aparecen otros, que son en su mayoría sus padres, que fueron condenados a muerte.

Fuente: Los Conversos y la Inquisición Sevillana, Juan Gil. Volumen VII. Año 2003.

Este listado de 1496 solo es la punta del iceberg. En cuanto a sus oficios predominan claramente los sastres y auxiliares, jubetero, (Fabricante de jubetes y jubones, especie de camisa medieval), borceguinero, que hacían borceguíes, botas de piel, tundidor, que recorta e iguala los hilos de las telas, trapero, comerciante de telas.

En Marchena no había en ese tiempo Inquisición ya que el convento de Santo Domingo no abre hasta 1530, por lo que no se hicieron aquí juicios o actos violentos, que se realizaban en el quemadero del Prado en Sevilla y la sede inquisitorial estaba en San Pablo de Sevilla y Castillo de San Jorge. Los frailes de San Pablo de Sevilla venían a Marchena a petición del vicario que luego funda Santo Domingo. En ese tiempo los interrogatorios solían hacerse en las parroquias principales de los pueblos, en este caso San Juan.

Los reconciliados estaban obligados a llevar el sambenito siempre durante todo el tiempo que durara la condena como señal de su infamia y sólo podían quitárselo dentro de su casa. Cumplida la sentencia, sus sambenitos eran colgados en la iglesia parroquial ad perpetuam dei memoriam para que no se olvidara su crimen, así como los sambenitos de los quemados en la hoguera. La Inquisición consideraba que había que perpetuar el recuerdo de la infamia de un hereje, infamia que se proyectaba sobre sus familias y descendientes.

En la parroquia principal se colgaban los sambenitos y los listados con los nombres de los reconciliados y condenados por conversos, que estaban así expuestos al público por generaciones.

El sambenito era una prenda utilizada originalmente por los penitentes católicos para mostrar público arrepentimiento por sus pecados, y más adelante por la Inquisición española para señalar a los condenados por el tribunal, por lo que se convirtió en símbolo de la infamia. Originariamente se trataba de un saco de lana bendecido por el cura, de donde viene el nombre de saco bendito que da lugar a sambenito. 

En el Manual de Inquisidores (1378) Nicholas Eymerich lo describe como una túnica formada por dos faldones de tela, uno por delante y otro por detrás en forma de escapulario, sobre la que iban cosidas unas cruces rojas

Una vez abierto el templo dominico y con la Inquisición encomendada a ellos, se establecen los familiares de la Inquisición, entre familias importantes del pueblo.  Los dos primeros de la lista son el criado y el contador del Duque, que como sabemos protegió a los conversos, además de dos alcaldes el de Marchena y Carmona.

1.-Ruí García reconciliado, criado del Marqués de Cádiz «que santa gloria haya» vecino de Marchena hijo de Juan García de Sevilla difunto, que pague por sí 5000 maravedíes. En esta época la palabra criado no tiene ningún carácter peyorativo sino que es alguien a su servicio. Un criado del duque es alguien de su entorno más cercano.
Los médicos, boticarios, cirujanos que trabajan para la nobleza señorial en ese tiempo eran en su mayoría conversos.

2.-Pedro López de Pliego escribano reconciliado vecino de Marchena hijo de Diego López de Pliego difunto. Compareció por si y por su mujer Leonor López reconciliada hija de Juan Alonso de Loya difunto que pague 6000 maravedíes.

3.-Gonzalo Delgadillo reconciliado, vecino de Marchena y ahora viven en Rota, hijo del jurado Diego González Delgadillo. Compareció por sí por su mujer Isabel Fernández reconciliada, hija del contador Fernando de Sevilla que pague 3100 maravedíes.

4.-Juan de Torres reconciliado vecino de Marchena hijo de Diego de Torres condenado. Compareció por sí y por su mujer Isabel de Jerez, reconciliada, hija de Diego Sánchez de Jerez, condenado. Que pague 6200 maravedíes por ambos y por cuatro hijos pequeños y por los que más Dios le diere.

