Mucho antes de que Instagram llenara de retratos las pantallas del móvil, los salones burgueses del XIX ya conocieron su propia explosión de imágenes personales. Eran las tarjetas de visita, pequeñas fotografías pegadas sobre cartulina que, entre 1858 y 1875, inundaron los álbumes familiares europeos y españoles. Hoy, el historiador marchenero Oliver Tovar Urbina reconstruye cómo aquel fenómeno global aterrizó también en la Campiña sevillana en su libro Historia de la fotografía en Marchena.
El nuevo libro de Óliver Tovar sobre la historia de la fotografía en Marchena no se limita al fenómeno de las “tarjetas de visita”. A partir de documentación y fondos gráficos, el autor reconstruye trayectorias biográficas, técnicas y editoriales que conectan Sevilla con Marchena: del reporterismo gráfico y la prensa ilustrada a los grandes archivos comerciales de postales.

Estas tarjetas se entregaban en mano durante las visitas de cortesía, se enviaban por correo o se dejaban en la bandeja de la entrada como prueba de haber estado en la casa, siguiendo la estricta etiqueta social de la época. Al mismo tiempo, las familias formaban con ellas álbumes domésticos que se hojeaban en el salón cuando llegaban visitas, a modo de catálogo visual de parientes, amistades y relaciones. Además de fijar la memoria familiar —bodas, primeras comuniones, retratos infantiles o militares—, las tarjetas de visita permitieron coleccionar imágenes de reyes, políticos, artistas o toreros, anticipando el consumo masivo de “famosos” y el uso de la fotografía como herramienta de identidad y prestigio social.

Las tarjetas de visita —pequeños retratos pegados a cartulina— fueron el primer fenómeno de fotografía de masas en Europa. Se popularizaron a partir de 1858 gracias a un ingenio técnico del fotógrafo André Adolphe-Eugène Disdéri, que en 1854 patentó en París una cámara con varias lentes capaz de obtener ocho negativos por placa, abaratando el retrato de estudio y desatando una auténtica cardomanía. En España, como en el resto del continente, los salones y álbumes familiares se llenaron de estos retratos de formato estándar (aprox. 6×9 cm en soporte de cartón), coleccionados e intercambiados como hoy se comparten selfies.

Gracias al colodión húmedo y a los positivos en papel de albúmina pegados sobre cartulina, se pudieron tirar copias en serie a bajo coste. La fórmula funcionó tan bien que la prensa de la época habló de cardomanía: una fiebre coleccionista que se extendió por Francia, Gran Bretaña y, muy pronto, por España.
En nuestro país, la Biblioteca Regional de Madrid sitúa la primera gran oleada de tarjetas de visita entre 1858 y 1865, protagonizada por los pioneros del retrato en la Corte y documentada recientemente en la exposición y catálogo Un retrato romántico. La carte de visite.

Desde esos gabinetes madrileños, el formato se difundió por la geografía peninsular, hasta ser desplazado ya en la década de 1870 por cartulinas mayores como la cabinet card. El investigador Félix del Valle Gastaminza ha mostrado cómo estas pequeñas fotografías se convirtieron en un objeto de consumo masivo, destinado al intercambio, al álbum familiar y a la construcción de la propia imagen social.
En Marchena, la llegada y difusión de ese nuevo consumo visual se rastrea en fondos familiares y en la actividad de fotógrafos itinerantes y estudios locales de finales del XIX y primeras décadas del XX, un proceso que el marchenero Óliver Tovar Urbina contextualiza y documenta en su libro La historia de la fotografía en Marchena (2025), presentado el 12 de junio de 2025 en la Biblioteca Pública Municipal. La obra traza una cronología de prácticas, soportes y autores que conectan la villa con las modas técnicas y comerciales del momento en Andalucía.

El libro de Oliver Tovar recoge ese marco general y lo aterriza en Marchena. A partir de colecciones privadas —como las de José Camacho Troyano o Juan Coullaut Valera— y de fondos familiares hoy muy dispersos, el autor sigue el rastro de las primeras cartes de visite conservadas en la localidad. Entre ellas destaca la delicada tarjeta de Ana María Mendiguatia de Morales y Montero de Espinosa, fechada hacia 1885 y con un tamaño de 55×90 mm, que resume a la perfección el estándar del género: una niña en pie, cuidadosamente vestida, apoyada en una silla y enmarcada en un cartoncillo negro con márgenes muy marcados. Esta y otras piezas permiten observar cómo la burguesía marchenera asumió rápidamente el nuevo lenguaje fotográfico.

Tovar muestra que estas tarjetas funcionaban como auténticos “memes” decimonónicos. Las familias encargaban series de retratos que luego se intercambiaban entre parientes, se enviaban por correo o se lucían en los álbumes de los zaguanes y comedores. En ellos, la visita podía hojear páginas enteras de caras conocidas, igual que hoy se recorre un perfil en redes sociales. Había fotos solemnes de primera comunión, jóvenes con sus mejores trajes de moda, militares de uniforme o niñas y niños disfrazados, todos ellos capturados en el mismo tipo de encuadre frontal, pensados para circular y ser vistos.