5.-Juan de Ávila, corredor, reconciliado, vecino de Marchena, hijo de Alonso de Ávila, compareció por si por su mujer Catalina de Ávila, reconciliada, hija de Juan de Córdoba, difuntos. Que pague 2000 maravedíes.

6.-Gonzalo de Carmona, sastre y jubetero, reconciliado, vecino de Marchena, hijo de Alonso Rodríguez, tundidor, difunto. Que pague 5000 maravedíes.

7.-Fernando de Sanlúcar, sastre, jubetero reconciliado vecino de Marchena hijo de Martín González difunto que pague por si 5000 maravedíes.

8.-Álvaro de Jerez, reconciliado vecino de Marchena, hijo de Fernando González de Jerez, Alcalde que fue de Carmona, difunto, compareció por si por su mujer Beatriz Suárez, reconciliada hija de Pedro González difunto que pague 3000 maravedíes.

9.-Rodrigo de Mayorga, reconciliado, vecino de Marchena, hijo del jurado Gonzalo de Carmona, difunto. Compareció por sí y por su mujer Leonor Rodríguez, reconciliada hija de Rui González de Écija, difunto. Que pague 3500 maravedíes.

10.-Rodrigo de Marchena, reconciliado, vecino de Marchena, hijo de Gabriel Fernández, difunto. Que pague por sí solo mil maravedíes.

11.-El alcalde Juan Escribano, reconciliado vecino de Marchena hijo de Gabriel Fernández difunto. Compareció por sí y por su mujer Juana González, reconciliada, hija de Ruy González de Ecija, difunto. Que pague 3000 maravedíes.

12.-Rodrigo de Écija, sastre y Trapero, reconciliado, vecino de Marchena, hijo de Alonso Rodríguez. Compareció por si y su mujer Catalina Rodríguez, reconciliada. Que pague 7000 maravedíes.

13.-Fernando de Cazorla, reconciliado, vecino de Marchena y Juana López, su mujer, que pague 2000 maravedíes.

14.-Pedro Gallego, reconciliado, vecino de Marchena, compareció por si y por María Rodríguez, su mujer, reconciliada. Que paguen ambos 2000 maravedíes.

15.-Diego de Jerez, reconciliado, vecino de Marchena, hijo de Alonso González de Jerez. Compareció por si por su mujer Teresa González, reconciliada, hija de Alonso González que pague 3000 maravedíes.

16.-Rodrigo de Úbeda, reconciliado, vecino de Marchena, hijo de precio por si y por Leonor Fernández mujer reconciliada hija de Gonzalo Fernández que pague 3000 maravedíes.

17.-Pedro Delgadillo reconciliado vecino de Marchena hijo de Diego González Delgadillo compareció por sí y por su mujer Beatriz González reconciliada hija de Gonzalo Fernández Pichó. Que pague 3000 maravedíes.

18.-Rodrigo de Carmona, trapero, reconciliado, vecino de Marchena, hijo de Alonso Rodríguez, difunto. Compareció por sí y por su mujer Isabel Rodríguez, reconciliada, hija de Lope Sánchez, condenado. Que pague 3500 maravedíes.

19.-Alonso de Herrera, tratante, reconciliado, vecino de Marchena, hijo de Gonzalo Sánchez de Córdoba, difunto. Compareció por sí y por su mujer Beatriz Núñez, reconciliada, hija de Fernando de Córdoba, que pague 3000 maravedíes.

20.-Gonzalo, hijo de Pedro de Mansilla y de su mujer Leonor Núñez, condenados, que vive con el dicho Alonso de Herrera y su sobrino. Que pague 500 maravedíes.

21.-Fernando García, escribano, vecino de Marchena, reconciliado, hijo de Gabriel Fernández, difunto que pague por sí solo mil maravedíes.

22.-Gonzalo de Alanís reconciliado, vecino de Marchena, hijo de Rui González de Alanis, difunto. Compareció por si y por su mujer Ana Díaz, reconciliada, hija del Conde, y dos hijos suyos que se dicen Gonzalo e Inés, de otro marido que se decía Aventurero, condenado. Que pague por todos 9000 maravedíes.

23.-Pedro Rodríguez de Sevilla, reconciliado, vecino de Marchena, hijo de Alonso González, difunto. Compareció por sí y por su mujer Mencía Rodríguez, reconciliada, hija de Alonso Rodriguez, Trapero, que pague 4000 maravedíes.

En 1490 , Luis de Soto, criado de la Duquesa de Arcos, Beatriz Pacheco, compró a una judía huída de Marchena, Mencía Rodríguez, tres tiendas en la plaza de Marchena.

Lo cuenta el documento «Merced del derecho de posesión de unas tiendas sitas en la plaza de Marchena a Luis de Soto, criado de la duquesa de Arcos, quien los compró hace siete años de Mencia Rodríguez, judia, huida a tierra de moros,y ahora le han sido demandados por Diego de Medina, receptor de bienes confiscados por la inquisición. 1494-7-26 Segovia».

24.-Juan de Ubeda reconciliado, vecino de Marchena, hijo de Juan Rodriguez. Compareció por si y por su mujer Ysabel Fernández, hija del Alcalde Gonzalo Fernández, reconciliada. Que dé 2000 maravedíes.

25.-Gonzalo de Sevilla reconciliado vecino de la villa de Marchena, hijo de Luis González, compareció por sí y por su mujer Isabel Jiménez, reconciliada, hija de Pedro Ximénez que pague 50 reales y 550 maravedíes.

26.-Juan Gómez de Susan, reconciliado, vecino de Marchena, hijo de García Rodríguez, difunto, compareció por si y por su mujer Beatriz Fernández, reconciliada hija de Ruy González de Écija, que pague 2500 maravedíes.

27.- Pedro de Susan vecino que fue de Sevilla que ahora está en Barcelona, reconciliado hijo de García Rodríguez, difunto y Constanza Martínez, su mujer, reconciliada compareció por el dicho Juan Gómez de Susan donde pagó 2500 maravedíes.

28.-Isabel García reconciliar la mujer de Ruíz García de Sevilla, vecinos de Marchena hija de Fernán González Baco, difunto que pague 500 maravedíes.

29.-Alvar García reconciliado vecino de Marchena hijo de Juan García compareció por si por su mujer Teresa de Sevilla reconciliada hija de Juan de Écija que pague por ambos mil maravedíes por ser pobres.

30.-Fernando Alamy reconciliado vecino de Marchena hijo de Juan Rodríguez difunto compareció por si por su mujer Ana Rodríguez reconciliada hija de Juan Rodríguez que pague 2000 maravedíes.

31.- Luis Fernández reconciliado vecino de Marchena hijo de Juan Fernández borceguinero compareció por si por su mujer Isabel Fernández reconciliada hija de Juan de Córdoba que pague 7000 maravedíes.

32.-Alonso de Jerez escribano reconciliado vecino de Marchena hijo de Juan González de Jerez difunto compareció por si por Beatriz García su mujer reconciliada hija de Juan Fernández difunto que paguen mil maravedíes.

33.-Alonso de Jerez reconciliado vecino de la villa de Marchena hijo de de Jerez difunto compareció por sí y por su mujer Beatriz de Carmona hija de Fernando de Carmona, difunto que pague mil maravedíes.

34.-Juan Gómez de Ecija reconciliado vecino de Marchena hijo de Ruy González Ecija,  difunto. Compareció por si por su mujer Catalina Mayorga reconciliada hija del jurado Diego González difunto que pague 1500 mrs.

35.-Juan Franco Alabardero reconciliado vecino de Marchena hijo de García González difunto que pague por si 1800 maravedíes.

36.-Alonso de la Barrera hijo de Pedro de Sevilla condenado vecino de Marchena y Elvira de Jerez reconciliadas su mujer e hija, de que paguen 2500 maravedíes y por un hijo que tiene chiquitito.

37.-Fernando de Ecija, reconciliado, vecino de la villa de Marchena, hijo de Ruiz González, boticario difunto. Compareció por sí que pague 500 maravedíes.