El trabajo de Tovar enlaza además estas primeras tarjetas con la evolución posterior de la imagen fotográfica en Marchena. A partir de los estudios sevillanos que retrataron a marcheneros —figuras como Plácido Cembrano Rodríguez, José Castellano Grandell, Juan Arenas Cansino o Manuel Medina, bien documentadas en la historiografía de Miguel Ángel Yáñez Polo sobre la fotografía sevillana— el autor reconstruye una red de fotógrafos, talleres y comercios que abastecieron de retratos y vistas urbanas a la clientela local desde finales del XIX hasta bien entrado el siglo XX. Las cartes de visite dan así paso a las tarjetas postales ilustradas, a las panorámicas de la plaza y la Puerta de Morón y, más tarde, al fotoperiodismo de bodas, procesiones y festejos.
El libro insiste en que estas pequeñas cartulinas no fueron solo un capricho de moda. Permitieron a amplios sectores de la población fijar por primera vez su propia imagen y la de sus seres queridos. En términos de historia social, cada tarjeta abre una ventana a la estructura familiar, la forma de vestir, los objetos y decorados de estudio que la rodean.

Para la investigación genealógica, constituyen un archivo de rostros que a veces es la única huella visual de personas nacidas hace siglo y medio. Y, desde la historia cultural, revelan cómo se construye la respetabilidad, la feminidad o la masculinidad de época mediante gestos, poses y accesorios.
En Marchena, las tarjetas de visita fijaron para siempre a médicos, comerciantes, labradores acomodados, religiosas, niños y niñas de familias obreras que ahorraban para un único retrato. Hoy reaparecen en las páginas de Historia de la fotografía en Marchena (Sevilla) como piezas de un gran puzle visual. Gracias a la labor de recolección y análisis de Oliver Tovar, esa antigua cardomanía se convierte también en memoria compartida: el álbum colectivo de un pueblo que empezó a mirarse a sí mismo cuando la fotografía dejó de ser un lujo y se convirtió, por primera vez, en un gesto cotidiano.

Retratos, prensa ilustrada y archivos comerciales de Sevilla y Marchena
El volumen incorpora perfiles de fotógrafos clave y nuevos datos para la historia de la fotografía en Marchena como los de ¡ Cecilio Sánchez del Pando ( reportero sevillano, colaboró con revistas como Revista Bética, El Liberal, La Hormiga de Oro, La Unión Ilustrada, Nuevo Mundo o Heraldo, y cubrió la guerra de África, el Desastre de Annual (1921) y la contienda de 1936, empleando cámaras Ernemann y flash de magnesio.
Eduardo Rodríguez Cabezas “Dubois” figura como retratista e innovador que dio el salto a la prensa gráfica en Sevilla y Madrid (Mundo Gráfico, Nuevo Mundo), con traslado a Madrid en 1905 y labor intelectual y docente en torno a la fotografía.

En el ámbito del retrato escénico, Plácido Cembrano Rodríguez, vinculado al Teatro del Duque y la zarzuela, fue pionero en iluminación artificial y nocturnas con luz reflejada; tras los ensayos abiertos por Ramón Fuentes (1895), su carrera concluye con su fallecimiento en 1940.
José Castellano Grandell es presentado como maestro del retrato en Sevilla: formación con Kaulak (Madrid, ca. 1906), estudio en calle Rioja, predilección por el virado sepia y un archivo de miles de negativos con un control minucioso de luces y sombras.
El libro mira también a los grandes editores de postales. Lucien (L.) Roisin, con campañas sevillanas entre 1925 y 1929, publicó álbumes de la metrópoli (1928) y de la Exposición Iberoamericana (1929), con series en monocromo y color (sepia, azul, verde, rojo-cobre) y copias coloreadas a mano.

Asimismo, documenta el fondo Loty de Antonio Passaporte (4.8): placas de cristal 10×15 cm (1927–1936) hoy conservadas en el Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla, con registros de la Puerta de Sevilla (Arco de la Rosa) y la Puerta del Palacio Ducal de Marchena, entre otros.
En la sección dedicada a vínculos locales, Tovar identifica fotógrafos sevillanos que retrataron a marcheneros, como Manuel Fernández Aveño y Manuel Olarte, y recupera la figura de José Codes fotógrafo activo en Marchena, del que aporta la partida de bautismo y referencias a su actividad.
En conjunto, el trabajo ofrece una historia prosopográfica y técnica: biografías de autores conectados con Sevilla y Marchena, evolución de procesos y equipos (magnesio, nocturnas, virados), la función de la prensa ilustrada y el papel de los archivos comerciales (Roisin, Loty/Passaporte), además de un catálogo de autores que trabajaron en la villa o retrataron a sus vecinos.
Fuentes consultadas
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Oliver Tovar Urbina, Historia de la fotografía en Marchena (Sevilla), editorial Oliver Tovar Urbina, 184 págs., 265×210 mm, ISBN 978-84-09-17843-8.Todos Tus Libros+2Todos Tus Libros+2
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Catálogo de la exposición Un retrato romántico. La carte de visite, Biblioteca Regional de Madrid.Comunidad de Madrid+1
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Félix del Valle Gastaminza, “La carte de visite: el objeto y su contexto”, Instituto de Estudios Riojanos / UCM.Eprints UCM+2Producción Científica UCM+2
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Estudios sobre la carte de visite y la patente de Disdéri en el Getty Museum, Camera Museum y síntesis enciclopédicas recientes