38.-Alonso de Córdova, ropero reconciliado vecino de Marchena hijo de Juan Rodríguez de Alcaudete, difunto compareció por si por su mujer Isabel Rodríguez reconciliada hijo de hija de Gonzalo González difunto que pague 2000 maravedíes.

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Los Campanilleros de La Niña de la Puebla y sus inicios profesionales en Marchena

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Los campanilleros de La Niña de la Puebla es la creación más popular de la Niña de la Puebla hasta el día de hoy y la que le lanzó a la fama. 
Sucedió en Madrid en 1932 cuando el empresario que tenía en Sevilla, Francisco Alday contactó con otro en Madrid y la contratan para el Teatro  Olimpia donde canta con Miguel de Molina, Pepita Yarce «la novia de Pepe Marchena que tuvo un hijo de él y Carmen Vargas bailaora». Allí conocíó a su marido Luquitas de Marchena, que era de Linares, pero Pepe Marchena le puso este nombre artístico y se casaron en seis meses. Gracias a este éxito hizo su primera gira, grabó su primer disco y se hizo rica y grabó su primera película. 
Sobre su origen ella misma lo explica en la revista Sevilla Flamenca en una entrevista a Manuel Roda en 1990. «Ya Manuel Torre había hecho los campanilleros pero no había tenido tanto éxito y la popularidad que tuvieron los míos. Me la hizo mi padre. Y yo basándome en lo que había hecho Manuel Torres, de aquello hice una creación. Cuando íbamos por los pueblos de gira, salían a tocarnos la música y la gente venía a tocarme la ropa». 
El Flamenco Vive | La Niña de la Puebla - Sol y sombra Vol 2 (CD) - Español | Madrid, Spain
«En aquella época en la Puebla existía el Rosario de la Aurora en nochebuena y Semana Santa pero eran distintos a lo que he grabado yo después como cosa bíblica, pero es otro estilo. Yo cogí lo que cantaba Manuel Torre, «A la puerta de un rico avariento» y lo lance con una letra distinta con la musicalidad que yo podía darle».   El éxito le llevó a grabar la película «Madre alegría» en 1935.
Los inicios del cante de la niña de la Puebla en Marchena arrancan en Morón donde su padre tenía dos peluquerías de lujo. Mi padre me compró un piano y me puso un profesor particular, organista de la iglesia de San Miguel de Morón. Alli ella cantaba por las fiestas y sin cobrar. 
También cantaba en el coro de la iglesia. Subió a un escenario por primera vez en Morón en un festival a beneficio de Jesús de la Cañada. «Canté un fandango, a la gente le gustó tanto que no parabas de decirme Olé y de aplaudirme de gritarme aquello emociono tanto que ahí empezó mi afición». 
«Mi padre veía muy mal que yo ganará dinero cantando. Le parecía algo muy malo. Un día que le canté a una vecina sin saber cómo después de cantar me vi rodeada de monedas que me daba la gente. Cuando mi padre vio aquello se enfadó tanto que me llevo a casa y tiró las monedas al váter». 
Contacta con los profesionales del cante a través de los concursos. Ganó un concurso en Marchena «Onza de oro y copa de plata», y otros en La Puebla y Lantejuela mientras escuchaba los discos de Pepe Marchena «aquellas melodías tan bonita yo decía esto sí que me gusta a mí».
La Niña de La Puebla nació en La Puebla de Cazalla, Sevilla, el 28 de julio de 1908 |
«Mi padre se mudó a La Puebla y allí empezó mi carrera artística. Un día cantaba Pepe Marchena en su pueblo y yo con unas amigas y salvando la oposición de mi padre nos fuimos en un burro de La puebla a Marchena a escucharlo y aquel me escuchara cantar mi padre claro se vino detrás. Y cuando llegamos al hotel me presentó a Marchena y yo le dije que quería cantar en su espectáculo. Canté dos noches, cantes que Pepe Marchena y me gané mis primeros 10 duros. Ni yo ni mi padre queríamos cogerlos».
«Con aquella actuación mi nombre llegó a Sevilla y entonces vino a contratarme don Francisco Alday dueño de salón Olimpia de Sevilla salón de variedades. Me contrató dos temporadas de 15 días cada una siendo me debut fue el mismo día que estalló la República 14 de abril de 1931, tenía yo 23 años y allí trabaje con Rosario y Antonio que eran los chavalillos sevillanos con la Malena con Juan Mendoza, el primitivo niño de Utrera, el Carbonerillo etc». 
Foto de Portada: Diego González Ragel se trajo técnicas de publicidad novedosas a España, se trataba de publicidad en los coches. Para poner en marcha este invento convencio a la casa Ford para que regalase un coche a la Niña de la Puebla con la publicidad de su exito «Los Campanilleros», una vez conseguido su objetivo, dejo constancia en esta fotografía

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Historia

El origen andalusí de la palabra gitana gachí

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Los «gazis» fueron combatientes por la fe musulmana llegados al Reino de Granada desde el Norte de África, que convivieron con la población musulmana granadina, conservando el apelativo «gazi» que recordaba su origen, prestigioso, pero también foráneo, según el estudio «Los gazis de Sevilla ante el pago del Servicio Morisco de 1597», obra de Manuel Francisco Fernández Chaves de la Universidad de Sevilla.

Gracias al pr ofundo contacto entre moriscos y gitanos, el concepto de gazí pasa al léxico calé. Desde 1925 el diccionario de la RAE indica que Gazé es una “Voz gitana” y su significado es el ‘Nombre con que los gitanos designan a los andaluces’, mientras que gazí, designa a la mujer y gachó al amante. 

Gazí en árabe es «participante en una cabalgada» y a partir de 1600 son llamados berberiscos.  Soldados y aventureros protagonistas de cabalgadas, muchos de ellos eran turcos.

En el XVI el «gasi es palabra araviga. Que gasis son todos los cristianos nuevos de moros, africanos o turcos o de qualquier nacion de moros e sus desçendientes e que en España no ay otros que se llamen gazes» según documento de Alonso Hernández de Represa.

El Arzobispo de Granada escribe un texto en el rey en 1533  advierte que «andan muchos gitanos con los moriscos y les enseñan cosas de hechicería y adivinaciones y supersticiones». 

Sinónimo de salteador, bandolero y berberisco los gazís fueron considerados por los moriscos como diferentes y la palabra gazí pasó al  caló, para referirse a los otros, es decir los castellanos andaluces, que pasan a ser en el XIX y XX los gachés o gachós.

Los propios moriscos encontraron deseable el prendimiento y/o ejecución de gazis, pues se pagaba por su captura. Al no tener nada que perder los moriscos se unían a los gazis echados al monte, según López de Coca Castañer.  Los «gazis y alarabes hacian algunas zambras en que habia mucha deshonestidad y cosas no bien hechas», castigándose por cédula en 1532 a quienes, cantasen los «cantos de Mahoma» y otros, dando sólo licencia para «tañer, cantar y bailar con sus instrumentos músicos en sus bodas y pasatiempos, como lo solían desde que son cristianos». según  la obra Los moriscos del Reino de Granada.

Los gitanos viven en Marchena al menos desde el XVI y trabajaron tradicionalmente como herreros

Según Manuel Martínez en su texto Moriscos y Gitanos, los moriscos se hacían pasar por gitanos, para escapar de la expulsión de 1609, al tener numerosas similitudes, no solo en el color de la piel, lo que hacía que se confundieran a ojos del castellano. En este tiempo el morisco había pasado a ser la minoría peor consideraba, convertida en «Bajo proletariado urbano, simple jornalero o colono, explotado por el castellano». Los castellanos se aprovechaban cuanto podían de la situación «coaccionando a los campesinos pobres, deteriorando cada vez más la situación económica y social del campesinado morisco».

El libro «Tradición oral en Marchena» sobre el romancero local se presenta hoy

Cuando el Reino de Granada cayó en 1492 muchos de los gazis se convirtieron al cristianismo, como el resto de «moriscos» granadinos que se rebelan en las alpujarras en 1568-1570 y luego son deportados y diseminados por toda Castilla, incluyendo la ciudad y provincia de Sevilla por orden de Felipe II. Llegaron a ser 7.503 personas (censadas) en 1610 año de su expulsión de Andalucía. La estrategia de los gazis fue la de asimilarse lo más posible a los berberiscos, puesto que éstos no estuvieron nunca entre los culpados por la rebelión, y se decía de ellos que habían llegado a la península a convertirse al cristianismo.

Justo en 1610 se construye el edificio de San Jerónimo de Marchena sobre las casa de los últimos moriscos de zona.  También en el callejero de Marchena encontramos referencias a la presencia de turcos en el municipio. 

Desde el callejero de 1572 encontramos en Marchena la calle del Turco Viejo que desaparece en 1860 cuando el Ayuntamiento decide simplificar el callejero y unir bajo un solo nombre las calles que divididas sin accidentes que los motivaran y así las calles de  Carreño y Turco Viejo, pasan a denominarse como calle Carreño.

Los alarifes locales de Marchena hasta el XVII eran moriscos o mudéjares. Se conserva documentación relativa a la gestión que tramitó el [III] duque de Arcos, Rodrigo Ponce de León, al decretarse la expulsión de los moriscos, eximiendo a los esclavos que tenía en Marchena (Sevilla) y a aquellos casados con cristianos viejos.

El resultado fue la declaración, por parte del juez de la Comisión de la Expulsión de los Moriscos, Alejo de Marimón, de no encontrarse incluidos los dichos esclavos, ni sus mujeres, ni sus hijos y nietos, expresando los nombres y apellidos de los mismos, documento fechado en Sevilla a 13 de diciembre de 1611.

Como los gitanos, los moriscos buscaban vivir en los lugares rurales o montañosos, donde no pudieran ser reconocidos, pudiendo además desempeñar actividades como el de herrador, arriero y hornero, prohibidas teóricamente pero consentidas en la práctica.

La presencia de norteafricanos como bandidos era muy preocupante, y se añadía a las huidas al norte de Africa de los granadinos que vaciaba el territorio.  Muchos se echaron al monte y se convirtieron en bandoleros «monfíes» a partir de 1530 y otros fueron esclavizados y marcados en el rostro.

El morisco Hernando de Mendoza escribió «que todos los gazes y cristianos nuevos de moros están herrados en las caras por donde claramente se entiende que no vinieron a España de su voluntad sino que los trujeron cautivos a ella e algunos dellos conoció este testigo en la ciudad de Granada e sabe que son de los que vinieron a socorrer e ayudar a los revelados del dicho reino» .

«Echar los gacis deste reino, justa y santa cosa es; que ningún provecho viene de su comunicación a los naturales; mas esto se ha proveído otras veces, y jamás se cumplió. Ejecutarse agora no deja de traer inconveniente, porque la mayor parte de ellos son ya naturales, casáronse, naciéronles hijos y nietos, y tiénenlos casados; y estos tales sería cargo de conciencia echarlos de la tierra» indica Alonso Núñez Muley.  Y es que la condición de gazí pasaba de padres a hijos y así aparece en los en los bandos de expulsión de los moriscos de 1583, 1584 y 1585. 

En el Memorial de Francisco Núñez Muley elaborado tras la orden que Felipe II da en 1576 se dice que los gitanos vestían a la turquesa, hablaban Arábigo y turco. La primera noticia de los gitanos en Andalucía, en Jaén, los gitanos se hacen llamar condes de Egipto menor y les hacen fiestas para recibirlos. 

En distintos documentos se menciona la existencia de egipcios entre los moriscos, que en realidad eran gitanos.

Influencias mutuas entre moriscos y gitanos dieron forma a la música andalusí y el flamenco

En 1610 los gitanos procedían de territorios ocupados por los turcos. Margarita Torrejón explica que vestían con ropa de origen balcánico, algunos llevan turbante

Podemos encontrar palabras iguales como jamar, -comer- que se dice igual en árabe que en caló. La palabra  quinqui, que viene de quincallero, es de raiz árabe. Incluso los estudiosos de la lengua gitana encuentran grandes problemas a la hora de diferenciar las palabras propias del caló y las moriscas. 

 

 

 

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